jueves, 27 de junio de 2019

FILIAS Y FOBIAS



Me pregunto si la Historia soporta bien el peso de las filias y las fobias.

Es tanto como valorar con criterios morales cuándo la repercusión de los actos humanos ha tenido como resultado el progreso o el retroceso de la sociedad, el aval del devenir temporal o su repulsa.

De algo sí ha de ser la Historia garante: de guardián contra el olvido. Ni cuando sus acontecimientos han servido para dignificarnos como protagonistas ni cuando hemos descendido a los infiernos cometiendo toda clase de salvajadas que han denigrado nuestra condición humana.

Existen páginas de nuestra Historia que son simplemente juzgados por la objetividad inmediata. Los ejemplos son múltiples. El nazismo fue objetivamente una aberración por la que hay que pedir perdón una y mil veces. Y Alemania lo ha hecho, hasta el punto de que ahí, ser nazi o negar el Holocausto, es delito. Han asumido su complicidad ominosa como pueblo y han reconocido la borrachera inhumana en la que se sumieron y el sufrimiento que causaron.

No admite duda ni discusión. El nazismo, los jemeres rojos, la revolución cultural china, la era estalinista, La Trata de Esclavos, las Cruzadas, la yihad del Boko Haram y del Isis islámico destructores....Son cajonazos históricos sin redención posible.

Nunca está de más reconocer responsabilidades por el trato vejatorio que infligimos a los pobladores indígenas de aquella época. No pasa nada por pedir perdón.

Lo que me molesta como enamorado de la Historia es la omisión, también culpable, de todos los efectos positivos que tuvo una acción humana con el pretexto de señalar las maldades de unos a costa de las supuestas bondades congénitas de otros.

He leído que un consejero catalán viajó hace poco a México con la misión de pedir perdón por los desafueros cometidos por los españoles genocidas.

Y desde aquí denuncio que se trate con tanta falta de respeto a una señora que exige, ante todo, rigor, y que huye de las tergiversaciones históricas interesadas.

La Leyenda Negra fue construida concienzudamente por unos angloholandeses calvinistas carcomidos hasta los tuétanos de pura envidia imperialista. Y coló..,  tanto que está inoculado en nuestro propios prejuicios históricos.

Sí, es cierto. Existen momentos en la Historia que son para avergonzarnos, y que deben ser tenidos continuamente en cuenta para no repetir los mismos errores.

Pero también existe, como diría Stefan Zweigt, momentos estelares de la Humanidad de los que únicamente se pueden abochornar aquellos que convierten a la Historia en un panfleto político con el que ganar simpatías ideológicas.

La Historia admite críticos, admite filias y fobias. Lo que no admite son mercaderes de opinión sirviéndose de la parte del tenderete que les interesa.

Y esta reflexión va dirigida tanto a este correctísimo y repentinamente concienciado político catalán ante el genocidio español como a los señores de VOX. Tanto a los que condenan como a los que glorifican acontecimientos históricos que deben ser examinados con el Tiempo convertido en juez supremo y el rigor intelectual en su amanuense.

A un judío, a un discapacitado, a un homosexual, a un gitano, pregúntales si le deben algo bueno al nazismo. Lo mismo se puede decir del pueblo taíno, esclavizado por los primeros colonizadores hasta su práctica extinción.

Ahora bien, pregúntales lo mismo a las otras tribus que vivían bajo el régimen de terror de los aztecas, que los evisceraban vivos como si fueran carneros para ofrendar a sus sanguinarios dioses. Pregúntales si les deben algo a los españoles. No dudaron en aliarse con ellos.

De eso no se hace mención. De la faceta civilizadora de la Conquista nunca hablan los detractores.

Es como si el Imperio Romano, del cual todos somos sus herederos, con su inmenso patrimonio cultural y material, solo fuera juzgado porque masacró a saguntinos y numantinos. Y a la porra todo lo demás.

Pues nada, que Salvini o alguno de sus ministros nos pida perdón por destruir Sagunto y Numancia, por haberse llevado cinco mil toneladas de oro de las Médulas leonesas.....Propongo, para olvidar aquella intolerable dominación imperialista demoler el Acueducto de Segovia y convertir Itálica en una caballeriza como hicieron los sans-culottes con Notre Dame. Y adoptar el chino mandarín como lengua oficial del Estado que nos libre del latín subyugador del que nacieron todas nuestras lenguas.

La Historia invita también a críticos y heterodoxos. Se enriquece también de ellos.

Pidamos perdón, sí. Pero también reconocimiento. Y dejemos de hacer el ridículo ya con nuestros prejuicios con marcado cariz político a la hora de enfocar la Historia. Pocos países como el nuestro pueden presumir de haber influido tantísimo en el devenir de la Humanidad, para lo malo y también para lo bueno.

46 comentarios:

  1. Aprendí de un catalán barcelonés lo mucho que hay que leer y estudiar para hacer frente a los desafíos de la Historia con la herramienta de la razón. En la Librería París-Valencia de la calle Sueca descubrí su librito, cuyo título me llamó poderosamente la atención: " ARTE DE DESCUBRIR LA VERDAD"...Este gran humanista, Ramón LLull, polifacético y políglota, proponía un método para indagar en la Historia y en general, en el conocimiento humano, que fue seguido después por muchos insignes pensadores.

    A ver si aprende de Ramón LLull su paisano actual.

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  2. Me voy de vacaciones, chicos. Durante una temporadita no voy a estar por aquí. Tengo unas ganas bárbaras cimerias este año de desconectarme de la rutina a tope. A lo justo, porque hoy desembarca en Cádiz la ola de calor que está asolando en casi todas partes. Mucha playita, mucho chiringuito, mucha nocturnidad y alevosía con Paqui y este año lo que me gasto en otros en hoteles, me lo pienso gastar en comer y cenar fuera. Y coger el coche y pisar el acelerador sin saber a priori dónde ir. Libertad.

    Cuidaros mucho y disfrutad todo lo que podáis. Un abrazo muy fuerte

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  3. Viaja a pequeños lugares y encuentra grandes cosas
    mucha suerte!
    mgts

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  4. Buen viaje, felices vaciones, Luis. Me parece un buen plan el tuyo.

    La entrada, magnífica. Algunos, bastantes, renglones parecen haber sido escritos por otra persona.

    Últimamente se estila pedir perdones retóricos por todo. Se devalúan. Pierden el significado.

    Desconectarte de la rutina.

    Yo me he ido convirtiendo en una costumbre. Y ya se sabe lo que pasa con las costumbres.Es esclerotizan o se abandonan.


    Como cantaban nuestros (sé de tu admiración por ellos) David Gilmour y Roger Waters, me ha alcanzado el cómodo entumecimiento. I have become comfortably numb. Una de mis canciones favoritas, con un riff de guitarra único.
    No, no tiene nada de comfortable, no conforta, ni tampoco es cómodo.

    Sí, me he convertido en una rutina, una costumbre de los calendarios. Allí donde hacía su nido el entusiasmo, sólo quedan ramas mecidas por el viento que oficia la cotidiana tarea del paso de la noche a la madrugada.
    I've become a habit. La Muerte espera, aburrida.


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  5. Qué paradoja

    Ahora resulta que van a ser los que ‘rompen la nación española’ los que realmente ofrecen estabilidad a España, qué paradojas!!
    Precisamente este conceller Bosch del que hablas, que por cierto no fue a México solo para pedir perdón por las masacres sino también por otros motivos, este conceller que pertenece a uno de los partidos independentistas catalanes y los nacionalistas vascos, son los que apuestan por evitar la involución del estado español, justamente son los territorios que quieren ser respetados en su diversidad cultural y política, los únicos que apuestan por reestablecer la serenidad y el equilibrio en la política española, los que le permitirán a la españa que ha salido de las urnas la posibilidad de poder gobernarse, y aun así la prensa nacional española los atacara a diestro y siniestro como si fueran bestias pardas... Qué paradoja!!

    Justo los que dicen defender la unidad ‘sacrosanta’ de España son los que de ningún modo quieren ni desean la unidad, ni la paz ni la estabilidad de España ni tampoco que pueda reestablecerse la serenidad que deberíamos todos pedir. Parece que son ellos los que quieren romper España…verdad?

    Vergüenza de país… cada día me siento más lejos de esta ‘forma’ unionista de funcionar
    Hasta con el fuego de catalunya se ha hecho burla, en lugar de pensar en cómo solucionar los fuegos se dedican a hacerlos crecer políticamente
    Vergüenza de país. Nos han tumbado, desde el constitucional, 15 leyes aprobadas estos días en el Parlament catalán, hechas para gestionar políticas de medio ambiente, cambio climático, etc, … por qué? Es de pura vergüenza, no nos dejan gobernar y luego dicen que si en el Parlament solo se habla de independencia, está claro que es la única via que tenemos si queremos que nos dejen gestionar los problemas que tenemos en catalunya
    Mgts

    Deseo que la muerte no te espere aun, talkin. Y que la costumbre de escribir y hacernos pensar mientras nos provoques una sonrisa sabia no se esclerotice.

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  6. ¿Pero de qué estabilidad hablas? Ofrecen su apoyo a Sánchez a cambio de la seguriidad de un indulto rápido y el establecimiento negociado de un referéndum....Y resulta lógico, pero no lo hacen por la estabilidad, mgts.

    Me estoy leyendo un libro sobre los Borbones.......Mgts, házme hueco!

    Aquí no es inocente nadie.

    Talkin..., me dices que algunos renglones no parecen escritos por mí...¿Tengo estilo reconocible? Supongo que la cualquier tipo de práctica acaba imponiendo unos estilos canónico...Si de vez en cuando me lo salto, es buena señal. Oye, déjate de tonterías, que queda mucho por vivir.

    Siempre he pensado que la muerte es más vida disfrazada, a la que no hemos sido capaces de darle otro nombre más que ése tan funesto. Malagradecidos por ser materia que ni se crea ni se destruye.

    Un abrazo
    LUIS

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  7. Luis, quise decir que algunas de tus opiniones coinciden con las de varias personas que conozco. En el tema del perdón. Un abrazo, pásalo bien en tus vacaciones.


    Hola, Megustas. Mi hijo se está asando en Barcelona. Y trabajando a tope al mismo tiempo.
    Un beso, Megustas

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  8. Talkin, así estoy yo también en Tarragona, abrasándome de calor y trabajando. Un abrazo a todos los que estamos en condiciones peligrosas...o sea a todos, hahaha

    Luis, a cambio de un indulto es lo que os han vendido por todos lados los de C's y parece que si que le habéis comprado el rollo, nosotros pedimos la absolución, no queremos un indulto hasta los presos politicos lo han dicho, porque un indulto es perdonar un delito, y nosotros no vemos delito en haber hecho un referendum, lee la constitucion, y busca luego en el código penal el delito de referendum y veras que no existe, porque no te engañen la inependencia no se roclamo nunca, ni se reflejo oficialmente ni se hizo nada solo un paripe que duro tres minutos, buscaban forzar que se sentaran a hablar. Que ingenuos fueron todos.
    Como tampoco existe la miserable opción de TS de impedir a los que han sido votados legalmente a ocupar sus cargos de eurodiputados
    Hace centenares de años que aqui las monarquias no las queremos, todos hacen cosas. si, pero pagarle las vacaciones anuales a toda una familia que ademas gasta a nivel de 'reyes' solo por sus huevos y nunca mejor dicho y tener a la poblacion con salarios miserables o sin salarios, con un pen vergonzoso, etc, eso es de ser un pueblo de gilipollas....pero claro...viste tanto tener un rey y una reina y unas princesitas ante los cuales doblar la nuca...o mirar sus foos en las revistas del corazón mientras nos tostamos al sol y a la lluvia.
    Estabilidad es permitir gobernar, y quien lo hace negocia, esta claro, no sera a cambio de nada como siempre. Y si lo que pedimos es un referendum acordado, no es lo que siempre hemos concluido aqui que es la única solucion? Entonces qué es tan criticable?
    ayudar a que haya un gobierno en españa y ademas conseguir( que no lo conseguiremos) que se encuentre y se posibilite la unica solucion, es de gente muy cuerda y muy de agradecer. Pero españa sigue leyendo y oyendo que es de delincuentes inentar hacer otra vez lo que hicimos:votar
    No negocian los vascos y nadie les mira? No piden referendum porque ya lo tienen todo y nadie, nadie, ni el payaso del Rivera se atreven a tocarles nada. Alli no tienen deseos de independizarse, solo una pequeña minoria, porque tienen el dinero que producen para invertir en su poblacion, pagan los servicios prestados por el estado y tienen su libertad de movimientos.
    Sin catalunya dándolo todo y pidiendo limosna después, cómo se sustentarían los territorios abandonados por el buen hacer de los gobiernos españoles?
    Estoy calentita...como el termómetro...jajajaja
    que paséis buen domingo
    besotes, te imagino en un chiringuito con Paqui mirando la vida a tu alrededor
    mgts

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  9. Como estoy algo espeso para imaginancias. Copio de Javier Reverte, el bueno. Ya sé que es un artículo de divulgación histórica, que no profundiza en la personalidad el vasco. Otro día intento algo m´s original.

    LA IRA DE DIOS. LOPE DE AGUIRRE

    Hay pocos seres humanos sobre los que pueda afirmarse que su carácter es esencialmente maligno. Pero sin duda los hay. Y uno de ellos, a todas luces, fue el segundo hombre que, como capitán de una expedición, alcanzó a navegar casi al completo el río Amazonas: el vasco Lope de Aguirre.

    Conocido como Aguirre “el loco” y como “el traidor”, y muerto en 1561, esta criatura diabólica, de personalidad tan cruel como sugestiva, sigue proyectando su sombra sobre la historia y, en cierta medida, todavía fascinándonos. Walter Scott, Giovanni Papini, Sainte Beuve, Uslar Pietri, Pío Baroja y Miguel de Unamuno, entre otros, hicieron referencias en sus obras a su figura.

    Un escritor español injustamente olvidado, Ciro Bayo, le dedicó una novela, que tituló Los marañones. Ramón J. Sender, años después, escogió su peripecia vital para su famosa La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Numerosos historiadores, como el erudito aragonés Emiliano Jos, se ocuparon también de Aguirre, y Julio Caro Baroja le dedicó un largo estudio en su libro El señor inquisidor y otras vidas por oficio.
    En fin, el cine no podía dejar pasar de largo tan trágica historia como fue la suya, y dos cineastas, el alemán Werner Herzog y el español Carlos Saura, rodaron la peripecia de este vasco de Oñate en sendos filmes, el primero de ellos con la inolvidable interpretación de Klaus Kinski.

    ¿Tan grande fueron su gesta y su locura como para provocar tal atención? Digamos sencillamente que el currículo de sus hazañas se podría resumir de la siguiente manera: desde que se embarcó en Perú, a las órdenes del navarro Pedro de Ursúa, el 26 de septiembre de 1560, hasta que lograron matarle en Barquisimeto (costas de Venezuela), el 27 de octubre de 1561, Aguirre asesinó u ordenó asesinar a 72 personas, entre ellas a su capitán y a su propia hija, junto con más de treinta de sus propios hombres. Tan sólo pareció ser algo piadoso consigo mismo, ya que le gustaba llamarse, con una cierta melancolía, “el peregrino”.

    La aventura de Lope de Aguirre está perfectamente documentada, ya que tres de los componentes de la expedición amazónica, Fernando Vázquez, Pedrarias de Almesto y Custodio Hernández, realizaron en años posteriores la crónica de aquella “jornada”, nombre con que se conocía en el siglo XVI a las expediciones de carácter militar. Tal vez la intención de los tres cronistas no era otra que descargarse de responsabilidades y de complicidad una vez muerto el traidor.

