Después de su separación matrimonial y sus problemas con el alcohol, los mismos que se pusieron de acuerdo en destrozar a Chaplin y que ahora babean con la posibilidad de llevar a la cárcel a un Polanski de 72 años, treinta después de haber cometido una gilipollez delictiva, pero más que prescrita por voluntad de una víctima que no quiere llevarle ante los tribunales, por su no reincidencia, y sobre todo por lo dicho, porque han transcurrido la tira de años..., pues esos mismos chacales afilan colmillos para clavárselos en la garganta de Mel Gibson, ahora precisamente que el hombre está pasándolo mal con sus problemas familiares, y de paso cuestionan por enésima vez su , para mí, indiscutible talla como cineasta, fuera de toda duda para quien de verdad sepa profundizar en la magia del cine. Así que he rescatado de mis cuadernitos una crítica que hice de su última película para reinvidicar su talento artístico. Sé que queda uno mejor en los puristas círculos cinéfilos diciendo que te mola más Jean Luc Godard o Truffaut que Mel Gibson, pero quienes se hayan tomado la molestia de leer algo de Godard o Truffaut, sabrán que cualquiera de los dos hubieran matado por rodar Apocalypto.
Os dejo con lo que escribí. Hace ya..., más de dos años. Buf, cómo pasa el tiempo.
Voy a hacer una pregunta. ¿Vosotros a qué vais al cine? Y que cada uno se conteste como quiera.
Acabo de ver Apocalypto de Mel Gibson y todavía sacudido por la impresión que me ha causado descubro en internet un aluvión de críticas negativas hacia la película a medias con un torrente de insultos hacia su director.
Y no entiendo nada. Nada de nada.
Lo máximo que, a mi juicio, se puede decir de ella es que no te ha gustado porque tu estómago no es apto para comer de primero testículos, de segundo corazón y de postre cabeza ensangrentada. Y hasta ahí puede llegar una crítica negativa hacia una de las películas más vibrantes y mejor construida que he visto en mi vida.
Al cine se va a subirse en una montaña rusa, no a cultivar una huerta de productos metafísicos con mensajes ambivalentes que parecen querer demostrar que eres tonto perdido. Y parece que a muchos les gusta ponerse delante de una obra maestra para simplemente dejar claro que ellos lo habrían hecho mucho mejor.
Y claro, una mierda para ellos.
Echando un vistazo a la filmografía de Mel Gibson como director, enseguida nos damos cuenta de que sus películas están hechas con el corazón, son muy viscerales, parte de argumentos mínimos y , ahorrándose pérdidas de tiempo absurdas en algunos de los clichés del cine de autor, procura siempre – y lo consigue sobradamente- ir al grano sin perífrasis verbales ni desenlaces sorpresivos tan del gusto de los directores que embrollan argumentos sin saber darles una salida, recurriendo a los juegos malabares y a la ingenuidad del espectador, acuciados por el presupuesto y atormentados por su falta de talento. No es el caso de Mel Gibson, que firma con el espectador un contrato transparente. Nosotros pagamos una entrada y a cambio nos regala contar una historia como mejor sabe - ¡y vaya si sabe!-, y hablarnos , de paso, de emociones puramente básicas, simples, importantes, como el amor y la familia, dos temas muy presentes en todas sus obras como director. ¿ Qué es El Patriota sino la reivindicación de que se ha de dar la vida por la familia si es necesario? ¿ Y si consideras que tu familia es el mundo entero? Pues expresa plástica y crudamente lo que hay que saber sufrir por ella en su Pasión de Cristo.
Y en ambos casos, también en Braveheart, lleva hasta extremos inimaginables el poder de la imagen sobre la palabra, algo en lo que se está revelando como un maestro absoluto, un tío que nos demuestra a todos su enorme pasión por el Séptimo Arte.
Apocalypto es un relato épico de aventuras en el sentido más tradicional del término, sin ocultar un clarísimo mensaje sobre la unión familiar como sinónimo de salvación. Un mensaje demasiado judeocristiano para los progres desmitificadores y desarraigados que quisieran dar por culo a la familia como el personaje de Marlon Brando en El último tango en París.
Es una apasionante historia como las de antes, totalmente frenética y sin ningún respiro, que nos absorbe desde el primer minuto y no nos suelta hasta el final. Gibson se luce demostrando su endiablada facilidad para narrar nítidamente un relato, llenándolo de momentos visuales inolvidables que permanecerán en nuestras retinas, momentos convertidos en tiempo cazado y cautivo de nuestra memoria para siempre.
