Al poco tiempo de estar levantado y despierto ( que son dos cosas diferentes), la vida sale a mi encuentro y me besa en la boca....dos veces! La primera ha sido embelesándome en el facebook con una foto, un retrato, contemplando frente a frente el desgarrador poder del instinto , la intuición y la atracción ajenos a cualquier clase de adiestramiento, llenando todo el suntuoso vacío que nadie a mi alrededor es capaz de ni siquiera descubrir....., quizá porque allí solo se llega de las riendas de mi imaginación y mis deseos ocultos, esos dos potrillos salvajes que no se dejan domar. Aún sin lavarte, ...¡qué hermosa eres, qué hermosa!
Y el otro beso en la boca ha sido descubrir un artículo de Angeles Caso que me ha estremecido por su profundidad y por su sinceridad y lo voy a reproducir, con vuestro permiso, en su integridad, porque merece la pena leerlo y releerlo.
Resultó muy acertado que fuera esta escritora quien fuera designada para que nos presentara las noticias del "Tiempo", porque de lo que habla a continuación es ni más ni menos que de eso, del tiempo, de nuestro tiempo, del que se nos escurre entre los dedos todo el tiempo.
Que lo disfrutéis como yo lo he disfrutado
ANGELES CASO
"Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente
estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi
compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la
cabeza más sana que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal
vez
porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá,
porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al
menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian
el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los
malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa
con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de
sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y
unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar
desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez
que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo "
porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá,
porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al
menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian
el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los
malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa
con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de
sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y
unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar
desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez
que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo "
No me extraña,Luis que te haya estremecido.
ResponderEliminarComparto 100% lo leído.
A veces en el día a día, en las dificultades cotidianas nos olvidamos de lo realmente importante,VIVIR.
Vivir en armonía con nuestros deseos e ideales.
Deberíamos hacer el propósito cada mañana.Leer tu blog me ayuda siempre a hacerlo, por eso me encanta entrar aquí.
Me das vidilla!!!!!
Besos a tod@s y feliz semana.
xulita
Gracias, jodía!..jajaja..
ResponderEliminarMuy interesante lo escrito por Angeles Caso sobre lo importante de vivir el día a día con ilusión y dando imprtante a lo que la tiene sin perdernos en tonterías.
ResponderEliminarSin embargo lo que me ha llamado la atención al comienzo de tu post han sido las siguientes palabras :"la vida sale a mi encuentro".
Toda una época de mi adolescencia y juventud.Mi paso de leer a Enyd Blyton a José Luís Martín Vigil en su primer libro : ^^La vida sale al encuentro^^...... y como una retahíla (no las de M. Gaite) me salieron "La muerte está en el camino""Los cras comunistas" "Sexta Galería" "Cierto olor a podrido","Sentencia para un enor" "Un sexo llamado débil" "primer amor primer dolor", "Del amor y del mar","Tierra brava"......
Muchos años ha que parecía olvidado el autor de muchos jóvenes, o por lo menos no no sabía nada en las últimas dos décadas. Hasta apenas unos meses que supe de su muerte y una última entrevista que había concedido. Olvidado, sin embargo le tengo en mi memoria.
Fue el escritor de una generación, la mía. Creo tener alguno de esos libros, pocos, pienso que siete u ocho , aunque hubiese leído muchos; es que nos los cambiábamos y los comentábamos.
Sí que me gustaria saber si hay gente que le haya leído y le tiene en tan buena estima como yo. He notado un cierto silencio entorno a su persona y no mencionarle. Es más, su silenciosa muerte sin publicidad me ha intrigado.
Disculpad mi disertación, pero es lo que me llamó la atención del post, esas palabras tuyas, Luis "La vida sale al encuentro"
Celia, qué lujo de lectora eres. De Martín Vigil solo leí dos novelas : Primer amor, primer dolor, y precisamente La vida sale al encuentro. Seguramente sabrás que, pese a ser un autor muy prolífico y muy leído, siempre tuvo que padecer el laminamiento social y editorial por ser lo que era: excura y homosexual, dos baldones difíciles de perdonar en la España cañí. Ese es el motivo de su arrinconamiento y progresivo olvido, no hay otro. Sin embargo, ahí quedan sus libros, escandalosos para la época, el mejor testimonio de un buen escritor empeñado en romper corsés sociales.
ResponderEliminarLo de la vida me salió al encuentro es un guiño en honor a él, y lo de que me da dos besos en la boca, otro en honor de una hermosa canción de Serrat que todo el mundo conoce.
Un abrazo, querida Celia
qué bonito...lo malo es que es tan difícil conseguirlo!
ResponderEliminarSirenita, tú también eres bonita y difícil de conseguir, ¡ándaquenó!
ResponderEliminarSi...
ResponderEliminarLo triste del caso es que la mayoría de las personas se dan cuenta de estas cosas cuando sucede algo brusco, algo que rompe la posibilidad de una continuidad adormecida en la rutina diaria que se alimenta del absurdo de pensar, de creer, de confiar...en que mañana habrá otro día, en que para qué cambiar nada hoy...mejor dejarlo para ese quimérico mañana...
Es cierto que hay otras personas, que son conscientes desde el primer instante y sienten, en lo mas profundo de sí mismas, lo mismo de lo que habla Angeles Caso...Sin embargo, pocas tienen la valentía de decírselo a los demás claramente, les da miedo ser juzgadas, les da miedo la reacción de los demás...
No soy partidario de callar ¡nada! Del silencio, de la necesidad y del miedo...se sirve el poder para tenernos controlados...
¡Un fuerte abrazo sin miedo!
Ananda
Qué maravilla de texto, pedazo del sentir de Angeles, y, como dice Ananda, qué pena que la mayoría de la gente que acaba por perder el velo en sus ojos lo haga tras eventos dolorosos y no simplemente por pararse y mirar más allá.
ResponderEliminarPero siempre, siempre, hay lugar para la esperanza, y prueba de ello es la gente que no se lo calla, no solo por valentía, sino sobre todo porque descubren que no tiene ningún sentido callar.
Un abrazo de viernes ;-D
Gracias Luis,por traer hasta tu blog este artículo de Angeles Caso.
ResponderEliminarMe gusta esa mujer.Tiene la cabeza bien amueblada.
Lo copio a mi carpeta de textos a releer de vez en cuando...
Soy una persona que no deja nada "para otro momento" porque ese momento puede que no llegue. Siempre me he considerado una mujer afortunada,la vida me trata muy bien, quizá porque no pido demasiado y le doy mucho valor a lo que me rodea.
El artículo no tiene desperdicio, pero destaco algo que siempre digo y que ella ha plasmado al finál:
"Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo "
TRES besos,Luis!
No dejesi de ser felices,porfa!!!
Achuchones para tod@sss
A veces los pequeños momentos son los más importantes, esos que tan poco apreciamos.
ResponderEliminarMe encanta tu blog.