    En 1542, buscando El Dorado, aquella fantástica ciudad imaginada por los conquistadores cuyas calles estaban asfaltadas en oro, Francisco de Orellana había errado su camino y navegado el Amazonas desde la cabecera del río Napo, en Ecuador, hasta la desembocadura en el Atlántico, hoy territorio de Brasil.

    Convencido de que había pasado cerca de aquel reino repleto de riquezas, Orellana organizó una nueva expedición desde España, para navegar, en esta ocasión, río arriba. Murió en 1546, víctima de fiebres, mientras se encontraba perdido en el dédalo de islas y canales que forman el extenso delta del Amazonas.
    En 1558, el virrey de Perú decidió organizar una nueva “jornada de El Dorado y el reino de Omagua”, y eligió para comandarla al capitán Pedro de Ursúa, nacido en Pamplona. Ursúa organizó su tropa y se dirigió a la cabecera del río Huallaga, un río tributario del Marañón, a su vez afluente del Amazonas. Nombró como segundos a Juan de Vargas y Fernando de Guzmán, y en calidad de jefe militar, a Lope de Aguirre.

    El día 26 de septiembre de 1560, la expedición inició su marcha en busca de El Dorado. Aguirre ya era conocido en Lima como “el loco”, e incluso había estado implicado en varios asesinatos. Fueron no pocos quienes aconsejaron a Ursúa que no le llevase con él, pero el navarro no hizo caso.

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  10. Aguirre era natural de Oñate, territorio guipuzcoano, y se definía a sí mismo como “vascongado”. La fecha de su nacimiento no está clara y los historiadores la sitúan entre 1511 y 1515, con lo cual tenía cerca de cincuenta años al inicio de la expedición. Aunque al parecer había recibido una cierta educación durante su juventud en España y sabía leer y escribir con soltura, carecía de fortuna, y la expedición constituía para él una oportunidad de enriquecerse.

    Era feo, corto de estatura y cojeaba del pie derecho a causa de una herida de guerra. Según cuentan los cronistas, desconfiaba de todos y nunca dejaba sus armas, pues vivía siempre en el temor de que alguien le asesinara.

    La expedición la formaban unos trescientos hombres, más algunos sirvientes indios y esclavos negros. Llevaban un buen número de caballos, pero hubo que abandonar la mayoría al no conseguirse embarcaciones suficientes. Los marañones, como comenzaron a ser conocidos enseguida los expedicionarios (el primer gran río peruano que desemboca en el Amazonas es el Marañón), iban bien armados, con cien arcabuces, cuarenta ballestas y buena provisión de pólvora y plomo.
    Formaban parte de la jornada seis mujeres, hecho poco frecuente: la amante de Ursúa, una bella mestiza llamada Inés de Atienza; la hija de Lope de Aguirre, Elvira, también mestiza, y las dos damas de compañía de cada una de las anteriores.

    Ursúa y sus naves, dejando atrás el Marañón, entraron pronto en aguas del Amazonas, y la navegación continuó sin incidentes destacables hasta que alcanzaron un lugar al que los cronistas denominaron reino de Machifaros, y que algunos estudiosos localizan en la ciudad de Coarí, en la Amazonia brasileña.

    Ursúa ya era visto con recelo por algunos de sus hombres, especialmente por parte de Fernando de Guzmán, uno de sus lugartenientes, y por Lope de Aguirre, su jefe militar. En el atardecer del 1 de enero de 1561, Guzmán y doce rebeldes más asesinaron a estocadas y cuchilladas a Pedro de Ursúa; al otro lugarteniente, Juan de Vargas, y a todos sus leales. Lope de Aguirre, instigador principal de la revuelta, permaneció en un segundo plano. Los amotinados gritaban tras los asesinatos: “¡Viva el rey! ¡Muerto es el tirano!”.

    A finales de marzo, el propio Aguirre asesinó a puñaladas a Inés de Atienza. Los episodios que hicieron más famoso a Aguirre se produjeron precisamente tras el asesinato de Ursúa. El navarro había sido nombrado comandante de la expedición por el virrey de Perú, que es lo mismo que decir que era emisario del rey de España, por entonces Felipe II.

    Una rebelión contra Ursúa era, en el fondo, una revuelta contra la Corona, lo que se consideraba traición y cuya pena no podía ser otra que la pena de muerte. Consciente de ello, Lope de Aguirre sabía que no había otra solución para él y sus aliados que continuar huyendo hacia adelante. Y de ese modo propuso a los amotinados la proclamación de Fernando de Guzmán como Su Alteza Real Fernando I el Sevillano, Príncipe por la Gracia de Dios de Tierra Tierra Firme, el Perú y Gobernador de Chile.

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  11. Caro Baroja considera aquel hecho como una afirmación de “desnaturación”, término que se empleaba para calificar el rechazo a un rey y a sus leyes y gobierno. Antes de Aguirre, algunos vizcaínos lo habían hecho durante el siglo XV, y otro personaje mucho más famoso que él, el portugués Francisco de Magallanes, se había “desnaturado” de Portugal en 1517 al considerar más beneficioso, antes de emprender la legendaria vuelta al mundo en la que perdería la vida, ofrecerse como vasallo al emperador español Carlos.

    Los portugueses siempre consideraron un traidor a Magallanes y su nombre sigue escociendo en las páginas escritas por algunos historiadores lusitanos.

    Por su parte, unos pocos estudiosos nacionalistas vascos han intentado, a su vez, encontrar en Lope de Aguirre una suerte de mito; pero la mayoría, con buen juicio, ha desistido, al poner en el otro lado de la balanza el peso de su malévolo corazón.

    En mayo de ese mismo año 1561, Aguirre ya no soportaba en el trono al rey Fernando, mientras seguían navegando río abajo el Amazonas. La noche del 22 le asesinó mientras dormía por el que parecía su método favorito de matar: a puñaladas. Y de inmediato hizo ajusticiar a todos sus partidarios. Los marañones eran ya, en las cercanías del actual Manaos, una tropa desesperada, sedienta de oro y gobernada por un tipo mesiánico, cruel, ávido al mismo tiempo de riqueza y de muerte.
    El mismo Aguirre diseñó la bandera de su cuadrilla de salteadores: dos espadas de plata, cruzadas y con las hojas goteando sangre, sobre un fondo negro. Se sabía a sí mismo un pirata, y como tal le consideraban ya las autoridades españolas.
    En el virreinato de Lima se había puesto precio a su cabeza. Durante un tiempo se afirmó que, en las proximidades de Manaos, la expedición cambió la dirección de su marcha y tomó el río Negro, para navegarlo hasta las cercanías de sus fuentes, tomar luego el canal de Casiquiare y seguir por el Orinoco hasta alcanzar su desembocadura primero, y más tarde la isla de Margarita.
    La fecha del desembarco de los marañones en la isla venezolana la fijan los cronistas del viaje en la tarde del lunes día 20 de junio de 1561. Desde su llegada a la isla hasta su partida hacia la costa continental venezolana, a finales del mes de agosto, Lope de Aguirre no cesó de saquear y matar en Margarita. Arrasó y vació de riquezas varias poblaciones insulares y, ya en el continente, venció a las tropas realistas en las ciudades de Nueva Valencia, Mérida y Tocuyo.
    Después de someterlas al pillaje y matar a varios representantes de la Corona hispana, decidió dirigirse a la conquista de la ciudad de Barquisimeto. Antes de ello, en Nueva Valencia, escribió su famosa carta de rebeldía a Felipe II. La misiva ha sido calificada por algunos, entre otros el libertador Simón Bolívar, como la primera declaración de independencia americana.
    También, como ya dije, algunos estudiosos de Euskadi han insinuado que a Aguirre puede contemplársele como una voz del irredentismo vasco. Ni una cosa, ni otra. Perseguido por la ley, “traidor” a su rey (así se definió él mismo tras la muerte de Ursúa), “Lope no sólo no se curó de conservar la reputación”, según observa Caro Baroja, “sino que exageró cuanto pudo para que aquella fuera mala por los siglos de los siglos”.



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  12. “Rey Felipe, Natural español, hijo de Carlos, invencible”, comenzaba la carta al monarca español. Y después de tratarle de ingrato añadía: “He salido con mis compañeros de tu obediencia y desnaturizándonos de nuestra tierra, que es España, voy a hacerte la más cruda guerra que nuestras fuerzas pudieran sustentar y sufrir (…).

    Por cierto lo tengo que vais pocos reyes al infierno porque sois pocos; que si muchos fuésedes, ninguno podría ir al cielo, porque creo que allí seríades peores que Lucifer, según tenéis hambre y ambición de hartaros de sangre humana; más no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamáis siempre menores de edad, y todo hombre inocente es loco; y vuestro gobierno es aire (…).

    Ya de hecho hemos alcanzado en este reino cuán cruel eres y quebrantador de fe y palabra; y así tenemos en esta tierra tus perdones por de menos crédito que los libros de Martín Lutero”. Finalmente, después de relatar con detalle las muertes de Ursúa y de Guzmán, y todos los asesinatos ordenados y cometidos por él, Aguirre añadía la lista de sus principales compañeros. Y rubricaba: “Hijo de fieles vasallos en tierra vascongada, y rebelde hasta la muerte por tu ingratitud: Lope de Aguirre, el Peregrino”.

    Las tropas realistas se reorganizaron cerca de Barquisimeto, y el gobernador general dictó un bando por el que se ofrecía el perdón a quienes desertaran de las filas de Aguirre. La promesa de amnistía tuvo un efecto inmediato, y, casi en masa, los marañones abandonaron a su capitán. Sabiéndose perdido, Aguirre mató a cuchilladas a su hija, para que no quedase como “puta de todos”. Dos arcabuzazos le alcanzaron después, uno en la pierna y otro en el pecho. Custodio Hernández, uno de sus cronistas y compañero de la aventura amazónica, le cortó la cabeza mientras agonizaba.

    Al cadáver le amputaron las dos manos, y una de ellas, la derecha, fue enviada a Mérida; la otra, la izquierda, se despachó hacia Nueva Valencia. Ambas eran poblaciones que Aguirre conquistó y saqueó en las semanas anteriores a su muerte. La cabeza fue exhibida durante días en otra de las ciudades tomadas por “el loco”, Tocuyo, hasta que, según relata Ramón J. Sender en su novela sobre Aguirre, “quedó convertida en cecina”.

    De ese modo terminó aquella sangrienta “jornada de El Dorado”. Pero el recuerdo no se perdió en el tiempo. Hoy todavía, el lugar de la isla de Margarita en donde desembarcó Lope de Aguirre con sus marañones se conoce como la bahía del Traidor. En Tucuyo se celebra fiesta el día de la muerte de Aguirre, todos los 27 de octubre. Y en Barquisimeto, según los habitantes de la ciudad, su fantasma se aparece de cuando en cuando. Al menos así interpretan muchos de ellos un fenómeno natural de fuegos de luz fosfórica durante las noches muy oscuras, una especie de fata morgana común en la región.
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    https://www.youtube.com/watch?v=SEhZprR-jF8

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  13. Gracias, Inés, por haber cambiado la sede de tu negociado, por exportar la empresa de provocación social que tenéis montada en Ciudadanos desde Catalunya a Madrid. Las excursiones son sin duda vuestro producto estrella. Desde Waterloo a Altsasu, desde el pueblo de Puigdemont a la retirada de lazos, hasta llegar al Orgullo madrileño. Debe ser que el tema de los colores os pierde.

    Ni siquiera he leído con detalle lo que ha pasado porque reconozco la pauta, la estrategia, de antes, durante y después. Y, sobre todo, porque reconozco la musiquilla de victimización de Ciudadanos ante los fascistas y antidemócratas que encontráis por todas partes y no os dejan vivir allí donde vais. ¡Es indignante que la buena gente no pueda salir a la calle, sea excluida y que se politice todo! Cuánta razón que llegáis a tener y cuántas horas de tele que llenaréis.

    En Catalunya, el teatro para demostrar la violencia os daba mucho más trabajo, pero no sufríais ni pizca por vuestra seguridad

    Ahora bien, me parece que en este último paseo habéis probado un tipo de respuesta diferente, por otra parte, nada encomiable, que me recuerda mucho y mucho al cuento de Pedro y el lobo. Tanto llamar al mal tiempo, al final ha llegado; o, como ahora se dice, más modernamente, repite mucho una cosa que se convertirá en realidad. Celebro y mucho que haya sido fuera de Catalunya, entre otras cosas porque hoy mismo ya habría unos cuantos y unas cuantas, de catalanes y catalanas y ya ni siquiera necesariamente independentistas, en prisión. Y además habría muchos y muchas de los asistentes y de los espectadores de este Orgullo madrileño que os hubieran coreado el agravio sufrido; quizás ahora reflexionarán sobre lo peligroso que es creerse los relatos sin más contraste, ni de versión ni de hechos. No sé, sin embargo, si todavía pido demasiado, dado que ser víctima de un tipo de fobia social no te asegura reconocer las otras. En mente, un ejemplo muy claro, pero no quiero alimentar la polémica.

    Espero que ahora además sientas cierta nostalgia de Catalunya, y no porque te acogiéramos como una catalana más, sino porque aquí, en Catalunya, el teatro para demostrar la violencia os daba mucho más trabajo, pero no sufríais ni pizca por vuestra seguridad. Teníais que esforzaros más con el fin de explicitar el mal trato recibido ante la inexistencia de hechos y por lo tanto de imágenes de los mismos, excepto las manipuladas, que avalaran vuestro relato de fractura, de miedo, de acoso, de ignominia, de inseguridad, de fascismo, de antidemocracia, pero teniendo la absoluta tranquilidad de saber que no os peligraba nada porque el independentismo es y ha sido absolutamente pacífico. Es decir, las vuestras eran aquí salidas fáciles, cómodas y tranquilas, de P3, más todavía cuando lo que os encontrabais era un Tortosa, pero ya sabemos que, en todas partes, al subir de nivel aumenta la dificultad.

    Cristina Sanchez
    Arrimadas, vivir de la provocación




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    Respuestas
    1. Hola, Megustas (hola, Luis).
      Megustas, después de haber leído decenas de artículos y escuchado otras tantas entrevistas radiofónicas sobre el tema de tu última aportación, no tengo nada clara mi opinión, basculo de una idea a su contraria.
      Por un lado, veo el victimismo, la provocación y el rédito político extraído. A veces veo actitudes, comportamientos, gestos, que me hacen pensar en la harina y la levadura, veo rostros cada vez más afilados.

      Por otro lado, creo que se le debe negar a nadie la participación en ese tipo de eventos, piense lo que piense y tenga los amiguitos que tenga. Ese tipo de censura y derecho de admisión nos remite tiempos en los que claman ahora por la libertad eran reprimidos --- No olvides, aunque eres joven para eso, la Ley de Vagos y Maleantes.

      Como viene siendo habitual en este solar hispano, mal unos y otros.

      Llevamos ya demasiados años sin gobierno, muchos asuntos sin atender y un grupo de jovenzuelos que no se entienden, egos gigantescos, cero responsabilidad, mucha palabrería hueca y la casa sin barrer. Suena como El proceso de Kafka.

