Un pláss ¡, un plof, un estallido, un crujido extraño contra un asfalto premoritoriamente negro y entre mis piernas un animal mecánico sin riendas, herido en una pata y desbocado pugnando por hacerme saltar encabritado de su lomo, a ochenta por hora y con el objetivo finalmente conseguido de detener algo más que el tiempo cruzado en perpendicular en medio de dos carriles repletos de pegados búfalos de cuatro ruedas bufando a ciento veinte por hora contra los segundos que me quedaban de vida.
Inesperada visita de la muerte polizona, de la muerte que ejerce la ignorancia con el derecho de admisión, que se salta las premisas de los ciclos naturales con la insidia de una intriga palaciega . Muerte que me hizo una espera plantada en un itinerario aprendido de memoria y que soy capaz de recorrer casi a ciegas.
Pero allí estaba, aguardándome. No me caí de la moto. Increíblemente no me caí pero demasiado tarde me di cuenta de que lo mejor hubiera sido haberme dejado caer a un lado sin acabar la doma en medio de dos carriles repletos de búfalos airados a izquierda y derecha, fiú, fiú, fiú…, cinco, seis , ocho coches..fiú, fiú, fiú…
Casi ajeno ya a la vida y esperando ser despanzurrado de un momento a otro sólo tuve fuerzas para cerrar los ojos. Había escuchado, había leído, suponía que en instantes cruciales entre la vida y la muerte tu vida , toda tu vida, pasa comprimida en pocos segundos.
Mentira.
Ni siquiera di paso al segundo pensamiento. Me aferré al primero. Me quedé a vivir la escasa vida que daba por sentado que me quedaba con el primero: con la primer sangre de mi vida.
De la nebulosa incierta que brotó del miedo a morir estúpidamente, del instinto ciego, mudo y manco que busca brazos y ojos protectores sólo surgió ella. No esposa, no hijos, ni amigos ni amantes ni santos protectores ni Dios siquiera.
Sólo trascendió como una estrella mi madre. Mi madre. Sólo ella.
Y creo que fue ella quien consiguió convertir a los conductores que tras mí circulaban a toda leche en avezados pilotos acróbatas esquivailusos; la que levantó una tapia protectora y quien me cambió la túnica del miedo estremecido por un candor de suerte y día nuevo.
Apareció cuando la necesité justo en ese preciso instante y sentí que en sus brazos presidía de nuevo el aire que durante demasiados segundos me faltó de los pulmones. Y detuvo el tráfico de la autovía formando una gran cola como quien saca una foto pidiendo que no se mueva nadie.
Fue mi chica, convertida en flotante vapor de sombra amante
Inesperada visita de la muerte polizona, de la muerte que ejerce la ignorancia con el derecho de admisión, que se salta las premisas de los ciclos naturales con la insidia de una intriga palaciega . Muerte que me hizo una espera plantada en un itinerario aprendido de memoria y que soy capaz de recorrer casi a ciegas.
Pero allí estaba, aguardándome. No me caí de la moto. Increíblemente no me caí pero demasiado tarde me di cuenta de que lo mejor hubiera sido haberme dejado caer a un lado sin acabar la doma en medio de dos carriles repletos de búfalos airados a izquierda y derecha, fiú, fiú, fiú…, cinco, seis , ocho coches..fiú, fiú, fiú…
Casi ajeno ya a la vida y esperando ser despanzurrado de un momento a otro sólo tuve fuerzas para cerrar los ojos. Había escuchado, había leído, suponía que en instantes cruciales entre la vida y la muerte tu vida , toda tu vida, pasa comprimida en pocos segundos.
Mentira.
Ni siquiera di paso al segundo pensamiento. Me aferré al primero. Me quedé a vivir la escasa vida que daba por sentado que me quedaba con el primero: con la primer sangre de mi vida.
De la nebulosa incierta que brotó del miedo a morir estúpidamente, del instinto ciego, mudo y manco que busca brazos y ojos protectores sólo surgió ella. No esposa, no hijos, ni amigos ni amantes ni santos protectores ni Dios siquiera.
Sólo trascendió como una estrella mi madre. Mi madre. Sólo ella.
Y creo que fue ella quien consiguió convertir a los conductores que tras mí circulaban a toda leche en avezados pilotos acróbatas esquivailusos; la que levantó una tapia protectora y quien me cambió la túnica del miedo estremecido por un candor de suerte y día nuevo.
Apareció cuando la necesité justo en ese preciso instante y sentí que en sus brazos presidía de nuevo el aire que durante demasiados segundos me faltó de los pulmones. Y detuvo el tráfico de la autovía formando una gran cola como quien saca una foto pidiendo que no se mueva nadie.