De un tirón nos sitúa de lleno en la época en cuestión y nos adentra en una selva llena de peligros, violencia y salvajismo, donde el director no se corta un pelo en mostrarnos duramente las consecuencias de una cacería, o de una lucha cuerpo a cuerpo, con realismo a secas ( y no salvajismo, ni hiperrealismo, ni sadismo exagerado ni las leches fritas que he leído de sesudos opinantes). Mel Gibson simplemente se dedica a ser coherente con la historia que quiere contar.
Su maestría visual, que sobrevivirá a su leyenda negra, desprende una enorme emoción en todos los aspectos del film, tanto en las secuencias íntimas como en las espectaculares. Hay escenas de una emotividad deslumbrante, como en las miradas que se cruzan padre e hijo antes de que el primero sea ejecutado ( “ No tengas miedo”, deja el padre por herencia a su hijo como pasaporte de su supervivencia ), o como cuando la suegra acaricia el brazo encadenado del yerno al que tanto mortificaba en la aldea, camino del ara del sacrificio sin que éste pudiera reprimir la angustia y la ternura entremezcladas por la suerte de su desvalida y antes odiosa suegra. Todo lo referente a la pareja protagonista y todo lo que sucede alrededor es una de las mejores reflexiones jamás vistas sobre la unión familiar, sin pajas mentales ni derroteros absurdos : pura emoción, una descarga de sentimientos en estado puro, auténtico cine.
Además de su maravillosa ambientación, perfecta en todos los aspectos, hay que sumar el excelente trabajo de todo su reparto, destacando especialmente a dos de los antagonistas. Garra de Jaguar, enormente expresivo y comunicador, y el jefe del clan cazador maya, actor de impresionante aspecto físico, capaz de comunicar mucho más con la mirada que con palabras.
En definitiva, una película magnífica que va creciendo en la memoria según van pasando los días, y que tal vez el tiempo le otorge el calificativo de obra maestra con el permiso de los detractores de Mel Gibson, legión incomprensiblemente muy numerosa, señal inequívoca de que estamos ante un genio.
Hoy me preguntaban mis compañeros si les aconsejaba ir a verla. Pues claro, coño, ir a verla como hay que ir al cine, sin prejuicios de ningún tipo, con apenas un mínimo equipaje cultural y dos horas después de haber digerido la comida, esta película puede arrastrar a cualquiera por un sinfín de sensaciones gracias al enorme poder creativo de Mel Gibson, alguien que entiende bien el Cine con mayúscula.
Y ahora, pregunta. ¿ A quien se parece el protagonista, Garra de Jaguar? jejeje...
ResponderEliminarSi, hombre, a uno de esos que corre detrás de un balón mientras millones de personas se olvidan de cosas como el post anterior, el de la sonrisa llena de dientes, esto... no me sale el nombre... bueno, da igual.
ResponderEliminarCoincido con tu apreciación de lo visceral que resulta Mel como director, y en lo bueno que eso es para el espectador. No es nada fácil ser capaz de transmitir tu visión de algo prácticamente sin palabras, sino siendo capaz de empatizar al espectador.
El problema de Gibson es que se moja y toca a fondo los temas que le apasionan, y eso suele polarizar a la gente, tanto a favor como en contra. Yo soy más del departamento de matices y tonos grises, pero admiro a quien defiende su postura a ultranza dentro del respeto a los demás (conceptos ambos altamente excluyentes)
He revivido la peli mientras leía tu crónica, y recuerdo haber pensado que la violencia no era exagerada, sino fiel a la realidad de lo que tuvo que haber sido.
Sea como sea, no puedes salir de ver una peli de Mel Gibson sin que las sensaciones recibidas resuenen como una campana en tu interior.
a mi me gustó.
ResponderEliminarLo único que no me hizo gracia fue leer y leerrrr
Mel no lo hace mal.
A mí las novelas históricas y las películas de época me la pelan. No me creo la historia. Otra forma de manipulación como la cultura oficial o la educación.
ResponderEliminarPero reconozco el arte del Sr. Gibson para meterme en un entorno selvático y salvaje, en muy pocos planos y no soltar las riendas hasta el final. Eso requiere mucha coordinación, buenos guionistas y buen saber hacer. En cuanto al resto… tío esto es Hollywood, espectáculo, espectáculo y espectáculo.
Violencia hiperrealista, filosofía maniquea y una puesta en escena fascinante. ¿Qué más podemos pedir? ¿Palomitas? Of course.