      Mi hijo está pasando grandes calores ahí, en tu país. Aquí nos falta el agua, mañana empiezan a subir los termómetros.
      ***
      Uno de los principales caballeros de Lima, llamado Pedro de Añasco, escribió a Ursúa diciéndole que había sabido que quería llevar en la expedición a su amante doña Inés de Atienza, viuda de un vecino del Perú, y le aconsejaba que no lo hiciera. Para eso le recordaba los versos del romance del conde Irlos:
      Caballero que va en armas
      de hembras no debe curar.

      La presencia de doña Inés —decía— sería causa de contrariedades. Le rogaba que le diera consentimiento para hacer una discreta gestión de manera que doña Inés accediera a quedarse en Trujillo sin que supiera que era deseo de su amado el separarse. Ursúa contestó a todos los puntos de la carta, pero no dijo nada de doña Inés y por el contrario se quedó pensando: ¿quién autoriza a Añasco a intervenir en mi vida privada?

      En otra carta Añasco le decía también que cuidara mucho de algunos individuos que llevaba en su armada y que prescindiera de ellos, «ya que por diez hombres más o menos no dejará de salir adelante en su jornada». Le daba los nombres de los soldados que consideraba peligrosos, entre ellos Lope de Aguirre, Zalduendo y La Bandera. Pero Ursúa no echó de su campamento sino a un soldado que no era ninguno de aquellos tres y sólo por un delito ligero de indisciplina.

      Pensaba Ursúa que no se hace la guerra con santos y a veces el peor a la hora de la verdad es el mejor.
      El virrey mismo escribió a Ursúa recomendándole también que echara por lo menos a La Bandera, Zalduendo, Lope de Aguirre, al mulato Miranda y a dos o tres más. No salió ninguno de ellos del campamento porque Ursúa confiaba en su propia astucia y vigilancia.








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    2. Uno de los soldados sospechosos era, como hemos visto, Lope de Aguirre, que solía rodearse de aventureros con historias de sangre, entre ellos un tal Llamoso y otro Bovedo y Figueroa y el mulato Miranda también citado y otras malas piezas, negros o blancos.

      Pero Aguirre era algo más —mucho más— que un pícaro. Los pícaros eran los primeros que lo sabían.

      Eran ya trescientos entre los que se habían concentrado en Santa Cruz, de los cuales algunos partieron para las orillas del río, que estaban veinte leguas más abajo, con objeto de fabricar los bergantines de la expedición.

      Entre ellos había serradores, carpinteros y calafates, ebanistas de ribera, tallistas de arboladura y peones para la corta de árboles, estos últimos casi todos negros. Llevaban, como se puede suponer, herramientas al caso y hierro para fabricar clavos y grapas. También materiales para hacer brea. Para esta última contaban además con las resinas naturales del bosque.

      El maestro de oficiales que dirigía la construcción de bergantines se llamaba Juan Corzo. Mientras unos trabajaban otros les abanicaban y oxeaban para impedir que el calor y los mosquitos acabaran con ellos.

      El clima no era muy saludable en aquellas latitudes. No llovía —era la época seca del año—, pero había humedad siempre en los lugares donde los árboles producían sombra. Había demasiada humedad. Se sentía siempre el aire mojado.

      El capitán Ursúa a veces pensaba que su empresa iba a fracasar antes de comenzar realmente. Había tomado dinero de todo el mundo y como pasaban los meses sin que la expedición saliera, llegaron a amenazarle en Lima con nombrar un contador que fuera al campamento y revisara las cuentas. Eso le asustó y le hizo acelerar los trámites.

      Al caer la tarde, Ursúa gozaba del fresco en un solanar descubierto acompañado de sus galantes memorias de Trujillo y veía a veces que en el fondo del paisaje ya oscuro quedaba la cresta de una serranía y en ella un alto pico bañado todavía de sol, dorado y luminoso.

      Aquel pico, encendido sobre la prematura noche del valle, le hacía pensar en Inés de Atienza, que estaba aún en Trujillo, pero que pronto acudiría a Santa Cruz también. El color del último sol en las altas rocas era el mismo de la piel de doña Inés.

      A veces pasaba por debajo del solanar el soldado Pedrarias, hombre de buena presencia y mejor parola. Ursúa se acordaba de que aquel hombre era de los pocos que en Lima se habían atrevido a decir, en una reunión de hidalgos en la que había dos curas, que no creía en Dios. Ursúa creía algunos días. Otros, no.

      Había días en los que el aire centelleaba como las aristas del diamante y eran días secos. La temporada de lluvias no había comenzado. Ursúa encontró aquel día a Pedrarias y al verlo en mangas de camisa y despechugado, le dijo:
      —¿Qué, no aguanta bien vuesa merced el calor?

      —Oh —dijo Pedrarias—, vuesa señoría sabe que el calor es una tortura antigua en estas tierras.

      Quiso Ursúa tantear la opinión de Pedrarias, a quien consideraba hombre de cabeza clara: —Sois —le dijo— uno de los pocos hombres de historia limpia que no me han aconsejado todavía que eche gente del campamento.
      —¿Qué gente?
      —Gente de mal vivir, dicen.

      Ursúa no quería decir nombres. La mejor virtud de un jefe es la impersonalidad. Y Pedrarias se daba cuenta y respondía:
      —Me figuro quiénes son, pero ésos pueden ser los mejores soldados, porque son los que más necesidad tienen de hacer olvidar su bellaquería.
      En aquel momento pasó don Martín de Guzmán, quien intervino:
      —Son casos desesperados esos soldados. Quiera Dios que no sean un mal contagioso en la armada.

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    3. Guzmán y le dijo:
      —Tengo que salir pronto, porque este campamento es una alcancía sin fondo. Guzmán volvió a aconsejarle que hiciera una purga en el campo. Le respondió Ursúa:

      —Si fuéramos a hacer una investigación a fondo en las vidas de toda la gente, desde lo más alto a lo más bajo, no resistiría nadie la prueba. Y por eso creo como Pedrarias que hay que darles a los peores una ocasión para emparejarse con los buenos. Vuesa merced verá cómo da resultado.

      Confiaba demasiado Ursúa y no era la suya una confianza en la rehabilitación de los otros, sino en su propia insensibilidad para los lados incómodos de las cosas. Él sabía hacerse un mundo aparte en medio de los demás y encerrarse consigo mismo y cuando llegara doña Inés aquel aislamiento sería de verdad gustoso.

      Durante los últimos meses, Ursúa, enamorado de Inés, había puesto en ella el interés que era capaz de sentir por la humanidad entera. Por esa razón, fuera de Inés, todo lo demás le parecía indiferente y lejano.
      Este sentimiento, en un jefe, podía ser peligroso.

      Los preparativos de la empresa eran tan complicados que habían pasado ya ocho meses desde los primeros pregones y todavía no sabía cuándo saldrían. La demora no se debía a los bergantines, porque esta faena iba muy adelantada y podría ser apresurada y acabada en pocos días si era preciso, pero Ursúa andaba muy sin dineros. Se sabía que había tenido que acudir a las arcas del Tesoro, parsimoniosas con los que emprendían conquistas, y al bolsillo mismo del virrey, quien le prestó algunas cantidades. Pero faltaban aún vituallas, herramientas y armas.


      Por otra parte, Ursúa necesitaba informes más concretos sobre el Dorado. Los indios motilones trajeron a otros indios llamados brasiles, quienes hablaban a Ursúa de pueblos construidos con losas de plata y del gran lago donde se bañaba cada día el rey de aquel país para ser después ungido y su piel cubierta de láminas o de polvo de oro. Era servido aquel rey por esclavos vestidos de igual manera.

      Pero de lo que nadie hablaba era del lugar exacto donde el Dorado —así llamaban a aquel príncipe— reinaba. Unos decían una provincia y otros otra. Al parecer caía cerca de las orillas del río Amazonas, a seis o siete grados de latitud sur, casi en la línea equinoccial.


      La fama de loco que tenía Aguirre influía en sus actos, es decir, que a medida que envejecía —tenía ya cuarenta y cinco años, que no eran pocos para un soldado— se creía en el caso de justificar su reputación. Para responder al deseo de influencia que la mayor parte de las personas tienen, se adaptaba a la reputación que le habían hecho, y aquella fama de loco le vino de algunas ocurrencias causadas por su falta de memoria, como la siguiente: cuando trece años antes nació su hija Elvira, salió de casa para avisar al cura y bautizarla y, habiéndose olvidado por el camino, se fue a beber con el primer conocido que topó.

      A veces perdía la memoria de lo más inmediato, aunque se acordaba muy bien de hechos ocurridos en su infancia y en su juventud. Por otra parte, solía decir que leía las intenciones más secretas de los otros y lo explicaba con ejemplos a veces inquietantes.

      Aquella su fama de loco era una manera de gloria, aunque fuera en el fondo bastante mezquina y vil, y se veía que el no haber conseguido otra lo traía inquieto. En Santa Cruz pensaba Lope de Aguirre demasiado en sí mismo.

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  14. y doña Inés? vino o no vino?

    sigue, sigue
    ....mgts

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  15. Hola, Megustas. Voy a retener a doña Inés en mis brazos, para que medre tu intriga.. Qué haces? Otra vez? Casi prefiero enfrentarme a un caimán. Oh, sí, oh, sí, ohhh, la la la la, en el Orinoco me como cocos; en el Amazonas me como ... bueno aquí no sabéis gallego, it wouldn't make any sense... :-)
    ****
    En Santa Cruz pensaba Lope de Aguirre demasiado en sí mismo. Un día de aburrimiento afiló la pluma, buscó papel y comenzó a escribir:
    «Yo, el mentado Lope de Aguirre, cristiano viejo, hijo de medianos padres, hidalgo natural vascongado de la villa de Oñate, en los reinos de España, digo que nací el cuatro de febrero del año 1513 en la dicha villa donde me bautizaron.

    En la edad menor fui como tantos otros y aún peor, porque mis padres me consideraban la vergüenza de la familia y querían meterme en algún barco y echarme a la mar. Esto lo digo más por mi padre, que los otros andaban siempre tratando de salvarme si podían, especialmente mi madre, pero como estaba tan arrinconada y acoquinada, poco caso hacía nadie de ella si no era en la iglesia, adonde llevaba aceite y cera y vestidos para los santos en las grandes fiestas.

    No pienso que haya cosas muy nombradas, digo entre las que me acaecieron, sino que todas las horas del día oía hablar de las Indias y de las tierras descubiertas en el nuevo mundo. Se hablaba de eso en Oñate por los muchos navegantes que iban y venían diciendo historias más o menos puestas en razón, que recordaban a veces las de los libros de Amadís.

    Yo y otros muchachos andábamos con todo eso muy levantados de mollera y el que más y el que menos pensaba aventurar su vida por la mar descubriendo tierras o por la tierra descubriendo naciones. Y atendíamos más a eso que a las declinaciones latinas, aunque también andaba yo algo ocupado con Valerio Máximo y sus historias de la Roma antigua que nos hacía leer el maestro. »Luego mi padre me mandó a Altuna a una escuela de caballeros, digo de destreza y caballería.

    Si hubiera de decir y traer a la memoria parte por parte todas las cosas de aquel tiempo en la villa vascongada habría menester otro cronista que tuviera más clara elocuencia y mejor retórica, y con todo y eso serían de poca monta, porque todos los chicos son iguales en todas partes, bellaquería más o menos. »Trato de escribir mis recuerdos, pero algo va de la espada a la pluma y ésta es más pesada tal vez que el arcabuz y la partesana, digo, para el que no tiene costumbre como yo».

    Pero de pronto le pareció desairado escribir sobre sí mismo y tiró el papel a la chimenea apagada. Más tarde fue a buscarlo, lo alisó otra vez con las palmas de las manos —la izquierda estaba contraída por una herida mal curada— y se dijo: «En Oñate mi vida no tuvo importancia, pero aquí en Indias me he portado como otros».
    Y con esa idea siguió escribiendo.

    https://ianasagasti.blogs.com/.a/6a00d8341bf85353ef022ad37c2de3200d-200wi

    https://1.bp.blogspot.com/_wHWAW4akHbs/TFAPbyWPwtI/AAAAAAAACTs/hxIPrTS5bNo/s1600/tonto-el-que-lo-lea.jpg




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  16. «Me embarqué en Sevilla para venir acá en el año 1537 con una cédula que tenía ya del año anterior para ser regidor en el pueblo donde viviera el gobernador del Perú, y digo que esos cargos sólo se dan a personas hidalgas de solar conocido.

    Después de aquella cédula me dieron otra firmada el 1 de diciembre de 1536, diciendo que aquel regimiento que me otorgaban debía yo tenerlo y ejercerlo allí donde quedara establecido el gobierno de Nueva Toledo, cuya entrada y conquista se había capitulado ya con Almagro. Yo estaba contento con aquello, porque me parecía digno de mí. »

    Cuando llegué a esta tierra del Perú vi que la tropa andaba separada en bandos, unos por Pizarro y otros por Almagro, de lo que vino la contienda de 1538, en donde si me hallé o no me hallé a nadie le importa y no voy a decirlo aquí, que demasiado hablan los que no hacen nada y no voy yo a echarme tierra a los ojos.

    Pero la verdad es que estuve en las entradas de los Chunchos con Pedro de Candía y en los Andes, que son montes fríos y ásperos como ninguna otra montaña en el mundo, y allí muchos cayeron y volvíamos maltrechos cuando nos salió al encuentro el mismo don Hernando Pizarro en persona con Peransúrez, Diego de Rojas, el famoso también Gonzalo Pizarro y otros capitanes y allí mismo don Hernando le quitó el mando a Candía y se lo dio a Peransúrez, con quien yo marché a Carabaya y a Ayavire, montes adentro otra vez y en el peor tiempo, que yo pensé que era mi fin como los otros el suyo y más de uno acertó, aunque yo, por fortuna, me equivocara. Que dentro de lo malo siempre he tenido alguna suerte.

    ---Mucho me tarda en aparecer esa doña Inés. Cómo me aburro, mare de Deu!

    ---Esta ocupada. Ya acabamos, espera un pocohhhhhh. Pero otra vez, Inesiña? Esres insaciahhhhhh



    Llegamos algunos dolientes al pueblo de Sietelinga, donde descansamos cinco o seis semanas, que falta nos hacía. Y después, en lugar de seguir, nos volvimos por el mismo camino, pero no todos, sino menos de la mitad, que los otros se quedaron por las barrancas helados o muertos de hambre. Algo se ha hablado de eso, pero unos lo cuentan y otros lo viven. Y todavía otros que no han andado en el trance lo cobran en mercedes.

    Con Peransúrez iba yo todavía cuando sucedió la mala muerte de Pizarro el viejo, y al saberlo nos volvimos todos desde Chuquisaca hasta el Cuzco, y allí nos reunimos hasta trescientos, todos hombres de armas, y fuimos por Guamanga y la provincia de Jauja a Guaylas, donde estuvimos más de tres meses esperando a Vaca de Castro, y yo, con otros, volví a Guamanga, que también lo llaman Ayacucho, y allí estuve hasta cuando llegaron a Guaylas las tropas de Vaca de Castro, y tuvieron un recio encuentro con Almagro el mestizo en septiembre de 1542.

    Después se levantaron motines contra el virrey Núñez Vela por las regulaciones que vinieron de España en favor de los indios, y yo era sargento, y estaba en Lima, y de los pocos leales que estuvieron en el campo del virrey, con grande peligro de sus vidas, fuimos dos sargentos, el llamado Gabriel de Pernia y yo, pero no se pudo salvar el virrey, que lo encarcelaron y después murió en Añaquito. Las regulaciones sobre los indios eran bien pensadas, pero imposibles de practicar, como se vio después.