Fue mi chica, convertida en flotante vapor de sombra amante
ainnsssss
ResponderEliminartengo una conjuntivitis de caballo, de vaca y de burro juntos...
no puedo leerlo todo,
tambien mi madre es mi calor cuando tengo frio, mi agua cuando me muero de sed y el lugar donde más a gusto me siento cuando necesito un abrazo, aunque no me abrace a ella, ella esta siemrpe abrazada a mi.
ResponderEliminarUn milagro tenerlas
Un día contaré un accidente mortal que tuve tambien,jajajaja, pero al final no fue mortal por suerte ( creo que fue tambien la madre que me parioooo)
Yo la echo mucho de menos,a veces me parece sentir su perfume y también su voz, cantando en la cocina mientras fregaba los platos.Dile todos los días que la quieres.Besos***
ResponderEliminarHace unos dias acompañé a una amiga que había perdido a su mamá!
ResponderEliminarFue muy duro, creo que despues de toda la ceremonia etc etc. fue corriendo a abrazar a la mia como queriendo encerrarla en mis brazos y que se quedara allí para siempre!
Me has estremecido Luis, mucho!
Besos y abrazos y espero que estes bien!
Perdon!
ResponderEliminarQuise decir, FUI corriendo a abrazar a la mia!
Un lapsus´!
Te abrazo fuerte!
Quieres decir que, literalmente, has vuelto a nacer? Pues si es así, ¡Bienvenido!
ResponderEliminarBienvenido a esta vida nueva donde, afortunadamente, te ha parido (de nuevo) tu madre. Privilegios de pocos, pudiera ser. No sé.
De todo lo que has contado lo que más impacto hizo es ese detalle, que de cualquier burda memoria o pensamiento, solo tu madre apareciera para hacerte sentir renovado.
Besos, Luis. Y que bueno que sigas aquí..!!
Sí...la verdad es que la madre siempre está.
ResponderEliminarDispuesta y protectora.
Me alegro de que estés bien.
Cuídate.
besos.
De todas las imagenes en tu cabeza... Ella...
ResponderEliminarA veces, abrazo a mi madre muy fuerte... solo por abrazarla, y me siento reconfortado... Que imagen... tambien me gusta la moto... ahora no podre subrime sin pensar en ella.
Un Abrazo.
Me has puesto los pelos de punta Luis.
ResponderEliminarA veces no es fácil ser escéptico, y cuesta atribuir a un azar el cúmulo de pequeñas cosas (y otras, como esta, enormes) que forman nuestro camino hasta hoy.
Lo importante es tener una liana para saltar el vacío.
Un abrazo. Me alegro mucho de que todo fuese bien.
Cuando era pequeño mi madre me llevaba a la aldea en tren. Ese tren que "vai pola beira do Miño".
ResponderEliminarDesde que conduzco, la llevo yo, con lo que se perdió ese mágico momento en que el revisor corta los billetes.
Mi madre nunca me ha dicho que vaya más despacio, ni que se marea, ni que detesta la música que pongo (porque cualquier música le agrada), ni se quejó cuando yo fumaba al volante.
No soy de hablar en el coche, así que cuando ella empieza una charla, le digo: "Chisttt, ¿no ves que tengo que ir atento?". Por lo demás, mi madre es una listilla insoportable, pero, ya digo, como copilota, una santa. Hombre!, jamás le había dejado un youTube á miña nai. Como tanto le da como tanto le tiene, pongo una que me gusta a mí:
Coche_sólo_hay_uno,_y_a_ti_te_encontré_en_la_incubadora
en la incubadora.
ResponderEliminarPues yo soy más de papá...con mi madre pocooo
ResponderEliminarOye, Megustas, que aquí tienes tu espacio para que nos cuentes lo que quieras. Me gustaría conocer tu relato. Creo que todos hemos sufrido a lo largo de nuestra vida un acojone súbitus que se dice en latín.
ResponderEliminarOs he puesto tiernos, eh? Ale, todo el mundo llamando a su madre. Pues bien que habéis hecho porque madre no hay más que una y a tí te encontré en la calle.
Y como dice Urlanda muy bien, es verdad, nací de nuevo y volví a casa oliendo a placenta.
Joer, Talkin...¿ponías esa clase de música a tu bienaventurada madre? Pues agradece que no diera un volantazo al coche para precipitarte al Mihno. Perdona este rasgo de humor negro, pero Talkin, tu madre era una santa, ya lo creo. Yo a la mía le pongo lo que de antemano sé que le gusta: Luis Mariano, Mocedades, Serrat y Sabina.
Sirenita, nosotros porque no lo hemos tenido. Se nos fue prontito, pero mamí nos dice que era un cachondo y si viviera, todos - los siete- , seríamos hijos de padre más que de madre,como tú.
Ergo deduzco que tu padre es tan cachondo como tú.
Besitos y abrazos para todos