CONTESTANDO A XULITA

Era la tercera ciudad que visitábamos. Ya llevábamos dos días con la boca abierta, asombrados ante tanta belleza paisajística y tomando el pulso a ciudades resplandecientes de limpieza, pavimentadas en vez de con asfalto con apacibles parques públicos que se sucedían el uno al otro compitiendo en hermosura.

Pero era la tercera vez en cuarenta y ocho horas que observaba que la gente estaba votando. Primero en Lugano, después en Lucerna, más tarde en Lausanna.

Intrigado, en Lausanna,  pregunté a un ciudadano en mi macarrónico inglisfranchute qué clase de comicios se estaban celebrando. ¿Generales, cantonales, municipales?

.- No, no. Hoy estamos votando si damos permiso al colegio para ampliar el patio de la guardería, porque hay que talar varios árboles. Eso votamos.

No es suficiente votar cada cuatro años y ya está. Eso no es democracia, ni participación, ni concienciación colectiva de los problemas. El bipartidismo ( tan corporativista o más que los grandes monopolios empresariales), ese bipartidismo que nos tiene atrapados entre sus garras, se retroalimenta a través de nuestra escasa participación en los asuntos de interés, de nuestra inercia. Sólo somos decisivos una vez cada cuatro años y únicamente para ratificar una vez más un sistema que no nos complace a casi nadie excepto a los que se benefician de sus prebendas y ventajas: los políticos.

También es utópica la propuesta más delirante que he escuchado estos días de acampada-protesta: debatir sobre la marcha todos y cada uno de los asuntos que nos concierne a todos, someterlos a estudio, votación y vigilancia de lo acordado. Ni de coña es eso posible. ¿Todo, todo? Entonces mejor vendo mi casa y me compro la caravana de Shakira para acampar al menos con todas las comodidades en el ágora de los indignados.

Ni una cosa. Ni la otra

Pero..¿votar cada cuatro años sólo para elegir representantes en listas cerradas, sin ninguna otra influencia en más aspectos?

Eso sólo fomenta distanciamiento y desinterés. La máxima expresión de la libertad democrática es poder ejercer tu voto, sí, pero no es lo más importante.

Una de las enseñanzas que he sacado en claro durante esta movida principalmente protagonizada por jóvenes ( diría que el problema actual de la juventud consiste en que yo ya no pertenezco a ella, como dijo el cachondo de Dalí), es que todo el mundo está deseando contar su historia. Que todo el mundo tiene una buena idea que aportar.  La democracia partitocrática tal y como está diseñada, con plazos tan largos y una total delegación de decisiones en manos de políticos obedientes sólo a sus respectivos aparatos políticos en vez de a la sensibilidad ciudadana, es una forma de favorecer la anestesia pública, de segar de raíz cualquier iniciativa de participación, de hundirnos en la miseria de la impotencia para poder cambiar las cosas.

Quiero plazos más cortos. Dos años.., no sé, tres a lo sumo. Pero sobre todo quiero referéndums, muchos referéndums , para temas esenciales que afecten a mi país, a mi provincia, a mi ciudad o a mi barrio. Quiero que me pregunten si prohibiría o no fumar en los bares. Quiero que me pregunten si estoy de acuerdo o no con los rescates de los Bancos. Quiero que me pregunten qué sueldo considero digno para un ciudadano que se dedica profesionalmente a la política. Quiero que me pregunten qué prefiero subvencionar con nuestros impuestos, si la compra de un Toyota o la natalidad. Quiero decidir si un Tribunal Constitucional debe ser elegido por políticos o por miembros de la carrera judicial o incluso si es necesario. Quiero que me pregunten si quiero o no quiero Monarquía. Quiero que me escuchen y que mi opinión en forma de voto sea tenida en cuenta en muchas cosas importantes que al final se la pasan por el forro los políticos y sus putas mayorías. Se llevarían continuas sorpresas.. .

Sumad la abstención con el millón largo de votos en blanco y nulos..¿y qué tenemos? Casi a la mitad de la población que pasan de la política sin darse cuenta de que están haciendo política a favor de los grandes partidos.

La mitad de la población: esto es algo escandaloso, sangrante, deprimente. No es democracia. No lo es.

Envidio a los suizos. Envidio a los descendientes de esos Templarios organizados, con sus estatutos democráticos, que votaban en el seno de su comunidad absolutamente todo, que fueron tan prósperos, tan valientes, tan innovadores, que fueron fulminados por un rey absoluto y un Papa intemporal que se sintieron en peligro y envidiaban sus riquezas. Eran peligrosos, había que acabar con ellos. Ahora lo absoluto y lo intemporal es el bipartidismo y no hay forma de darle la vuelta al chiringuito que tienen montado.

Todos lo hemos podido comprobar: al PSOE y al PP visiblemente incómodos con esta clase de movimientos ciudadanos como el 15-M, que atenta contra sus podridos cimientos.

Si nos preguntaran más a menudo y nos dejaran decidir si queremos talar unos cuantos árboles para ampliar el patio de recreo de unos chiquillos, pensaríamos todos qué es más importante, si el esparcimiento de nuestros niños o el respeto hacia esos árboles. Estaríamos sensibilizados. Y sobre todo nos sentiríamos corresponsables de la decisión tomada y la vinculación del gobernante con el ciudadano sería más tangible, más estrecha, y más viva y sana sería la democracia entendida como compromiso.

Santo cielo, qué grima dan las sesiones del Congreso. Haciendo política para Epi y Blas.

No podemos seguir consintiendo que nos traten como a niños y que se crean el bulo de que cada banda está en posesión de la única verdad verdadera, porque eso no es política. Eso es la religión de los talibanes que permite quitarnos el burka una vez cada cuatro años. Sí, a los cuatro años, si lo han hecho mal, les podemos fulminar, pero para entonces habrán volado a Buda por los aires.