    Ursúa -->
    https://panamericana.vteximg.com.br/arquivos/ids/280995-650-650/ursua-9789585433700.jpg?v=636482541930770000

    Doña Inés en la batalla contra los indios motilones -->

    https://www.esdiario.com/images/carpeta_relacionados/2018/10/05/md/46774_arrimadas.jpg






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  17. »De lo que pasó luego en Trujillo, donde yo estaba, no diré palabra, que otros hablarán por mí si quieren.
    »En las entradas y encuentros de bandos me encontré,
    y también en el mal fin del justicia mayor de Charcas llamado Hinojosa tuve parte,
    aunque no la que se ha ha dicho, que no me mojé de sangre, pero así va la verdad como el diablo lo dispone y lo mismo pasó en la mala muerte de don Sebastián Castilla, a consecuencia de todo lo cual a mí me pregonaron la pena de muerte y harto tuve que andar caminos de noche y trepar montañas para salvar la piel. »

    Dejando esto, que no es necesario entrar en prolijidades, cuando dieron el perdón a los que se alistaran en las banderas del virrey, para combatir contra Hernández de Girón, yo bajé al llano y fui uno de los que se ofrecieron y al campo salimos, y en la batalla de Chuquinga me dieron dos arcabuzazos en la pierna, de los que me quedó la renquera que se sabe, y un tercer tiro en la mano izquierda, que si fuera la derecha habría acabado con mi oficio de hombre de guerra y también de jinete desbravador de caballos. Pero no fue así, por fortuna.


    »Viendo yo que todos sacaban algo de sus hechos y hazañas, y aun de lo que no hacían, y que yo no sacaba más que el tiempo y la sangre perdidos y que me hacía viejo y sólo me daban potros que desbravar, comencé a sentirme estrecho dentro de mi conciencia, y con otros como Zalduendo anduvimos en revueltas y aun tuve la soga al cuello después de un motín en el Cuzco. Como hombre veraz lo confieso, que aquí no me falla la memoria. »

    La mayor parte del tiempo fui leal, pero ¿de qué me valía? Hasta cuando defendía al virrey estaba en falta y querían hacérmelo pagar. Reconozco que alguna vez he hablado más de la cuenta y la muerte de alguno es testimonio, pero los que se pierden en estas tierras se pierden porque quieren, que lejos están de Castilla, y si Pizarro, y Girón, y Almagro acabaron mal fue porque ninguno de ellos tenía bastantes arrestos para alzarse con la corona del Perú y hacerse rey contra el de Castilla, que allí no saben nada de lo que pasa aquí por la distancia, y aunque quisieran remediarlo ya sería tarde. Eso es lo que he dicho siempre».

    Escritas estas páginas, Lope de Aguirre se levantó, las leyó, se quedó dudando y luego arrojó los papeles al fuego. Viéndolos arder se decía: «No sé qué me pasa que en poniéndome a escribir siempre digo cosas por las que pagaría con la cabeza si se divulgaran».


    https://3.bp.blogspot.com/-Y-e0Isnq99k/W_PWfzAC5VI/AAAAAAAADDI/69WlfdESOCkQle42Eb1KDAUkPq7ILvSEACLcBGAs/s640/pizarro%2Balmagro%2B-%2Bcopia%2B-%2Bcopia.jpg


    https://ianasagasti.blogs.com/.a/6a00d8341bf85353ef022ad37c2df1200d-600wi

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  18. Cuya voluntad, así a los ya dichos reyes católicos como de su majestad ha sido y es, que gran cuidado se tuviese de la conversión de las gentes de todas aquellas provincias y reinos, porque éste era su principal intento, y que los gobernadores, capitanes, y descubridores, con celo de cristiandad les hiciesen el tratamiento, que como a prójimos se debía.
    Y puesto que la voluntad de su majestad ésta es y fue, algunos de los gobernadores y capitanes lo miraron
    siniestramente, haciendo de los indios muchas vejaciones y males. Y los indios por defenderse se ponían en armas, y mataron a muchos cristianos, y algunos capitanes. Lo cual fue causa que estos indios padecieran crueles tormentos, quemándolos, y dándoles otras recias muertes.
    ...
    Ni tampoco afirmo, que estos males que en los indios se hacían eran por todos los cristianos, porque yo sé e vi muchas veces, hacer a los indios buenos tratamientos por hombres templados y temerosos de Dios, porque si
    algunos enfermaban, los curaban y sangraban ellos mismos, y les hacían otras obras de caridad. Y la bondad y misericordia de Dios (que no permite mal alguno, de que no saque los bienes que tiene determinado) han sacado de estos males muchos y señalados bienes, por haber venido tanto número de gentes al conocimiento de nuestra santa fe católica, y a estar en camino para poderse salvar.
    Pues sabiendo su majestad de los daños que los indios recibían, siendo informado de ello, y de lo que convenía al servicio de Dios y suyo, y a la buena gobernación de aquestas partes, ha tenido por bien de poner visoreyes y audiencias con presidentes y oidores, con lo cual los indios parece han resucitado y cesado sus males. De manera que ningún español por muy alto que sea les osa hacer agravio. Porque demás
    de los obispos, religiosos clérigos, y frailes que continuo su majestad provee muy suficientes para enseñar a los indios la doctrina de la santa fe, y administración de los santos sacramentos, en estas audiencias hay varones doctos y de gran cristiandad, que castigan a aquellos que a los indios hacen fuerza y mal tratamiento y demasía alguna.
    Así que ya en este tiempo no hay quien ose hacerles enojo; y son en la mayor parte de aquellos reinos señores de sus haciendas y personas como los mismos españoles.

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  19. y esto nos era portada en los periodicos nacionales, en cambio lo fue cuando los acusaron de incitacion al odio.
    La prensa deberia dar el mismo peso a una y otra cosa
    El juzgado de instrucción número 7 de Martorell (Baix Llobregat) ha archivado las tres denuncias que quedaban abiertas contra los docentes de l'IES El Palau de Sant Andreu de la Barca, investigados por presuntamente haber despreciado alumnos hijos de guardias civiles después del 1-O.
    Según ha podido saber la ACN, el juez ha concluido que no hay suficientes indicios para mantener la causa abierta por los delitos de odio y contra la integridad moral. El mismo juez ya archivó meses atrás cinco otras causas similares, y el juzgado de instrucción número 3 de Martorell va hace lo mismo con una investigación sobre otro profesor.
    mgts

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  20. Yo lo oí hoy como 2ª noticia de los informativos de Radio Nacional de España, Megustas.
    Calor hace, incluso a altas horas de la madrugada. Ni quiero pensar cómo estará mi hijo en Barcelona. ((Estará como los demás millones de catalanes, padeciendo estos rigores veraniegos. Ah, pues no, la temperatura en Barna no difiere de la mía. Algún día tus crianças vivirán lejos de ti, Megustas. Aprovecha que aun son peques, disfruta de su niñez, no tendrás época más feliz))

    *******

    Veía arder los papeles y se agradecía a sí mismo aquella precaución. Cuando los papeles se consumieron, Lope de Aguirre decidió que era pronto para escribir sus propias hazañas. En estas reflexiones se estuvo Lope de Aguirre aquel día mientras fuera llovía caudalosamente —cosa rara, porque era fuera de estación—, y algunos soldados pasaban por la plaza corriendo con un saco puesto en la cabeza como capillo y cogulla de fraile.

    Había soldados que tenían consigo sus mujeres o sus mancebas en el real, aunque la mayor parte pensaban quedarse en tierra cuando embarcaran. Algunos llevaban consigo también la hacienda. Una hacienda miserable, como se puede imaginar. Lope llevaba a su hija Elvira, de trece años, y a una sirvienta llamada la Torralba, criolla de vida dudosa, a quien Lope había redimido más o menos y obligado con las promesas del Dorado. Era un poco rara aquella mujer. Lo primero que hizo al llegar a Santa Cruz fue subirse al solamar de la casa y cantar una jota soriana. Luego se disculpó con Lope de Aguirre: —Subí para tender ropa, y una vez allí tuve que cantar.

    La verdad era que tenía buena voz y que la gente acudió a oírla. En la casa había una habitación decorosa y cómoda que ocupaban la niña Elvira y la Torralba. Las dos eran muy religiosas y la Torralba trataba de hacerse perdonar su pasado a fuerza de rezos. Aquello de la jota era una vena de extravagancia que había en la familia —decía ella— por el lado materno. En cuanto se sentía en un lugar elevado, una escalera, la rama de un árbol, lo alto de una colina, rompía a cantar. Lope la llamó, y al tenerla delante le dijo:

    —Mañana sale una tropilla de motilones de carga para el valle. Mire si Elvirica necesita alguna cosa. Necesitaban tantas y habían renunciado tantas veces a tenerlas que la Torralba dijo que no. Nada necesitaban sino la ayuda de Dios cuando llegara el momento de partir, que parecía atrasarse demasiado, y aquello le daba mala espina. Pero acababa de decirlo cuando Elvira acudió pidiendo que le compraran un espejo.
    —Teneos derecha, voto a Cristo.
    Iba la niña un poco echada hacia delante, porque de otro modo se le marcaban demasiado los pechos y, siendo una novedad en su cuerpo, no estaba acostumbrada.

    —Teneos derecha —repetía el padre.
    Un día la Torralba le explicó la causa de aquella tendencia de la niña a encorvarse y Lope alzó las cejas, extrañado:
    —Parte es del atractivo de la mujer, ¿no es eso?
    —Sí —respondió la Torralba—, pero lleva tiempo acostumbrarse.

    Era Elvira joven y linda, con la piel dorada de las mestizas, y en sus ojos, ahora, que iba siendo mujer, descubría a veces Lope luces familiares. No disimulaba la Torralba su miedo a la expedición y a veces la niña se contagiaba del miedo de la dueña. Las dos estaban contentas, sin embargo, de que fuera río y no mar donde iban a navegar.

    Les decía Lope aquella tarde lluviosa mientras paseaba por el cuarto acomodando los pasos a la cojera: —No tengáis miedo, que vamos al Dorado, donde siempre es la primavera y hay mucha población y buen orden en las costumbres, de modo que tendréis allí una vida mejor.
    —¿Es seguro que podrán conquistarlo tan pocos hombres? —decía la Torralba.

    —No eran más los de Cortés en México. Dentro de algunas semanas estaremos en el río y por él iremos a donde podamos mejorar en honra y provecho.

    http://4.bp.blogspot.com/-1-X55ZAktUU/VWBbElLSSKI/AAAAAAAAGmA/XKehfBNSlMI/s1600/aguirrelairadedios3.jpg

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  21. Diciendo esto Lope creía ver a la Torralba cantando su jota soriana en el solanar de un palacio del Dorado con maineles de plata maciza.

    —¿Es verdad —preguntaba Elvira— que el Dorado es un hombre que reina al lado de una laguna?

    —El rey de esa tierra —contestaba Lope— adonde vamos tiene la costumbre de cubrirse todas las mañanas el cuerpo con un licor untuoso y sobre él espolvorean oro en el pecho y la espalda y en todos los miembros, de modo que parece estar hecho de ese metal y así resplandece a la luz del sol.

    La Torralba recelaba:
    —He oído decir que los indios brasiles suelen ir a la guerra para hartarse de carne humana.

    —Cuentos de viejas. Parecía oírle la Torralba con escepticismo. Y añadió:

    —Lo que dudo es que tan pocos hombres puedan sujetar a tanta gente de guerra como debe haber en el Dorado.


    —Con menos gente entró Belalcázar en Quito. Iba Lope irritándose porque sabía que la Torralba no le creía.

    —En el Dorado —gritaba como si ella fuera sorda— hay minas de plata, las más ricas del mundo, y tribus de indios que se llaman los bochicas, que cada mañana echan pedruscos de oro a un lago como tributo porque su Dios está adentro y es fama que ese lago ha subido más de tres estados con los tesoros acumulados abajo, y eso debe ser cierto, porque los chibchas yo los he visto cuando echan también al agua de un lago sus ofrendas.

    Ordás fue el primero que tuvo noticias y supo que ese señor del Dorado era tuerto para más detalles y que llevaba tantos canutillos de oro como victorias había tenido y ofrendaba cada año al lago un bulto del tamaño del hombre, todo de oro macizo, con otras figuras alrededor de reyes muertos o sojuzgados, y éstas no son fantasías, sino noticias de hombres como yo.

    Seguía escéptica la Torralba, como suelen serlo las mujeres viejas ante cualquier novedad.

    Lope insistía:
    —Y sabemos muy bien dónde está el imperio omagua y también la casa del sol de la Nueva Granada y otras cosas de más suponer, y las veréis antes de mucho, y aún os daréis de narices con ellas.

    —¿Eso lo dice don Pedro? —preguntaba la Torralba.

    —Don Pedro de Ursúa puede decirlo si quiere, pero antes lo digo yo. ¿Oyes? Hace no más de diez años, Quesada, hermano del adelantado, fue a esas tierras o, por mejor decir, a la ciudad de Macatoa, próxima a los omaguas, caminando desde la orilla del mar en la dirección que le marcó un guía indio. Para más señales de orientación, llevaba el pecho cara al sol en la mañana y en la tarde el sol no le daba sobre la espalda, sino sobre el hombro derecho, y así llegó con los suyos al Guaviare, que es un río, y luego a Macatoa, y andando ocho jornadas más con el sol en el hombro derecho llegó a la gran población de Omagua.

    Le habían dicho que no se acercaran a la ciudad porque eran muchos y muy guerreros los habitantes, y lo mismo le pasó a Cortés en México, pero si hicieran caso nunca habrían entrado. Y en la ciudad de Omagua la vieron con calles derechas y largas y casas muy juntas, sobresaliendo una que estaba en medio y pertenecía al cacique Guarica.

    Allí tenía su morada y templo con muchos ídolos de oro grandes como una niña de cincuenta lunas, que así cuentan la edad los omaguas. El jefe Huten, que se llamaba así porque era de origen tudesco, mandó entrar y dio batalla contra más de quince mil indios, a los que venció y desbarató. Pero, no pudiendo sostenerse en la tierra, acordaron salir de ella. Al pasar por Tocuyo fue Huten muerto por Carvajal.

    Todo eso pasó y anda escrito y todo el mundo lo sabe. Pero nosotros vamos a hacer cosas mejores con la ayuda de Dios, y aun sin ella, y en los omaguas, y más adentro de ellos, en el Dorado. ¡Y todo esto es verdad porque lo digo yo! Aunque incidentes como aquél eran frecuentes con la Torralba, nunca podía acostumbrarse Lope a ver que había gente inocente y de buena fe dispuesta a dudar de lo que él decía. Simplemente, porque lo decía él, y tal vez porque era cojo.

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  22. La idea de que comenzaba a ser viejo y no podía confiar mucho en el futuro para labrarse aquella autoridad que no tenía aún lo trastornaba a veces. No tenía autoridad siquiera con la Torralba.

    Se reunía Lope a menudo con Zalduendo, García de Arce y Pedro Castillo a murmurar de Ursúa, no como capitán, sino como hombre joven siempre dispuesto a darse importancia.

    —No es que se la da —advertía Arce—, sino que la tiene.

    Pero no todos estaban de acuerdo con esto. Luego hablaban de mujeres. Zalduendo era el más enamorado del grupo. El metisaca —como llamaba al amor— lo traía loco la mayor parte del año y andaba con una doña María, mulata, casada, que le hacía malas ausencias a su marido en el real. La llamaban doña por broma, pero todos le daban aquel tratamiento, lo que no le molestaba ni mucho menos a la mulata.

