sábado, 17 de abril de 2010

EL MUSEO DE LOS SUEÑOS


Hace pocos días una incomparable amigamor -( el más aristocrático de los títulos que mi Reino puede conceder)-, me propuso participar en un concurso de relatos cuyo tema principal versara en torno a los sueños. Y sólo por el gustito de parir un hijo onírico, me puse manos a la obra, aunque de antemano sabía que no iba a participar porque primero tenías que darte de alta en el Facebook, después darte de alta en un twitter especial adherido, después saltar a la comba quince minutos seguidos, después batir el récord de pelar patatas, después aguantar siete minutos la respiración bajo el agua y , por último cruzar las cataratas del Niágara sobre un Orifante del Señor de los Anillos a través del hilo de seda del gusano Guancho. Cumplidos estos sencillos requisitos, ya podías participar.

Pero la verdad es que cada vez estoy más perro y hay días que no me levanto ni para dormir. Así que le voy a dar hogar a mi cuento y qué mejor casita que mis Asombritos.

Así que...¡agua vaa...!

EL MUSEO DE LOS SUEÑOS

A Daniel le gustaba soñar.

Soñar es lo más parecido a salir de recreo. Ese recreo infantil entre intérvalos de tediosas clases académicas impartidas por adultos obtusos empeñados en enseñarnos que lo más importante es la Realidad y la Ley de la Gravedad y las Guerras Napoleónicas, sin darse cuenta de que se convierten en cómplices de un gran crimen consistente en asesinar los sueños.

Dosis masivas de Realidad en forma de matemáticas, ciencias y humanidades ante quienes, a duras penas, puede plantar cara una sobrecogida y numantina Poesía refugiada en la hora de Literatura, cada vez más acorralada por el sr. Mundo Práctico.

Intuitivamente, Daniel se dio cuenta pronto del riesgo inconsciente que amenazaba al mejor juguete que tiene la mente humana si permitía que la Imaginación se dejara colonizar sin protestar por la tiranía de la Realidad.

Y se hizo Mago.

Pero un mago especial que nada tenía que ver con los prestidigitadores profesionales especializados en confundir los sentidos y burlar las apariencias.

Su Magia consistía en soñar los Sueños.

Desarrolló tal facilidad y destreza para vivir e incluso programar sus sueños que invirtió el orden natural del mundo físico exterior, esos extrarradios en donde nos movemos por obligación creyéndonos quiméricas necesidades materiales, la mayoría de las cuales son innecesarias y artificiosas y nada tienen que ver con lo que, en el fondo, a todos nos hace felices.

Y nada nos hace más felices que un buen sueño. Y nada se puede comparar con la posiblidad de hacerlo realidad .

Como soñador, Daniel dominó tan bien su pasatiempo favorito que lo convirtió en un Arte. Y se hizo famoso, muy famoso, porque consiguió coleccionar todos sus sueños y exponerlos en público al igual que se exponen los cuadros famosos en una Pinacoteca. A nadie se le había ocurrido esa idea, que prosperó gracias a que Daniel comprendió sin vacilaciones que para exhibir los sueños primero había que perder la vergüenza y desechar todos los miedos. Lo demás que determinó el éxito de la idea de Daniel fue sencillo porque se ajusta a una antigua Ley no escrita que decide el éxito de una obra cuando se establecen nexos de identificación y reconocimiento con la sensibilidad del espectador.

El Museo de los Sueños que tan ilusionadamente fundó fue devorado por un incendio provocado por un pirómano enloquecido, encolerizado ante la contemplación de tanta vida bella materializada en las ensoñaciones y que a él le estaba vetada por carecer del talento de la Imaginación. Para el atormentado matador de sueños era un suplicio no poder disfrutar del deleite de los sueños y la propia existencia exitosa de tan original Museo era un recordatorio permanente e insoportable de la castrada imaginación que padecía. Las autoridades médicas no se ponen de acuerdo, pero convienen muchas de ellas en que la peor enfermedad de la Humanidad es carecer de sueños e imaginación.

La Belleza, la Fantasía, la recóndita Verdad de los sueños, el Atrevimiento, la Originalidad y el mundo de la Creatividad y el Placer más puros siempre encuentran en su camino enconados enemigos corroídos por sus traumas y complejos dispuestos siempre a prender fuego en vano a lo que por decisión de Dios es incombustible: la Imaginación y el poder de los Sueños.

Fui uno de los afortunados que tuvo el privilegio de contemplar el excepcional Museo de los Sueños antes de que fuera pasto de las irracionales llamas del odio. Sus variadas y entretenidas galerías se conservan bien en mi memoria y gracias al poder de la escritura trataré de rescatar su gloria de ese fuego asesino que pudo con los sueños, pero no con su memoria.

Del sueño que Daniel se sentía más orgulloso y que exponía en el lugar más destacado fue………… (CONTINUARÁ...)

5 comentarios:

  1. Buena idea la de ser mago de sueños
    y también el final...me ha hecho pensar en La historia inteminable de Michel Ende...* Yo a veces también juego a eso y algo de magia si que he aprendido pero lo bueno es que sólo estoy en el principio :)
    Besos.

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  2. Qué alegría!! Qué alegríaaaaaa volver a leerte!!
    Y que genial esto de los sueños, a mí me encanta soñar, dormida y despierta, porque lo mejor es que muchos sueños llegan a hacerse realidad!

    Un besoteeeeeeee Luisito!!!

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  3. La Historia Interminable fue el primer libro que leí a mi hijo Luismi en su primera convalecencia semanal de su primera gran gripe escolar. Los primeros capítulos se los leí yo a él. Pero resulta que me contagió el jodío y la segunda lectura de ese maravilloso libro me la terminó Luismi.
    Sí: patético. Uno de los primeros síntomas de mi inminente ancianidad.
    No dejes de llamarme de usted, por favor. Que tenga a alguien que me respete en este mundo, pordiós. Un besito, Ardaire. Escribes como los ángeles.

    Ea! la alegría me la das tú. ¿Lo mejor de los sueños? Jejeje... , es que en el reparto tú siempre eres el protagonista. Un beso con permiso del taxista con coleta, muás.

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  4. Te deseo, por supuesto, todas mis ZZZZzzzzzss.
    (Ahora te envío por mail el código PIN para acceder a mis sueños. Barra libre para ti)
    Y escribe, coño. Que las palabras son tiritas (y las tuyas corazas).

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  5. Como si de un chiste se tratara, Dani, la última vez que acudí a una farmacia para comprar tiritas la disciplente farmacéutica me ofreció una variada gama de tiritas: por lo visto las había de las de toda la vida, marrones, circulares, con impregnación de antibiótico, transparentes, calmante, hasta con sabores...

    - Mire usted, yo quiero unas que curen

    Y me dio un beso en la boca.

    El mismo que te doy yo a tí ahora.
    (No me hago responsable de posibles murmuraciones, jajaja..)Un abrazo

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