El mar en alta mar no se parece a los poemas de Alberti. Sus rimas son olas gigantescas en asonante. Sus estrofas, columnas de agua, patadas de futbolista marrullero a la espinilla de un frágil barco zozobrante.. Su musicalidad es un ululante tornado de gritos mojados.
Un barco de pesca de altura es una escultura surrealista en movimiento. Fotografías familiares en el camarote de la tripulación. Decoración inverosímil, iluminada en cada extremo por los dos ojos pálidos de las portillas. Literas excavadas en la pared metálica y por doquier un fantástico desorden de objetos y cuerdas. Nada sabes de aparejos y me parecen monstruos dormidos.
Pero lo que más me impresiona son ellos. Agotados, con la espalda arqueada por el cansancio. Seres privados de sus familias en medio de unas aguas con hambre de hombres, sus cuerpos envueltos en prendas grunch, con nada visible de ellos más que las manos y la cara, y en sus rostros, por culpa del intenso frío, no viven más que sus ojos.
Hombres que son gestos y miradas, encerrados entre planchas de metal arrastradas por ..¿cuántos caballos de vapor?. Hombres de inteligencia abierta, de audacia temeraria, de energía tenaz, ya sean de pensamientos delicados o burdos están siempre de algún modo desdoblados. Les observo desde el paralítico miedo que se ha instalado en mi cuerpo desde que las olas comenzaron a rebasar el casco del barco como si fuera un mequetrefe al que hay que ignorar, y están concentrados, trabajando sin ceder un segundo al tiempo, pero lo noto. Sus almas están en otra parte.
Sobre nosotros el espacio. Debajo, un espejo. No existe en el mar ni pasado ni futuro: el rastro de la estela de la hélice se difumina entre burbujas .El tiempo que va pasando forma un núcleo de eternidad y el horizonte perseguido jamás se detiene.
Un barco de pesca de altura es una escultura surrealista en movimiento. Fotografías familiares en el camarote de la tripulación. Decoración inverosímil, iluminada en cada extremo por los dos ojos pálidos de las portillas. Literas excavadas en la pared metálica y por doquier un fantástico desorden de objetos y cuerdas. Nada sabes de aparejos y me parecen monstruos dormidos.
Pero lo que más me impresiona son ellos. Agotados, con la espalda arqueada por el cansancio. Seres privados de sus familias en medio de unas aguas con hambre de hombres, sus cuerpos envueltos en prendas grunch, con nada visible de ellos más que las manos y la cara, y en sus rostros, por culpa del intenso frío, no viven más que sus ojos.
Hombres que son gestos y miradas, encerrados entre planchas de metal arrastradas por ..¿cuántos caballos de vapor?. Hombres de inteligencia abierta, de audacia temeraria, de energía tenaz, ya sean de pensamientos delicados o burdos están siempre de algún modo desdoblados. Les observo desde el paralítico miedo que se ha instalado en mi cuerpo desde que las olas comenzaron a rebasar el casco del barco como si fuera un mequetrefe al que hay que ignorar, y están concentrados, trabajando sin ceder un segundo al tiempo, pero lo noto. Sus almas están en otra parte.
Sobre nosotros el espacio. Debajo, un espejo. No existe en el mar ni pasado ni futuro: el rastro de la estela de la hélice se difumina entre burbujas .El tiempo que va pasando forma un núcleo de eternidad y el horizonte perseguido jamás se detiene.
En mi vida pasé más miedo. Así que, cuando veo a mi amigo Guillermo, que fue quien me invitó a compartir su forma de "ganarse las papas", no veo a un hombre corriente, sino a un héroe mitológico.
ResponderEliminarRealmente, adentrarse en alta mar y pelear con los juegos despiadados que a veces les presenta no debe ser tarea fácil de verdad.
ResponderEliminarCreo que ya estan acostumbrados!
Quizas hasta se aburririan sino fuera de vez en cuando asi...
Besos y abrazos!
Qué fuerza tiene el mar y cómo quema el sol la piel ya reseca, el pelo al viento se rebela. Hay que tener mucho temple para aguantar ese timón. Debe de haber un horizonte que no se borra
ResponderEliminaren la bruma. Es como la vida el mar.
El sabe de nosotros como antigua cuna
de un dios hermoso, no le temamos. En cambio sí escuchemos su canción que ruge y que acaricia, que crea y que destruye...a ver que nos dice en su lengua colosal que ya los griegos conocieron.
Luis, acepta esta reacción lírica provocada por tu canción...
Y, Oh! dios que bien lo cuentas*
Se te quiere.
Hay que hacer trampas con las cartas marcadas que nos reparte el destino si quieres acabar cuerdo la partida.
ResponderEliminarPara ser un héroe no hay que separar las columnas de Hércules, sino simplemente seguir sonriendo a la vida tras arrojarle a los pies las facturas pagadas de este mes.
...un trabajo duro sin duda...a mi la mar me merece mucho respeto: no sé nadar...Sólo he montado una vez en barco ( si no contamos las golondrinas del puerto claro )fue en el Ferry de Calais a Dover y nos pilló mala mar: k yu-yú! Otro trabajo k me parece realmente duro es el de los mineros...BSS...
ResponderEliminarNuri
Después de ver La Tormenta Perfecta desde luego el filete de merluza sabe de otra manera. Hay que ser un ingrato para no rebañar las raspas o comerse las huevas. Digo. Un abrazo iluso Luis.
ResponderEliminarCarla, creo que tienes razón. Soltar adrenalina crea adicción. Un poco sí que les va la marcha. Un beso
ResponderEliminarArdaire, ese temple es el que más admiro en los hombres de mar. Son diferentes a todos y ya llevamos unas cuantas generaciones, dos o tres, muy acomodados todos y olvidándonos del cordón umbilical que nos une a la madre naturaleza. Un besito, poetisa preciosa.
Pues sí, UnAngel. De heroicidad se puede considerar llegar a fin de mes, pero si encima pagas las letras sobre la cresta de una gigantesca ola, no me negarás que dicho mérito tiene un accésit. Un abrazo, querido Angel.
Yo también he pensado que los trabajos más duros son los de minero, pescador y..., camareros. Esos camareros sin horarios ni fiestas que trabajan duro cuando todos estamos de celebración. También me parece muy duro. Un beso, Núria.
¡Hombreeeeee..! ¡Jorguiñooo! Qué alegría, por Tutatis! El profesor de matemáticas nos llamaba a todos "merluzos". No es de mis pescados favoritos. Prefiero el pez emperador y su más fiel vasallo, el boquerón, a ser posible en vinagre con ajitos y perejil picaditos y aceite de Olvera, el mejón del mundo y una cerveza bien fríaaaaaaaaa ! Pues yo creía, Jorge, que tu pescado favorito era el pez-araña...jajajaja....¡Qué jodío, qué gritos pegabas....culeraaaaaa!
Un beso, amigo.