    Así como Elvira, la niña de Lope, quería un espejo, la mulata quería una polvera. Tenía fama doña María de gustarle el vino, además. Su debilidad era el trago y el albayalde.

    Prefería García de Arce a las mujeres «de la vida» y odiaba a las que, dándoselas de honestas, andaban con melindres y presunciones. Y contaba que en su viaje de Quito a Lima —que lo hizo casi todo por mar— encontró una dama quimerista y él la requebró, y ella le dijo que era la esposa de un capitán que iba a Lima a reunirse con su marido, y que por eso le estaban mal los martelos.

    Aquello de ser la esposa de una persona de cierta suposición encalabrinó a Arce y llegaron a tener relación íntima de lo que sucedió una enfermedad de morbo gálico que lo tuvo a la muerte.

    —¿Quién era el capitán? —preguntó Aguirre.

    —Ni ella estaba casada ni Dios que lo fundó, y se daba aires y humos para salir mejor con la suya, maldita sea.

    Reía Zalduendo y miraba a Lope, quien, taciturno e inquieto como siempre, antes de que Arce acabara con su historia ya estaba pensando en otra cosa. Pensaba que Ursúa podría aprovechar, si quisiera, la fuerza de todos los que estaban allí en armas para lanzarse sobre Lima y darle un sobresalto al marqués de Cañete.

    De eso no habló, como es natural. Sabía que aquellas bromas se pagaban caras. Pero el pensamiento no delinque y en él se entretenía.
    Ap'endice. DOCUMENTACION

    Lope y su hija Elvira .......
    http://4.bp.blogspot.com/-1-X55ZAktUU/VWBbElLSSKI/AAAAAAAAGmA/XKehfBNSlMI/s1600/aguirrelairadedios3.jpg

    La inmensa ternura de Lope de Aguirre......

    https://blogs.ua.es/lopedeaguirre/files/2011/12/apodo.jpg

    Conjura contra Pedro de Ursúa.

    https://blogs.ua.es/lopedeaguirre/files/2011/12/conjura.jpg

    Mapa de El Dorado ......

    https://i.pinimg.com/originals/c4/dc/98/c4dc986fba14f3d23bd2fced3709011c.jpg

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  23. Lo se talkin, por eso hago todas las virgerias que sean necesarias para estar con ellas el maximo de tiempo del que dispongo, les cuento los cuentos, les enseño a adivinar y a imaginar, juego y comparto sus noches en vela si estan enfermas o tienen algun miedo, me empapo de su mirada limpia y de sus voces alegres, no puedo ni quiero perderme su infancia, sé que luego vendra a pubertad con sus fotos en instagramer o cosas aun más sofisticadas que las obligaran a ser lo que no son ahora, intento sembrar en su cabecita que lo más importante no es una corona o un coche o ser delgada o gorda, sino que lo mas importante es cuidar lo que tenemos y querernos como somos, feas o guapas, gordas o delgadas, que podemos hacer todo lo que queramos hacer y que si queremos lo logramos, les enseño a ser pacientes pero a ser constantes, deseo que crezcan en un país libre de opinión y de ideología y de respeto.
    Pronto alguien les enseñara a mentir para ganar, pero llevaran dentro lo que nosotros ya hemos sembrado: ser etic@
    un beso y gracias por tus historias sobre el dorado...todo ayuda a entender
    mgts
    ( por cierto ...han salido a pedir disculpas por el daño ya hecho gratuitamente? las fotos y los nombres de esos profesores? por el miedo que han metido en el cuerpo a los docentes a los que se les corta el rollo de debatir sobre todas las cosas que suceden? y riverita? ha tenido la honradez de pedir disculpas a todos los afectados por las mentiras exageradas y distorsionadas de lo que esos días sucedió en el Inst.Palau?...a eso me refería...nadie en el ámbito de la prensa unionista dará la misma volada a lo antes dieron tanto vuelo

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  24. Hola, Megustas. Los hijos ya criados, tan distantes en edad de tus pequeñas, son fuente de preocupaciones y disgustos.También de satisfaccciones, cuando les va bien en su trabajo o cuando te llaman o visitan. Esta semana vendrá mi pequeño y su pareja catalana. Tengo ganas de oírla hablar en catalá. Es una noia muy dulce, no hace exhibición de sus muchos saberes ¿Tus hijas ya están en edad de comer calçots? Mi hijo mayor fue el año pasado al Parque natural del Delta del Ebro. Le gustó mucho. Los flamencos...

    ******* Sigamos con Lope de Aguirre *******

    Había salido de España con su nombramiento de regidor, pero cada día le había traído alguna contrariedad, y ahora, con su cojera y su mano izquierda engarabitada, no podía pretender muchas grandezas. «Seis palmos de tierra en algún lugar y una losa encima, una losa sin nombre, porque mi nombre no le dice nada halagüeño a nadie».

    La fama de loco le venía de aquella impaciencia que con el menor pretexto estallaba sin ton ni son. Recordaba un pequeño incidente con cinco soldados en la plaza de Santa Cruz, todos grandes, huesudos y musculosos, y con ellos Lope, enclenque y corto de talla. Uno de los gigantes mostraba los brazos y decía a lo jaque: «Si una flecha diera aquí saldría rebotada». Otro creía que eran los músculos de las piernas los más importantes para el combate porque con ellos se aguantaba el envite y desde ellos se respondía. Cada uno presumía de algo, y al final dijo Lope con su voz bronca:

    —¿Y de lo que no se nombra cómo andamos, caballeros?

    Tenía fama de bravo Lope, y nadie dudaba de su arrojo porque aquella reputación en un ser tan desmedrado era rara y sin proporción, y la gente gusta de los contrastes. Anduvo Lope aquel día indagando con sus amigos sobre el estado de los bergantines en construcción, y al anochecer volvió a su casa. Tuvo la tentación de ponerse otra vez a escribir, pero no estaba seguro de ser más discreto ahora que antes y se estuvo un largo espacio tumbado en el suelo junto a la chimenea, en una manta. Las dos camas que había las usaban las mujeres.

    «Va siendo tarde —se decía— para mí y dentro de tres o cuatro años ya no habrá que pensar en nada que valga la pena». Se le iban los años sin haber hecho lo que pretendía en su juventud. Entretanto iba y venía zapateando —así decía por cojeando— sin rumbo. La fama de valiente que le ponían era una fama mixta de bufonería. Una vez dijo Zalduendo:

    —Es mezquino de cuerpo Aguirre, pero tiene el ánimo de un león.

    En todo caso, el hidalgüelo de Oñate no iba a tener ya una oportunidad para recibir en las contiendas la parte del león. En tiempos de guerras y conquistas había dos clases de hombres: los que hacían algo y salían adelante con títulos de nobleza, fortuna y grandeza, o morían de un modo glorioso, y los otros, los que morían de la fiebre en los intervalos de los combates o picados por un alacrán o comidos por una culebra, como le había sucedido al tío de uno de los soldados que iban en la expedición. Así decía el soldado: «A mi tío se lo comió una culebra», como la cosa más natural del mundo.

    Tal vez era Lope uno de esos héroes de la antiepopeya y moriría también tragado por una alimaña. No era broma. Las serpientes abundaban y eran bastante grandes para comerse a un cristiano. Él había visto una en Venezuela que se había tragado un buey después de quebrantarle los huesos. Lo había engullido ya todo, pero quedaban fuera los cuernos, y algunos soldados decían que era una culebra cornuda y otros que no, y Lope fue a verlo.

    Pudo acercarse porque estaba la serpiente demasiado embarazada para escapar o agredir a nadie, y fue él quien decidió que no tenía la serpiente —una de las llamadas boa constríctor— cuernos, pero que los tenía el buey. Tardó tres días la serpiente en romperlos y echarlos fuera.


    Si tenéis excesiva sensibilidad a los bichos, no abráis el enlce:
    https://i.ytimg.com/vi/sWG4o7-WzQM/maxresdefault.jpg

    Idem
    https://i.ytimg.com/vi/fEgH6ZlBv5g/hqdefault.jpg

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  25. Estas reflexiones impacientaban a Lope no contra los otros, sino contra sí mismo. Alguna vez había pensado en matarse, y si no lo hizo fue porque tenía una hija por quien velar y también —todo hay que decirlo— porque un hombre que se mataba estando en un lugar como aquél, donde se podía dar la vida tan fácilmente en acción guerrera, era un hombre muy para poco.

    Algunos días se despreciaba a sí mismo, y entonces tenía que insultar a cualquiera de los negros que iban en la expedición. Aquellos insultos acababan en bromas, risas y amistades. Los negros eran esclavos y reían en cuanto se les daba la menor oportunidad. Los que había en Santa Cruz no eran más que seis, porque los otros estaban trabajando en la corta de madera para los bergantines. Cuando Lope bebía un poco más de la cuenta, aunque no solía emborracharse,decía a alguno de aquellos negros que a veces actuaban de verdugos:

    —Yo sé cuál es el trabajo que más le gustaría a su mercé. ¿Con el hacha o con la cuerda?

    —Mejol la cuelda, señol —decía el negro mostrando dos sartas de dientes parejos y brillantes. Lope añadía:

    —Me alegro de saberlo, morenos. Siempre se halla empleo para una buena habilidad.

    Ellos decían a todo que sí por seguirle el humor. Lope sabía que aquellos negros eran gente infantil, aunque a veces parecían viejos demonios. Aquella tarde los negros se cobijaban bajo el porche de la plaza porque estaba lloviendo y uno de ellos, a quien llamaban Alonso, llevaba la voz tónica de la jácara:

    —¿Qué cosá?

    —El zapatico de seda.

    —¿Qué cosá?

    —La rueda de la canela.


    —¿Qué cosá?

    —El corsé de la donsella.

    —¿Qué cosá?

    —El pavo de Navidá, que así le hasía la rueda.

    —¿Qué cosá?

    —Lo que sabía mi abuela la noche de carnavá.

    —¿Qué cosá?

    —El diablo de la cansela lo sabe y no lo dirá.

    —¿Qué cosá?

    A veces salía uno a bailar y a veces otro. Bailaban como si estuvieran solos. Es verdad que nadie se detenía a mirarlos si no era Pedrarias, un soldado con manías de humanista, que quería enterarse de todo.


    Los negros seguían:

    —La limeña yendo a misa y el cortejo de mamá.


    —¿Qué cosá?

    —La aguja de marear.

    Seguían así a veces por horas enteras diciendo «cosas». Lope los miraba y les decía a veces quw Ursúa había cogido a Bayamo, el rey de los negros de Panamá, y lo había puesto en collera y llevado a los pies del virrey.

    —¿Qué le pasará? —preguntaba el negro Alonso, asustado.

    Decía Lope bajando la voz: —Nada, hermano. Ya le pasó. Lo alcorzaron.

    Querían los negros a Lope de Aguirre porque los convidaba a beber y porque hablaba bien de Bayamo, rey de los negros, alcorzado por la cabeza.






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  26. Había una persona en el real que, siendo de la verdadera nobleza andaluza, trataba a Lope con más consideración que la gente ordinaria. Ése era don Hernando de Guzmán, pariente de reyes y de la sangre de los Medinasidonias. Lope se dio cuenta de que aquel hombre principal, que era sólo un muchacho, todavía lo respetaba más que los otros. Tal vez aquel respeto era solamente el que un joven adolescente suele tener por un hombre casi cincuentón, pero, fuera lo que fuera, respeto era, y Lope se encontraba más a gusto con don Hernando de Guzmán que con otros soldados de la expedición.

    Nunca decía Guzmán chocarrerías ni hacía el menor comentario cuando oía opiniones sobre Ursúa en favor o en contra. En realidad, nunca emitía una opinión, a no ser que se la pidieran expresamente, y aun entonces respondía cosas que trataban de ser conciliatorias para los dos bandos si había discrepancia y discusión.


    Lope se decía: «Ése es el estilo de los poderosos, de los que tienen algo que perder. Todos los que en la vida tienen algo que perder son discretos y prudentes, tienen frases de amistad y no discrepan a nadie, aunque con nadie están profundamente —y menos apasionadamente— de acuerdo».



    Así era don Hernando. No estaba en el caso de conquistar nada como Lope, sino de defender sólo lo que tenía. Y resignado a medias con su suerte, Lope se decía: «En cambio, yo soy imprudente y hablo más de la cuenta y a veces soy chocarrero y mordaz, porque siendo pequeño y sin presencia tengo que hacerme notar de alguna manera». Aquello lo dejaba disgustado de sí mismo, pero el disgusto le duraba poco.


    Sucedió en aquellos días que una niña de nueve años llegó llorando al real, se acogió al amparo de Ursúa y éste le preguntó qué le pasaba. Con intérprete pudieron averiguar que el marido de aquella niña era un viejo cacique y acababa de morir.


    Las cinco esposas que tenía debían morir también, según la costumbre, para que sus almas acompañaran a la del marido en el viaje post mortem hasta que encarnaran en alguno de los animales salvajes de la montaña, especialmente venados y papagayos.


    A la niña no le asustaba la muerte, pero sí la selva, adonde tendría que ir cuando fuera cierva o lorita. Ursúa la retuvo consigo, días después la bautizaron y la pusieron al servicio de una dama hermosa y misteriosa que acababa de llegar a Santa Cruz y que era la amante de Ursúa.


    Se llamaba Inés —según dije antes—, Inés de Atienza, y miraba a la niña y repetía:

    —-Es para no creerlo, una viuda de nueve años. Parecía la niña feliz allí. Le enseñaban español lo más rápidamente posible para poder usarla como lengua —así decían— con algunas tribus del interior, si era preciso.

