Raro es el día en el que no afloran nuevos casos de pederastia eclesial. Es increíble la capacidad de supervivencia del Catolicismo.
No exagero si afirmo que uno de los mejores libros de intriga y asesinatos que
he leído en mi vida no es una novela, sino un estudio histórico, titulado así:
Historia Negra de los Papas, de Javier García Blanco.
Asesinatos, escándalos sexuales, lujos orientales…pecados de
todo tipo contra los que se rebelaron Calvino, Erasmo y Lutero, en donde se
llevan la palma los Papas españoles. Poder terrenal con la excusa de mantener
el poder divino. Papas guerreros, libinidosos, mafiosos, cómplices de
totalitarismos…y vengativos. Aluciné cuando me instruí sobre el capítulo del
juicio al Papa Formoso. Leed su historia si la desconocéis. No tiene
desperdicio. Su sucesor, cargado de inquina, le sometió a un juicio sumarísimo
sin nada en particular, excepto que para juzgarle fue desenterrado ( sr.
Sánchez, no le quiero dar ideas, pero al paso que va el asunto de qué hacer con Franco, no me extrañaría). Su cadáver fue expuesto en el banquillo de
los acusados con toda la pompa indumentaria y la sentencia le condenó a muerte…a un esqueleto más reseco que
la mojama de Barbate. Surrealismo medieval.
Lo cierto es que el Papado siempre ha estado en el ojo del
huracán de los escándalos desde el inicio de los tiempos y que Coppola lo tuvo fácil para inspirarse divinamente y firmar la mejor trilogía de todos los tiempos.
Ahora, con las acusaciones contra el Papa Francisco por
encubrir la pederastia de altas autoridades eclesiásticas, todo vuelve a estar
patas arriba. Debe ser cierto que la Iglesia Católica está protegida por el
Espíritu Santo, porque no es posible que ninguna institución pueda sobrevivir a
tanto chapapote siniestro y delictivo y altamente pecaminoso según sus
mandamientos.
Dudo que su mensaje divino sobre la eternidad sea verdad,
pero estoy empezando a creer que la Iglesia terrenal que lo pregona, sí lo es.