En cuanto a la demonización del tío Mel, pues no me parece bien coño, pero ¿qué se puede esperar de una cultura que no para de inventar heroes y mitos que sirven de propaganda para ciertas posturas políticas? Cambias de bando o la balanza se mueve y ¿qué pasa? te ves con el culo al aire. Ya eres el supermalo o el tío cuyo teléfono deja de sonar. Mal asunto.
Volviendo a Apocalipto, con la misma mínima base argumental, me remueve más las tripas Buscando a Nemo, o por lo menos me las remueve en el sentido adecuado.
;-) Besos
A mi aún me tiene impresionada "La pasión de Cristo" muy gore la pelicula; aún no estoy preparada para ver "Apocalypto"
ResponderEliminarYo creo que hay que saber diferenciar al artista y a la persona, te puede caer como una patada en los huevos, pero es indiscutible su trabajo como cineasta...
ResponderEliminarbesicos
Acertastes, Angel. No era difícil. Buena imagen la de la campana, porque todo lo que consigue hacerte vibrar, sea lo que sea, te deja como una campana a rebato.
ResponderEliminarS., no me seas tan perezoski, que si no, no te voy a poder llevar a las sesiones de arte y ensayo, que ahí sí que hay que hartarse a leer subtítulos. O eso o ir a la Warner Bross, a montarnos en algún cacharrito.
Daky, he leído tu correo. Para Pasión de Cristo, la tuya. Luego te llamo, cariño. Un beso y ánimo.
Coñe, Jorge...¿cómo que no te crees la historia? a ver si lo he entendido. ¿El simple hecho de explicarla supone un intento de manipulación? Pues llevas razón cuando se oficializan esas explicaciones, como cuando todo lo que se escribía durante la era soviética tenía que pasar por el politburó. Pero cuando la historia es pacientemente estudiada y contrastada por historiadores con espíritu científico e imparcial es posible sacar algo en claro sin sospecha alguna de haber sido manipulado. Y si no, lee algo de Stefan Zweig, o de Anthony Beevor, o de nuestro Madariaga. No me dirás que no se han tomado la molestia de investigar de forma objetiva la Historia y la han explicado con el estilo inconfundible de las personas cultas con criterio independiente.
Pongamos como ejemplo la civilización maya. Muy bien: eran grandes astrónomos y grandes constructores. Pero era una civilización con la que no había que hacer pacto que valga, ahora que se habla tanto del pacto de civiliaciones. Ninguna sociedad que se apoye en la esclavitud y el exterminio sistemático de la especie humana puede librarse de un juicio severo de la Historia, que es la gran encargada de convencernos de que esos tremendos errores se repitan.
Con que Buscando a Nemo, jajaja..., no tienes remedio. Un beso.
Hola,Belén, buenos días.
ResponderEliminarAunque lo ideal es que ambos te caigan estupendamente, verdad? Pero en el caso de los artistas, cuántos de ellos son o eran pura arnica en su vida cotidiana. Un beso, Belenciña.
Aunque en su época de jovencito,Mel estaba tela de guenorro
ResponderEliminarS., te tengo que llevar a un médico que te mire eso. Estás más salía que una cachimba apache.
ResponderEliminarCreo que por ahí hay alguna campaña de esterilización de mascotas salías.
Estoooo..., creo que se me ha pegado el groserío de Mel Gibson, y eso que no me he tomáo ninguna birra.
ResponderEliminarS., bonita, perdona. Sabes de sobra que estoy de guasa.
Porsiacá.
Pues me voy a atrever a poner un ejemplo de macho güenorro, opinión exenta de pluma, que conste. A mí el cantante Robin Williams me parece lo más. Esa mezclilla que tiene su careto de guapura y canallerío no me digáis que no es perfecta.
Otro, Jude Law.
Ainssss yo no la he visto!! Pero con tu crónica me han entrado ganas de verla!! Y creo que ahora que ya se acerca el tiempo de mantita, sofá y peli es buena época!!
ResponderEliminarPor cierto, yo también tengo crónica en la tasquita!! jejeje
Un besoteeeeeee!!
ahora mismito me paso por tu tasquita. Para mi, una birrita bien espumosa y tapita de boquerones en vinagre, que me privan.
ResponderEliminarMe alegras mucho la vía volviéndote a ver, Ea!
Vamos a ver querido iluso:en este mundo hay demasiadas mujeres bellas(yo)y muchos hombres feos(el papa),para unos cuantos que existen en este planeta que están buenorros,hay que piropearlos,que no quiere decir que estén para tirarselos(aunque alguno habrá)pues a mi me van más peludos y pulgosos y con su cartilla del veterinario puesta al día.
ResponderEliminarUn besillo