    DOCUMENTACIÓN GRÁFICA. Prolegómenos de la jornda

    Doña Inés de Atienza y Pedro de Ursúa ---->


    https://tuotrodiario.hola.com/imagenes/noticias/2019051081088/mujeres-historia-ines-atienza-dorado-era-ella/0-253-883/inesdeatienza2-z.jpg


    Drásticas medidas que Lope de Aguirre tomó con los sublevados en Cuzco -->

    https://i.ytimg.com/vi/TXj-IIwxjZ0/maxresdefault.jpg

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  27. https://www.publico.es/politica/exclusiva-iman-ripoll-1-cerebro-masacre-ramblas-confidente-cni-dia-atentado.html



    por qué tanto silencio en torno a esto en la prensa nacional? quien les ha dicho que en la prensa ni mú?

    por qué en su dia se negaron a una comision de investigación desde el gobierno? todos los paises con atentados terroristas colaboran en comisiones de investigacion, ya fue extraño que se negaran todos, C's, PP y Psoe, razón de estado....porque españa no ha querido investigar este caso? Incluso acusaron a los Mossos de que habían sido avisado por la CIa, se demostró que era mentira.... cuantas mentiras más y más se han dicho?

    si fuera cierto que desde el CNI no se enteraron de nada , es para mear y no echar gota, y si es cierto que sabían y no actuaron avisando a los Mossos es aun peor... muertes evitables, muertes de niños y de personas inocentes y felices... todo vale ? pensaron que si ocurría algo muy grave con muertes, los catalanes no votaríamos el 1.O?

    fue todo una brutalidad, menos mal que Trapero con su equipo y con Forn como conseller ( por cierto a quien le tildan de delincuente y participante en banda criminal por querer que los catalanes voten,,,crimen brutal este si) en unos días, trabajando muy bien y sin haber obtenido mucha información vetada con anterioridad ( con toda la intención) aniquilaron a todos los asesinos, ( eso también les jodió en el orgullo patrio a los que no querían mas que vernos hundir en la miseria) y todo esto es lo que esta saliendo a la luz gracias a periodistas, ya hace un año desde EEUU hicieron otro documental de investigación a cerca del 17A que no habéis podido ver, menos mal que hay aun periodistas dignos de su profesión y que no los compran

    Aunque ya veis...silencio en españa... quienes son los delincuentes realmente? quienes son los bestias? los que son capaces de irse a dormir sabiendo que hay una célula planeando y radicalizándose para atentar en catalunya y no hacen nada ni participan de sus informaciones para evitarlo?

    el nivel de bajeza moral es brutal y no pasara nada, no pasara nada en este pais, nadie asumirá responsabilidades

    y luego saldrá Borrell diciendo que hay una campaña para desacreditarle a él y a españa desde los independentistas, no , no somos tan listos, españa se desacredita sola con estas ausencias de moral y silencios tan sonoros ante los países con un minimo de dignidad... todos los ciudadanos españoles deberían pedir una comisión de investigación y transparencia sobre lo que pasó esos dias y lo que se permitió que pasara

    mgts



    barcelona y Cambrils, yo paseo muchos dias por Cambrils, mi familia esta en Barcelona, pero si fuera sevilla igual lo diría, me da asco la gente que hace política provocando muertes

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  28. Ante el asqueroso silencio de la prensa española, el diario Publico sigue publicando su investigación
    copio un trocito.
    Es decir, el espionaje español no se limitaba a hacer “tarificaciones telefónicas”, sino que se estaba dedicando a escuchar y transcribir todas las conversaciones entre esos jovenzuelos musulmanes supuestamente no relacionados todavía con trama yihadista ninguna, ejecutando así el más exhaustivo control de inteligencia posible, para el que se requieren importantes recursos materiales y humanos.

    Además, el cabecilla de la célula, Es Satty, no participó como interlocutor en esas conversaciones, así que las escuchas no pudieron proceder de la intervención total de su teléfono, sino que se estaban interviniendo plenamente todos los móviles de sus novatos seguidores. Sólo puede concebirse una explicación para ello: el propio imán, actuando como confidente del servicio secreto, había informado a sus controladores del CNI sobre las actividades del Ilamado “Comando Ripoll”, y por este motivo se había decidido intervenir los teléfonos de todos ellos y escuchar atentamente sus llamadas.'

    Sin comentarios...ya veremos que pasará---> naaadaaa (ocurrió en catalunya y eso es sinónimo de absoluto desden, el fin que se pretendía lo avala todo...descolocar a los catalanes de su obsesion por querer votar)

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  29. Me rebela el alma, como más leo y escucho. Como pudieron no compartir e informar a los Mossos de toa la información que obtenian?
    Pudieron tener las narices de permitir esos planes solo por conseguir desestabilizar a la sociedad catalana?
    Cuanto estamos soportando en catalunya, cuanto?
    Ese rupo terrorista tenian un descomunal arsenal que les explotó dos dias antes en en Alcanar, de ahi que lueo atentaran con furgoneta en las ramblas, pero su objetivo era una ran matazna... si no hubiera explotado todo
    Y en este pais se condecora a esta gente que permitió que todo hiciera su curso, medallas a los responsables de CNI o a altos manos de los cuerpos policiales, como es posible todo esto?
    y encima la prensa callada y los politicos callados, como es posible permitir esto en este pais?
    españa va a acabar muy mal por culpa de ellos, es muy grave todo esto, no responsabilicen a catalunya de su mala alma como politicos y responsables de la seguridad de todos.
    Incluso quisieron culpar a los Mossos de tener informacion y que la ignoran,,,justo todo lo contrario...me siento realmente afectada
    Muertes evitables, es un terrorismo con complicidad de las cloacas, de los maximos responsables de la seguridad estatal
    El estado ni ha salido a desmentirlo, solo mira hacia otro lado y a otra cosa mariposa
    mgts

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  30. art. J.A.

    La publicación de nuevas informaciones sobre la vinculación del imán de Ripoll Abdelbaki es Satty al CNI en el momento de los ataques yihadistas de Barcelona y Cambrils, en agosto de 2017, reabre, esperemos que está vez sí de una vez por todas, la carpeta más reservada y protegida por el Estado español y por sus servicios de inteligencia. ¿Qué sabía el CNI del ataque indiscriminado que acabó con la vida de 13 personas en pleno verano de 2017 y dos meses antes de la celebración del referéndum de independencia del 1 de octubre? La resistencia de PP, PSOE y Ciudadanos a abrir una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados se ve ahora, a la vista de los nuevos datos, como una simple maniobra para evitar que se sepa la verdad. Y ello es de una enorme gravedad. No se trata de que comparezcan en sede parlamentaria los responsables de los servicios de seguridad. Esta fase ya ha pasado. Ahora es imprescindible, ante las nuevas revelaciones, llegar hasta el fondo de la cuestión y saber cuál era exactamente la vinculación del imán de Ripoll y cerebro del atentado con las fuerzas de seguridad españolas. Hasta que no se cierre con el mayor nivel posible de transparencia esta luctuosa carpeta, es normal que no se descarte ninguna posibilidad por extraña y temeraria que pueda parecer y que todo parezca demasiado turbio.

    Casualmente, la noticia de la vinculación de Es Satty al CNI hasta el último momento de su vida ha coincidido con la publicación de sendas noticias estrafalarias vinculadas al president Carles Puigdemont en Abc y El Mundo. En el primer periódico se especula con la posibilidad de que el president en el exilio fije su residencia en Tailandia para esquivar así una posible nueva euroorden e hipotéticamente su entrega por parte de la justicia belga. Es una noticia carente de la más mínima veracidad pero eso seguramente es lo que menos importa al diario. En El Mundo la noticia tiene también enjundia ya que se afirma que habría ido a cenar a casa de la miembro de ETA Natividad Jáuregui en Gante, el pasado martes. A la publicación de esa última noticia, Puigdemont ha respondido "se ha de ser miserable para inventarse una cosa así". Estas dos últimas informaciones han tenido su impacto en los medios españoles justo el día que aparecían las revelaciones sobre el imán de Ripoll. El azar acostumbra a tener poco que ver en cuestiones informativas y parece obvio el buscado ejercicio de distracción ante la gravedad de la vinculación de Es Satty y el CNI hasta los atentados de Barcelona y Cambrils.

    Unos días antes de la Diada de 2016, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, pronunció en San Sebastián unas palabras que ocuparon grandes titulares y que desde aquella fecha le han perseguido en muchas de las entrevistas que ha concedido. Decía Margallo: "De una crisis económica se sale, un ataque terrorista se supera, pero la disolución de España es absolutamente irreversible". Lo decía el ministro que ya en aquellas fechas reunía cada viernes una célula ministerial para abordar lo que denominaba el desafío secesionista. Ahora sabemos que el Gobierno español se saltó muchas líneas rojas y conocemos detalles increíbles de las diferentes ramificaciones de la Operación Catalunya para acabar con el movimiento independentista. ¿Cuánto nos falta por saber de aquellos atentados? ¿Se podrá llegar a conocer la verdad?

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  31. El día del atentado mi hijo barcelonés pasó pocas horas antes por la Rambla. Se dirigía a Narbona, en el Rosellón. La ciudad había sido reconquistada a los musulmanes en 759 por el rey Pipino ell Breve. Saludos, Megustas.
    *****

    A todo esto, la tropa de Santa Cruz estaba ya completa y bien armada. Envió Ursúa veinte arcabuceros más a los astilleros de Topesana, para custodia de los que trabajaban en los bergantines, y cincuenta indios para relevar a los que abanicaban a los trabajadores. Había allí equipos dedicados a eso, sin los cuales habría sido imposible hacer nada, no sólo por el calor y los mosquitos, sino también por los tábanos, las avispas y hasta por una especie de cucarachas volantes.

    Era aquella tierra muy caliente, por estar en la línea ecuatorial, y todas las alimañas grandes o chicas vivían allí y se reproducían muy a su sabor. Había quienes tenían más miedo a un ciempiés o a una de aquellas cucarachas volantes que a las flechas envenenadas.

    == Capítulo II ==

    Los soldados iban saliendo para los astilleros porque lo mejor de la intendencia estaba ya a la orilla del río y poco a poco llegó a desaparecer de Santa Cruz la mitad de la gente.

    Indios mansos con vituallas —casi siempre ganado mayor o menor— iban también en jornadas lentas al río Motilón, adonde llegaban en tres días más o menos, ya que distaba unas veinte leguas.

    Lope seguía en Santa Cruz y miraba a su alrededor tratando de formarse un grupo de amigos leales, pero no conocía bastante a aquella gente para encontrarles el lado propicio. Había entrado en buena amistad con Frías y con otro capitán que estuvo también en la aventura de los Andes con Peransúrez años atrás y a quien libró una noche de morirse de frío. Pero como todos sabían que la situación en Santa Cruz era provisional y andaban con cuidados de alojamiento y comida, nadie se detenía a hacer amistad con nadie y bebían y brindaban y se separaban, como suele pasar en las posadas de los caminos.

    A la hora de ir a los astilleros, Lope de Aguirre pensaba llevar a Elvira a la grupa de su caballo, pero necesitaba una mula de carga y otra de andadura para la dueña. A veces le decía a la Torralba:

    —¿Estáis hecha a los malos caminos?

    Ella no sabía si se lo decía en sentido real o figurado y se abstenía de responder, recelosa.

    Buscó Lope jamugas para la mula de la dueña y acabó por encontrarlas, aunque no tenía prisa por partir.

    La gente se había puesto peligrosamente inquieta con los aplazamientos. Pero Lope solía tener reacciones contrarias a las de los demás. Y cada día estaba un poco más tranquilo. Solía sucederle en las vísperas de las fechas decisivas. En todo caso, el hecho de haber formado listas de caballos y mulos y arneses y haber enviado al río la mayor parte del matalotaje quería decir que estaba ya señalada la fecha para embarcar. Según la costumbre militar, esa fecha no la sabía nadie sino el gobernador Ursúa. Éste iba a Lima y volvía completando los preparativos.

    Lope se encontró en la plaza con el padre Portillo, quien se había decidido a ir en la expedición, como dije antes. El buen cura no tenía grandes ánimos ni espíritu aventurero alguno, y cuando vio un día que iba como capellán de la armada otro sacerdote llamado Alonso de Henao sospechó que las promesas de Ursúa podían ser palabras vanas y se desanimó más todavía.

    Lope le dijo:

    —Ya veo que es vuesa merced hombre de resoluciones prácticas. Según el refrán, cuando no puedas con tu contrario, pásate a su bando.

    El padre Portillo, sospechando que había ironía en aquellas palabras, suspiraba y no respondía. Era receloso también.

    Trató Lope de consolarlo, le dijo que su obispado era cosa más que probable y finalmente decidieron hacer juntos el viaje al río Huallaga o Motilón. Llevaba consigo el padre Portillo algunos libros que pensaba empaquetar con sus ropas y entre ellos una biblia. Lope se la pidió y la abrió al azar por los salmos de David. Leyó los versículos 10, 11 y 12 del salmo 117: «Todas las gentes me cercaron y en el nombre del Señor me vengué contra ellos».



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  32. «Cercáronme, cercáronme, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos».

    «Cercáronme como abejas y ardieron como fuego en espino, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos».

    Lope se quedó un momento reflexionando, y al devolverle al cura el libro repitió el tercer versículo. Luego añadió:

    —Hasta en los libros santos se autoriza la venganza. ¡Qué grandes palabras ésas!: «En el nombre del Señor me vengué contra ellos».

    El cura no sabía qué pensar porque le habían hablado de Lope como de un hombre atolondrado y violento. Se atrevió a decir:
    —En este libro hay las palabras que a cada cual le pueden salvar.

    —Eso había oído.

    Repetía con una voz grave y un poco lejana: «Todas las gentes me cercaron, y en el nombre del Señor me vengué contra ellos». Recordaba aquellos versículos y los repitió varias veces a lo largo del camino.

    Iban a la ribera del río Huallaga, un río bastante ancho con raudales fuertes, que iba a desembocar más abajo en el Amazonas.

    Cabalgaba la Torralba en su mulo muy a lo señora, y por un momento pareció que iba a cantar la jota soriana.

    El padre Portillo se hizo bastante amigo de Lope y ayudó durante el viaje llevando del ronzal el mulo de carga en los pasos difíciles. En cuanto a Elvira, iba a la grupa del caballo de su padre y miraba asustada, sintiéndose un poco perdida en la violencia de aquellos paisajes.


    Adoraba Lope a su hija, y sintiendo sus brazos alrededor de la cintura y la cabeza apoyada en su espalda, no podía evitar alguna palabra amorosa. Hay una legítima voluptuosidad de padre y Lope no había pensado renunciar a ella. Así, cuando Elvira le preguntaba si faltaba mucho, él la respondía: «Sólo un pequeño trecho, corazón mío».


    Pero le sucedió a Elvira un accidente desgraciado. El espejito que le habían traído de Lima se le fue de las manos cuando se miraba y cayó trompicando a un abismo en cuyo fondo se veía azulear un arroyo. No se atrevió la niña a pedir a su padre que fuera a recuperarlo porque comprendió que habría sido imposible. Y se quedó el resto del camino bastante triste.

    (( Ramón J. Sender. La aventura equinoccial de Lope de Aguirre )).

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  33. Cuando llegaron a la ribera vieron que el campamento estaba muy animado y que los bergantines eran nueve y estaban en tierra varados sobre carriles de madera, según costumbre. En el agua había además varias balsas y unas embarcaciones de forma nueva y nunca vista que llamaban los marineros chatas cordobesas y que eran rectangulares con dos pisos, uno al nivel del agua, otro a dos estados de ella, y en el piso segundo unas toldillas para proteger del sol a la gente.

    El calor allí con cualquier tiempo —nublado o sereno— era de veras angustioso y todos se decían, aunque sin creerlo, que una vez en el río las brisas de la hoya refrescarían el aire. Además, en aquellos días de junio de 1560 la estación vernal estaba en toda su furia.

    Ciertamente que en aquellas latitudes el invierno y el verano apenas se distinguían y tan calientes eran los dos que los indios, si tenían que trabajar, lo hacían de noche, aunque en general lo evitaban. Sólo se distinguían las estaciones por el régimen de lluvias. Desde julio hasta Navidad llovía poco. A partir de la Navidad solía haber una tormenta diaria que comenzaba a la hora de la siesta.

    El calor hacía a veces imposible el trabajo, y no sólo para los españoles, sino también para los indígenas aclimatados al lugar.

    En todo caso, la Naturaleza era generosa y proveía en aquellas latitudes con largueza de frutos de la tierra y peces del río y también aves u otros animales del bosque. Era como si sabiendo que no se podía hacer nada bajo un sol mordedor e implacable se adelantara a ofrecer al hombre lo indispensable para que viviera sin trabajar.

    No sucedía eso en todas partes, sin embargo, sino sólo en algunos lugares del interior, donde los indios, sabiéndolo, tenían sus mayores poblados. En Santa Cruz, que era tierra alta, no había aquella abundancia ni mucho menos. Al lado del río Huallaga, tampoco. Pero habían sido llevados a aquel lugar rebaños de cabras y de ovejas, vacas y grandes cantidades de una harina especial con la que hacían galleta. Llevaban también aceite y sal, esta última abundante.

