OJALÁ QUE TE VAYA BONITO

Nunca he estado por la labor de pedir perdón porque me guste el fútbol. Me gusta. Sé que está sobredimensionado socialmente y que son inmorales las cantidades económicas que se manejan en torno suyo. Pero me gusta. Me gusta el empeño de once jugadores contra otros once en meter la pelota entre tres palos. Y deberíamos de mantener en boga este deporte porque gracias al fútbol los extraterrestres todavía no nos han invadido. Desde sus telescopios láser nos observan y si ven un partido de fútbol y a toda la hinchada petando el estadio bramando como búfalos en celo, pues se nos acojonan y dejan para otro día el colonizarnos. Demasiado asalvajados todavía los terrestres.

Soy del Madrí porque....¿por qué? Pues no lo sé. ¿Porque lo era mi padre? ¿ Porque lo son todos mis tíos? ¿Porque los son todos mis hermanos? ¿Porque he nacido en Madrid?  ¿Porque la primera palabra inteligible que pronunció mi hijo Luismi fue "Hugosánche"? ¿Porque soy de los ególatras que se suben al carro vencedor y quieren ser del equipo que más trofeos tiene de todo? La verdad, no lo sé.  Sólo sé que siento una gran alegría tan pueril como pura cada vez que un jugador madridista mete un gol, o que para un penalti Casillas. De manera que anoche disfruté muchísimo viendo a sus jugadores celebrando la consecución de su trigésimo segunda Liga nada más y nada menos que en el campo de los leones mientras Ronaldo, enorme jugador y enorme zoquete, sucumbía a los malos modos. Y ha sido una lástima no poder vernos las caras en la gran final de la Champion contra el Barca. Hubiese hecho todo lo posible por verla en Valencia en compañía de mi peña familiar.

Pero quiero celebrar esa alegría homenajeando a alguien que se ha despedido de su club y que siempre ha sido un caballero. Un entrenador que nunca ha señalado al árbitro como culpable de alguna derrota, ni al rival simulando faltas, ni se ha quejado de una calendario adverso,  que nunca ha señalado a un jugador propio con el dedo acusador por su falta de acierto, que nunca ha lanzado indirectas contra el director general de su club,
que nunca se ha negado a hablar con los periodistas si perdía un partido, absteniéndose de felicitar públicamente a su adversario y  encima se indignaba contra el mundo si no reconocían sus supuestos méritos ( aprende, Mou). Alguien que ha fomentado sobre el terreno de juego el fútbol total, todos al ataque y todos defendiendo, que ha aprovechado al máximo el lujo de dirigir y crear al mejor jugador del mundo fomentando  la solidaridad en el campo de sus hombres, como un equipo, sin vedetismos, con elegancia en la victoria y humildad en la derrota.

Y esta es mi forma de celebrar que mi Madrí haya conseguido por fin ganar la Liga después de un dominio hegemónico que tenía toda la pinta de convertirse en una maldición templaria para los madridistas.

Mi manera de celebrarlo es con alegría, por supuesto, pero lamento que un caballero como él se haya despedido del equipo que ha poblado de pesadillas los sueños madridistas durante estos últimos cuatro años.

¡HÁLA MADRID!  y ¡HALA PEP! Que te vaya bien,  Contigo, me quito el sombrero.