    Lope de Aguirre veía a su alrededor mucha gente impaciente, y con aquello se afirmaba mejor en su calma. «Muchas cosas he visto yo en esta tierra, y las que veré todavía —le decía al padre Portillo—. Pero aún no he visto que los hombres reciban según sus méritos. Y en tiempos revueltos como los que vivimos es necesario que los hombres ple

    beyos suban y reciban su premio, cuanto más los que hemos nacido en casa hidalga y libres de pechos». Después de estas u otras palabras parecidas, no era raro que Lope recordara los versículos del salmo de David. El cura no sabía qué pensar. Tan pronto le parecía Lope un perdido como un hombre razonable con posibilidades de virtud. Su aire ascético (lo parecía más porque faltándole las muelas de arriba no podía alimentarse y comía poco y mal) era más de ermitaño del yermo que de guerrero. Pero el cura no podía menos de salir de su error oyéndolo a veces blasfemar.

    El padre Portillo no era muy inteligente ni tampoco fuerte de carácter, y, en definitiva, más que por la ambición del obispado, iba con la expedición para no separarse demasiado de sus seis mil pesos. Su falta de carácter se advertía mejor cuando se

    le veía al lado del padre Henao, hombre sanguíneo, decidido, buen razonador y con muchas letras humanas. En cuanto Portillo vio a su colega pensó, como dije antes, que si de aquella entrada salía algún obispado sería para el padre Henao. Sin embargo, podría suceder que hubiera dos. Y entonces Ursúa le daría a él el segundo antes que pagarle los seis mil pesos con réditos o sin ellos. De eso estaba seguro el padre Portillo.

    ((Ramón J. Sender. La aventura equinoccial de Lope de Aguirre)).

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  34. Una tarde, en la cantina, Lope de Aguirre, Frías y algún otro soldado discutían materias graves. Frías, capitán casi famoso, exponía sus ideas sobre la guerra y la paz. Aguirre escuchaba y con frecuencia pensaba lo contrario. Dijo, como si con estas palabras quisiera cerrar la discusión:

    —Lo que pasa es que en la vida está permitido todo y vuesas mercedes no se han enterado todavía.

    Frías no quería quedarse atrás, pero tampoco deseaba darle la razón a Lope. Y dijo con cierto aire de superioridad:

    —En la vida está permitido todo, es cierto, señor Lope de Aguirre, pero no a todos. Los otros soldados callaban. Lope de Aguirre concedía:

    —Ciertamente que no a todos. Al ruin no le está permitido nada.

    —Ni al bellaco.

    —Siento deciros que en eso discrepamos. Al bellaco le está permitido todo si es maestro y dueño de su bellaquería y no esclavo della.

    —¿Y quién dice si lo es o no lo es? Apuntaba Lope con un dedo a su propio corazón:

    —Aquí nos lo dicen.

    Volvió el silencio. Frías invitó a beber otra ronda y apuraron los vasos. Lope repitió:

    —A todos les está permitido todo, menos al ruin.

    Frías se apresuraba a darle la razón, pero Lope adivinaba que aquella idea era nueva para él y le halagaba y le sorprendía y le escandalizaba, todo al mismo tiempo.

    Pocos días después pudo confirmarlo de manera inolvidable.

    Sucedió que dos capitanes y dos soldados fueron juzgados en Santa Cruz, condenados a muerte y decapitados. Uno de los capitanes era precisamente Diego de Frías, hombre de confianza del virrey. El otro, amigo también de Lope (nada menos que el tesorero de la jornada), se llamaba Francisco Díaz de Arlés. Como Frías, había sido Arlés antiguo amigo del gobernador Ursúa. En cuanto a los soldados, eran gente anónima, sin relieve.

    La cosa vino del resentimiento de aquellos dos capitanes contra Ursúa por haber éste nombrado teniente general al corregidor de Santa Cruz don Pedro Ramiro, quien además de ser capitán conocido y experto en entradas era hombre respetado por indios y españoles. Cuando Ursúa hizo saber que lo había nombrado teniente general hubo algunas decepciones, porque aquél era el puesto más codiciado. El nombramiento fue imprevisto e hizo pensar a Frías y a Díaz de Arlés que los otros tampoco se harían de acuerdo con los planes que más o menos llevaban todos en la cabeza desde el día que se alistaron. Parece que entre lo que cada cual pensaba de sí mismo y lo que pensaba Ursúa había una diferencia y aquello dejaba a Frías y a Arlés perplejos.

    Peligrosa suele ser la perplejidad de los capitanes armados en tiempos de paz. Hubo que enviar una misión al interior para reinstalar algunos indios en sus lugares —después de haber trabajado en los astilleros— y recoger víveres ya comprados y envió Ursúa a su flamante teniente general Pedro Ramiro con los capitanes antedichos y algunos soldados. Pero los capitanes se creían humillados por el hecho de estar bajo el mando de Ramiro, a quien consideraban hombre civil, y a mitad de camino se volvieron dejándolo solo con un puñado de soldados y un centenar de indios. A poco de separarse los dos capitanes encontraron a los soldados de la retaguardia Grixota y Martín y éste les preguntó extrañado:

    —¿Adónde bueno caminan vuesas mercedes?

    Los capitanes no sabían qué responder y por fin dijo Frías:

    —Nos volvemos al real, porque el teniente general Ramiro es desleal al gobernador.

    (( Ramón J. Sender. La aventura equinoccial de Lope de Aguirre ))



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  35. —¿Cómo es eso? —preguntó, asombrado, Grixota.

    —Va alzado con la gente —mintió Arlés— y quiere entrar a poblar en una provincia por su cuenta. Eso es contra el rey y habíamos pensando prenderle, pero siendo sólo dos no es seguro poderlo reducir. Si vuestras mercedes ayudan podríamos ir los cuatro y hacer nuestra obligación.

    Los soldados, que no tenían por qué dudar de los capitanes, prometieron y fueron los cuatro en busca de Pedro Ramiro, que estaba, como si el diablo dispusiera las cosas, a la orilla de un río, sólo con un soldado y toda la gente en la orilla contraria. Habían ido pasando de dos en dos en una piragua y Ramiro esperaba que ésta volviera. El día y la hora eran de un calor intolerable y se oía en las ramas de algunos árboles estallar la savia.

    Al llegar los cuatro entraron en conversación como si no pasara nada y luego Ramiro les preguntó de mal talante:

    —¿No decían vuesas mercedes que se iban al campamento? Han hecho bien en volver, porque de otro modo habría tenido que dar conocimiento a nuestro jefe.

    Diego de Frías alzó la voz, presuntuoso:

    —Jefe por jefe el mío es el virrey y a él me atengo.

    —Yo también —añadió Arlés— y sepa vuesa merced que no somos simples soldados de filas a quienes se puede amenazar.

    Comprendió Ramiro que allí había un resentimiento envenenado y fue a replicar con alguna ira, pero se contuvo y mostrando la piragua dijo:

    —Vayan vuesas mercedes al otro lado. Sólo hay lugar para dos cada vez. Vayan y luego pasaremos yo y este soldado.

    —No. Todavía no. —Señores —dijo Ramiro autoritario—, estamos en comisión de servicio y es una orden.

    En aquel momento cayeron los cuatro sobre Ramiro y lograron, aunque a duras penas, sujetarlo y desarmarlo. Cuando lo tenían maniatado, Frías le puso una daga envainada por delante del cuello, bajo la barba, y la apretó con las dos manos hasta que causó a Ramiro la muerte por estrangulación. Entonces pensaron cortarle la cabeza y llevarla al real, pero decidieron arrojar el cuerpo entero al río.

    Al ver lo que sucedía, el soldado que estaba esperando con Ramiro la piragua salió corriendo y llevó la noticia al gobernador Ursúa. Éste, para evitar que el soldado hablara, lo hizo arrestar hasta que el negocio quedara esclarecido.

    Días después llegaron los dos capitanes, fueron ante el gobernador y le dijeron que Ramiro se había levantado contra el rey y tuvieron que arrestarlo y que después quiso huir con la gente y se vieron en el caso lamentable de matarlo. No habían llevado su cabeza temiendo que los grandes calores la descompusieran por el camino. Y se lamentaban de haber tenido que llegar a aquella medida extrema.

    Ursúa disimuló y los capitanes quedaron en libertad hasta que llegaron los dos soldados cómplices y cuando estuvieron todos en el campamento los arrestó y los envió con fuerte escolta a Santa Cruz, donde días después fueron juzgados rápidamente en público y los condenaron a muerte por traidores. En el proceso declararon más de treinta testigos. Figuraban entre ellos varios soldados que esperaban a Ramiro el día del crimen a la otra orilla del río y la sentencia fue pregonada en toda la tierra de los Motilones.

    Las cabezas de los cuatro fueron cortadas en la plaza de Santa Cruz con una espada de dos manos. Actuó como verdugo el negro Bemba.

    ((Ramón J. Sender. La aventura equinoccial de Lope de Aguirre))


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  36. El hecho causó impresión en los expedicionarios, quienes se dieron cuenta —los que lo habían olvidado— de la gravedad de la empresa en la que estaban. La expedición no era ninguna broma, Ursúa, como hombre avisado, comprendió que la muerte de Ramiro, por un lado, había suprimido resquemores y envidias en el campamento, y por otro, la ejecución de los cuatro había impuesto con toda severidad la disciplina, que andaba un poco relajada. Sabía Ursúa aprovechar los sucesos tal como se presentaran, buenos o malos.

    Cuando días después el negro Bemba llegó desde Santa Cruz a la orilla del río y a los astilleros, donde nadie hablaba de otra cosa, Lope lo invitó a beber y le dijo después del tercer vaso:

    —Parece que cayeron cuatro cabecitas, ¿eh? —mostraba el negro la doble hilera de dientes, sonriendo de una oreja a la otra, sin responder—. Cuatro, una después de otra, primero mi amigo Frías…

    —No, primero fue el otro, señol, el capitán Arlés. Y luego el Frías.

    Era Frías de tal calidad que podría esperar el puesto de teniente general, el mismo que Ursúa le había dado a Ramiro. Y en cambio el negro Bemba le había cortado la cabeza. Lo miraba Lope con una mezcla de recelo y de sorpresa zumbona:

    —¿Estuvo suave la función?

    —Suave estuvo, como hay Dios, mi capitán Aguirre.

    Era aquélla una palabra que solía emplear el negro para expresar su satisfacción. La comida que le gustaba era suave, el capitán que no lo maltrataba —Lope no era capitán, pero al negro le gustaba pensarlo—, suave, y el día cuando el calor no apretaba demasiado, suave también.

    En eso del calor los negros llevaban ventaja a los españoles, porque estaban acostumbrados y la pigmentación de su piel les ayudaba a aguantar mejor. Sin embargo, sudaban como cada cual. La diferencia estaba en que no se quejaban nunca.

    El trabajo de los astilleros había acabado en lo más importante, pero estaban por terminar algunas chatas y grandes balsas de muy poco calado, buenas para las corrientes de lechos pedregosos. Trabajaban todavía con prisa unos cortando árboles, desbrozándolos, seccionándolos y poniendo la madera a secar. Otros haciendo carbón; tres negros le daban al yunque fabricando clavos de diferente tamaño, labrando el hierro que caía en sus manos y especialmente el de las herraduras de los caballos muertos por accidente o degollados para aprovechar su carne y alimentarse.

    Entretanto, las maderas de las nuevas chatas se secaban y bajo la dirección de Corzo, maestro de carpinteros, iban tomando forma. Otros construían jarcias y velamen y había un gran caldero siempre cociendo con resina y pez para el calafate.

    Era constante la actividad. Las moscas, tábanos y mosquitos amenazaban acabar con la expedición. Los
    calores, sin embargo, no eran allí tan fuertes como en el llano ni como habían sido en Santa Cruz.
    ****
    Lope de Aguirre ---->
    https://i1.wp.com/www.tiempodecine.co/web/wp-content/uploads/2015/11/kkinski-1024x803.jpg?resize=1024%2C803


    Frías. La decapitación. --->

    https://www.craftbrewingbusiness.com/wp-content/uploads/2013/10/Shipwrecked-quart-can-and-pints-small-file-001.jpg



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  37. Cada día se aprende algo....a ver qué aprendemos hoy, sino el día estará yermo

    Me gusta el relato por su punto de vista y lenguaje, pero lo que me gusta es la sorpresa de la 'imagen'
    hay mucho curro aquí puesto, gracias!!
    mgts

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  38. Sorpresa, Megustas? Yo avisé. Dije Frías. ¿Es que estaban del tiempo? La culpa es tuya por llegar tarde. Acabo de comer con los catalanes, hijo y nuera (me niego a llamarle "pareja". Mi hijo ya tiene casi tanto acento catalán como ella. Oye, dile a la Colau que hay más inseguidad, que a mi nuera la intentaron atracar ultimamente dos veces en pleno dia, chavalitos marroquíes.
    ******************

    En la cantina del campo dijo un día Lope a sus amigos refiriéndose a su cojera:

    —¿Saben vuesas mercedes por qué zapateo? Porque a mi padre le gustaba el chacolí de Altuna. No rían demasiado pronto, caballeros, que yo lo explicaré. Yo no me habría dedicado a las armas si mi padre no me hubiera llevado a Altuna a aprender destreza y otras artes con un viejo soldado que tenía escuela abierta. Y mi padre me llevó como pretexto para acudir cada semana a Altuna a embriagarse como un puerco. Allí aprendí también a desbravar potros, que aunque me esté mal decirlo, no lo hago mal. Pero de allí vino el ir luego a la armada de Indias y recibir los arcabuzazos y el zapatear por estos campamentos. Del chacolí de Altuna.

    Algunos reían y otros miraban de reojo pensando: «El loco Aguirre hablando mal del padre que lo engendró». Aquello no era decoroso.

    Ocurrió poco después que en la chabola de Lope de Aguirre y delante de su hija, uno de los que habían oído contar aquello dijo a la Torralba:

    —¿No sabe que Lope de Aguirre zapatea porque a su padre le gustaba el chacolí de Altuna?

    Lope de Aguirre le lanzó a la cara una celada vieja y el hombre salió mohíno, sangrando por la nariz. Desde la puerta Lope lo despidió diciendo:

    —¡Cada bellaquería quiere su tiempo y sazón, hideputa!

    Ursúa se marchó a Santa Cruz y pocos días después reapareció acompañado de doña Inés de Atienza, su
    amante. Sorprendió la llegada porque todos daban por seguro que al salir las tropas de Santa Cruz ella volvería a Trujillo.

    Al principio fue aquella mujer recibida con extrañeza, luego hubo algunos vítores y aplausos —que disgustaron bastante a Ursúa—, pero después se hizo un gran silencio y en los días siguientes la opinión de los soldados fue cambiando. Los había que estaban indignados.

    Ursúa instaló a Inés en su propia tienda, que era la que ocupaba antes don Ramiro, grande y con varios compartimentos. Era aquella mujer joven viuda, e hija de un español de Lima y de una india principal emparentada con los incas, según decían.

    Doña Inés apenas se dejaba ver de nadie. Don Pedro de Ursúa, que estaba en plena mocedad, se pasaba días y noches en la tienda con ella. Estaba tan enamorado que, a pesar de sus responsabilidades de jefe y caudillo, descuidaba revistar la guardia o enviar el parte diario al virrey.

    Sucedió otro hecho inesperado que había de tener con el tiempo graves consecuencias. Alonso de Montoya, que era el alcalde de Santa Cruz, había dado a Ursúa sus indios y sus ganados como contribución a la expedición en la cual se había alistado. Este individuo, cuando vio que Ursúa llevaba consigo a su amante, decidió abandonar la expedición y volver a su alcaldía. El pretexto fue que se sentía responsable de dejar despoblado el lugar, cosa que estaba prohibida por las leyes, pero Ursúa entendía los verdaderos motivos.

    (Por fin ha llegado doña Inés. Lo que esperaba Megustas, a la cual le importan 3 carallos la historia de El Dorado; ella viene aquí por el marujeo).


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  39. Al ver el gobernador que Montoya se iba, le dijo que tendría que retener sus ganados y sus indios. Disgustado Montoya prefirió en todo caso marcharse y entonces Ursúa cambió de parecer, y no queriendo malquistarse con alguien que podía hacerse oír de las autoridades de Lima le dijo que le devolvería indios y ganados. Esperaba Montoya esa devolución, pero pasaban los días sin que se cumpliera y comenzó a lamentarse y a decir que la expedición sería catastrófica, y quiso convencer a otros oficiales para que se volvieran con él a Santa Cruz. Considerando aquella actividad sediciosa, Ursúa lo arrestó y lo puso en cadenas en el astillero mismo. Gritaba Montoya mientras lo herraban.

    —Mal hace vuesa merced señor gobernador en herrarme. Debía ahorcarme, porque nunca seré amigo de vuesa merced y juro a Dios que lo he de matar yo si tengo ocasión.

    Así hablaba Montoya, que era hombre nervioso y pugnaz.

    A pesar de todo, Ursúa decidió llevarlo en la jornada del Amazonas con sus indios y ganados, de grado o por fuerza. Aquella seguridad en sí de Ursúa les parecía a algunos demasiado insolente. Era Montoya un hidalgo de pro y lo había maltratado en público. Pero la insolencia de Ursúa no estaba sólo en mostrarse demasiado seguro de sí, sino que iba acompañada de alguna clase de desdén que no era habitual en Ursúa, pero que venía a ser consecuencia de su saciedad sexual. El macho harto de carne tiende a alzar un poco más de lo discreto la cabeza y la voz. Con los animales sucede igual.

    Obligaba Ursúa a hacer antesala a todo el mundo, no importaba su cargo militar. Y eso no era por soberbia, sino porque a todas horas estaba dulcemente ocupado con doña Inés, la cholita, como comenzaban a llamar en el virreinato a las mujeres mestizas. El nombre venía de los indios y eran ellos los primeros en diferenciar a aquellos productos híbridos que a veces reunían las mejores cualidades de las dos razas.

    Hurtándola a las miradas de los soldados, Ursúa se conducía como un sheik prudente de Argelia.

    Los soldados hablaban:

    —Tenemos una gobernadora —decía Lope—: Inés de Atienza.

    Zalduendo lo corrigió: —Doña Inés.

    Preguntó Lope entre ofendido y jocoso:

    —¿De dónde le viene el don a esa hembra?

    —Hermosa es —dijo Zalduendo—, y el tratamiento de don bien lo puede merecer la hermosura. Además, viene de príncipes incas.

    —Bah —dijo Lope y escupió a un lado—. Príncipes de los monos y de los papagayos. En todo caso hace mal Ursúa en traerla, que aquí no hemos venido a adamarnos entre las sábanas, sino a matar enemigos y a fundar pueblos.

    Era Zalduendo grande, desgarbado, y en su cuerpo había materia para cuatro como Lope de Aguirre. Éste comenzaba a hablar del gobernador sin respetos mayores y viendo que lo escuchaban con gusto cargaba lamano. Lo llamaba gabacho porque había nacido cerca de Francia y luego de insultarlo así reía bobamente como reía muy pocas veces Lope.

    Una tarde, al oscurecer, oyó Ursúa voces cerca de su tienda. Reconoció a Lope de Aguirre, que decía a otro:

    —¡Y qué bien que lo ha contado vuesa merced!

    Lo decía con entusiasmo. Tenía Ursúa curiosidad por oír más, pero se acordó del proverbio: «El que escucha a escondidas su mal oye». Y además le parecía desairado.

    Se dejó caer en su hamaca. Era aquella hora del atardecer en la que libre de cuidados gustaba de retozar con su amada. La oía andar cerca y miraba la cima lejana de la montaña. Le gustaba ver cómo iba llegando la noche allí, pero seguía encendido aquel pico alto, amarillento y dorado. Con el color del durazno y de las mejillas de Inés.

    —Un color de chola linda —se dijo entre dientes. No se atrevía a decir aquella palabra —chola— delante de Inés porque ella la consideraba insultante. Y, sin embargo, Ursúa la decía con ternura.
    *****
    Bueno, espero haber complacido hoy a doña Megustas. Muy románticos los fragmentos que he dejado.

    https://static.elcomercio.es/www/multimedia/201904/17/media/cortadas/jorge-javier-vazquez-kkuF-U701204425412CNH-624x385@El%20Comercio.jpg

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  40. de la prensa...
    En Catalunya se está produciendo un fenómeno curioso: ver como a la prensa y las redes madrileñas les cae la venda de los ojos. Empiezan a ver cómo son Rivera i Arrimadas: la gestualidad exagerada, montar pollos en sitios y llamar fascistas a los gays, los tics nerviosos en el escaño, las malas palabras desde el atril del Congreso (la banda de Sánchez, estás jodido)... Ciudadanos empieza a recibir críticas inéditas en los editoriales de los diarios, en los articulistas y lo más grave para los naranjas: en sus votantes.
    Sergi Arola escribe: "Es mucho peor, créeme. Nos sentimos mucho más avergonzados lo que le votamos, como yo, pensando que venía a traer moderación, cordura, formas y espacio de centro a mi país. Siento vergüenza infinita por cada vez que le he votado". Arola reconoce que ha votado a Rivera varias veces. Un votante naranja que reniega de su voto. El único buen motivo para repetir elecciones: la castaña que se pegará Rivera. Como dice el adagio "Se puede engañar a unos cuantos durante un tiempo pero no a todo el mundo durante todo el tiempo".
    poco a poco las cosas se ven....aunque costará con tantas capas de mentiras pintadas sobre la herrumbre de C's

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  41. Cuesta trabajo entender el entusiasmo y las grandes risas con que las 350 señorías del Congreso de los Diputados se aplaudían a sí mismas durante la segunda vuelta de la sesión de investidura. Solo tienen derecho a felicitarse a sí mismos de esa manera tan exuberante quienes han hecho su trabajo; no es su caso. Por lo visto y oído en la Carrera de San Jerónimo, todos lo han hecho todo muy bien, ninguno se ha equivocado en nada y nadie tiene arrepentimiento alguno… Entonces, ¿por qué estamos tan mal?
    Ni una palabra de autocrítica, ni un momento para hacer un mínimo examen de conciencia. Todos encantados de conocerse y todos encantados de tener tanta razón y haberla defendido con tanto poderío y salero. Tanto se han esforzado desde el PSOE y Unidas Podemos por hacerse con el control del relato que, al final, lo único que queda claro es que no está claro por qué demonios no hubo acuerdo si los ministerios y las ofertas volaban de un lado a otro con semejantes alegría y generosidad.
    A ver quién le explica a cualquier persona normal que, habiendo puesto en juego docena y media de ministerios y hasta tres diseños de vicepresidencia, unos señores y señoras adultos y mayores no fueron capaces de encontrar una fórmula para ponerse de acuerdo, por mucho que desconfíen y por poco que se gusten entre sí.
    No había más que escuchar y contemplar la satisfacción que rezumaban las bancadas y los portavoces de la derecha para calibrar las desoladoras dimensiones del error perpetrado por PSOE y Unidas Podemos; ambos tan llenos de razón en sus planteamientos como catastróficamente equivocados en sus decisiones. Cuando la izquierda no se entiende, la derecha gana. Es una ley inexorable de la política española. No admite excepciones y nunca deja de funcionar.
    La política es como la vida, por mucho que quienes se dediquen a ella se empeñen en comportarse como si no lo fuera y rigieran unas reglas diferentes, que les eximen de pasar por las mismas penalidades que los demás cuando se equivocan. La incapacidad del PSOE y de Unidas Podemos para conformar un acuerdo e investir un presidente supone un fracaso para ambos. Echarle la culpa a uno o a otro consuela, pero no lo arregla. En la vida y en la política los fracasos se pagan y se pagan muy caros. Dicen que de los fracasos se aprende, pero eso es una mentira piadosa que nos contamos a nosotros mismos para confortarnos. Lo único cierto es que hay que pagarlos, siempre.
    Antonio Losada

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  42. Antonio Losada, cuyo artículo trae Megustas en su último comentario, firma aquí como Antón Losada. Ignoro por qué cambia su nombre al escribir en lugar extranjero. Le impartió un máster a mi hijo el barcelonés.
    Hubo otro Antón Losada, poeta. Miembro de la R.AG., jurista, presidió la I Asamblea Nacionalista. Murió en 1929.
    Traduzco ->

    Pasan los hombres y la tierra queda,
    y en la tierra, el rastro de los trabajos,
    de las lágrimas..., de las alegrías
    de aquellos que vivieron antes que nosotros.

    Ni una noche sin canción para los pájaros.
    Huyo de las multitudes, tres son multitud, cuatro insoportable gentío.

    Luis no acaba de llegar, felices sean sus vacaciones. No sabemos si le causamos problemas con Blogger al comentar aquí: una vez afirmó que abría nuevo mensaje porque se le ponían exigentes.
    ***
    Le gustaba a Ursúa encontrarse con Pedrarias, pero a menudo iba este hidalgo acompañado por Lope de Aguirre y Ursúa sacrificaba el placer de dialogar con Pedrarias a cuenta de no tener que oír a Lope, quien solía hablar de un modo corrosivo y directo.

    El día anterior había hablado Ursúa con Pedrarias sobre las ejecuciones de los cuatro traidores que mataron al teniente general. Pedrarias dijo:

    —Yo conocí a Frías en el Cuzco y habría puesto la mano en el fuego por él. Pero en la línea equinoccial donde estamos es diferente. El sol cae demasiado vertical. Si gastáramos anteojos ahumados como los grandes de España, quizá habría menos hechos de sangre en el real.

    Elvira, la hija de Lope, había visto dos veces de cerca a Ursúa y repetía:

    —Padre, el general no tiene manos de guerrero. Se diría que no ha cogido nunca una espada.

    —Podría ser que esta vez tuvierais razón, hija. Que sea un galán de corte y no de patio de armas. No se sentía a gusto Lope cada vez que pensaba en Ursúa y menos cuando lo veía tan joven y tan chapetón. Llamaban así a los oficiales que llegaban de Castilla, con trajes nuevos y miradas altivas.

    Y pensaba: «Cree que él lo decide todo dentro y fuera de las cabezas y los corazones de los demás, pero se engaña de medio a medio. Si de influencia se va a hablar yo podría decir algo y aún mucho». Se acordaba Lope de haber hablado con el capitán Frías dos días antes de la muerte del teniente general. Estaban en la cantina y Lope le dijo a Frías que todo estaba permitido en la vida.
    Es decir, estaba permitido todo, pero no a todos. Pensaba Lope riendo hacia dentro: «Claro que no a todos, bien se ha visto».

    «No podía pensar yo —añadía Lope, satisfecho— que tuviera tanta influencia en un capitán como Frías».

    Pero los hechos no podían haber sido más elocuentes: Frías se atrevió a todo y le salió mal.

    Aún no embarcaban y los días iban pasando y trayendo su provisión de pequeñas o grandes contrariedades. Montoya seguía encadenado. Los cuchicheos y recelos y opiniones adversas contra Ursúa y su amante iban a dar en lo mismo:

    —No están casados —le decía Zalduendo a don Hernando Guzmán—. ¡No están casados!

    —¿Y qué tiene que ver eso? —intervenía Arce—. En Indias nadie está casado sino cuando le traen la esposa de Castilla.

    —No es verdad —dijo Lope—, porque yo puedo mentar más de cien nombres de españoles casados con indias a golpes de campana y de hisopo.

    —Pero ¿qué matrimonio es ése? —insistía Zalduendo—. Una india en la cama con nombre de esposa, cuatro en la cocina con nombre de doncellas, que la doncellez la perdieron el día que entraron; tres indias más en el pajar y cuatro en los saladeros y planchaderos y tahonas de la hacienda. Y todas igual. Hijos van e hijos vienen, y si eso es matrimonio que lo diga mi puta abuela.

    Aguirre se ponía a contar algo en relación con la mala influencia de las mujeres en expediciones de guerra, pero se le iba el santo al cielo. Por fin se acordaba del caso, aunque no habría podido decir si sucedió hacía un año o diez. Unos días la memoria de lo inmediato le flaqueaba más que otros.

    Declaraba enfáticamente que debía estar prohibido llevar mujeres a las "entradas" y conquistas.



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  43. —Vuesa merced lleva a Elvirica —acusaba Zalduendo.

    —Ella no es una mujer.

    —Ha cumplido los trece. Casadera es.

    —Pero no es una mujer. Una hija no es una mujer.

    Los otros se callaron, prudentes.

    —¿Y la Torralba? —preguntaba Zalduendo.

    Aguirre lo miró despacio a los ojos, se volvió hacia don Hernando Guzmán y dijo:

    —Este Zalduendo es peor que Ursúa, digo en lo que se refiere a las faldas.

    No envidiaba Lope a Ursúa por la hembra. Ciertamente —pensaba— que en tiempo de paz es dulce el amor de las faldas, pero ¿qué hombre con un mínimo de experiencia guerrera no distinguía entre las faldas de la mujer y la tarea militar? Lope de Aguirre no envidiaba a Ursúa y recordaba también algunos versos del romance del Conde Irlos, pero diferentes de los que le habían escrito a Ursúa desde Lima. Los versos de Lope decían:

    Bien es verdad la condesa
    que conmigo os querría llevar,
    mas yo voy para batallas
    y no voy para folgar…

    Pensaba la gente en Ursúa y cavilaba. El resultado de las reflexiones de la gente sobre Ursúa acababa siendo el mismo siempre: Es un buen capitán, pero con su Inés está mostrando el lado flaco de su persona y su carácter y eso no es bueno. Lope decía ya en voz alta a quien quería oírlo que Ursúa no gobernaba sino con doña Inés. Lo que irritaba más a Lope era que Ursúa se atreviera a ser insolentemente feliz allí a la vista de todo el mundo, olvidando que de su ánimo dependía el destino de tantos hombres, la mayor parte de los cuales por una razón u otra se consideraban desgraciados. «Ursúa —decía Lope— ha encontrado ya su reino de Omagua y el Dorado y los tiene en su tienda y los goza cada día y de los demás se le da un bledo».

    A todo esto Montoya, corregidor de Santa Cruz, seguía en cadenas. Casi todos los indios que iban en la expedición eran suyos. Y Ursúa le había prometido devolvérselos antes de echarse al río con los barcos. Pero ni lo liberaba ni le devolvía los indios ni se echaba al río.

    Iban cinco mujeres casadas y cuatro que pretendían casarse en camino. Sin contar a la Torralba y a las indias ni tampoco a Inés ni a Elvira.

    *************
    La canción de todas las noches -->

    You belong to me. JASON WADE
    https://www.youtube.com/watch?v=kiK61Wq_jgo


    Las imágenes del video anterior están tomadas del multipremiado cortometraje de un director novel castellano, de Valladolid. "El sueño del caracol". Hace años que no lo veía.
    -->
    https://www.youtube.com/watch?v=COEzK3h8mUY

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