Pues resulta que no, quesmentirató. El poder de la Literatura es tan
imponente que es capaz de reescribir la Historia al antojo de la imaginación de
un autor con arte suficiente para tergiversar lo que le dé la gana de forma
convincente y, lo que es peor, para siempre. Y si no, que se lo pregunten al
eficiente Cardenal Richelieu, convertido en un felón y mal bicho para los restos
por obra y gracia de Alejandro Dumas y las andanzas de tres más uno
espadachines.
Homero fue el primer periodista de la Historia. Pero era un periodista de
estos que si la noticia no se ajusta a lo que él quiere contar, retuerce su
pescuezo lo que sea necesario hasta que cuente lo que le interesa contar; un
periodista que moldeó una serie de acontecimientos históricos a la medida de una
trágica historia de amor con cuernos por medio.
Chico guapo asiste a fiestorro palaciego y conoce chica mollar guapa casada
con impresentable gordo, barbudo, desaseado y más machista que la serpiente del
Paraíso. Chica guapa pica billetes con él para vivir tórrido romance sin
importarles las consecuencias.
Y las consecuencias son que el marido cornudo coge un rebote de aquí te
espero, le va llorando a su hermano rey de Micenas que le ayude a lavar tamaña
afrenta cornudil y que, por dios, por dios, que no se olvide de fichar para la
escuadra a los machacas campeones Ajax, Ulises, Patroclo, su primo de zumosol Aquiles y Arnold Chuachenegger
para escarmentar a
ese milonguero picaflor troyanito robamujeres.
Este picaflor tiene la santa suerte de tener un padrazo que, además de ser
rey de Troya, es de esos papis que protejen a sus hijos aunque la caguen y la
líen parda; y la suerte, también, de disfrutar de esa clase de hermano mayor que
cuando uno mete la pata, se te queda mirando muy serio y te dice: " ¡ pero tú
estás tonto o qué? !", y aunque te manda a la mierda, como es noble y buen
hermano, saca la cara por tí aunque le hayas jodido bien. Hacedme caso que yo de eso entiendo mucho.
Resultado final según el periodista de la Agencia EFE de la época , sr.
Homero: un cacao de mil pares que sirve para que Ajax, Menelao, Héctor, Aquiles, Patroclo
y unos cuantos miles más de extras la palmen heroicamente con tal de que el
muchacho guapo se quede con la muchacha guapa. Es que, si al final, y a pesar de
todas las desgracias, siguen juntos Paris y Helena, es una historia de amor que
ha acabado casi bien aunque Troya haya acabado convertida en la Falla de Ná
Jordana.
Todo muy romántico, verdad ? Yo no estaba ahí. Me ocurre lo mismo que a
Homero, que no estaba ahí, pero me juego el cuello que lo que pasó en realidad
fue lo siguiente:
Mirad el mapa. La ciudad-estado de Troya estaba situada en un enclave
estratégico, en el cuello de botella del estrecho de los Dardanelos, que
comunica el estómago rumiante del Mar Negro y el pequeñito Mar de Mármara con el
mítico mar Egeo. Tan estratégico como las garitas a la entrada de Isla Mágica o
Eurodisney. En ese estrecho, durante algunos meses al año, con los barquitos de
vela de la época, era imposible remontarlo porque soplaba un viento en contra
imposible de superar. Una especie de efecto embudo eólico parecido al del
Estrecho de Gibraltar y nuestro dichoso viento de Levante. De manera que, si
querían llegar a su destino comercial, o bien tenían que proseguir su ruta por
tierra ( para lo cual tenían que pagar más derechos, cánones e impuestos a los
aduaneros troyanos, señores de esa franjas de tierra y mar), o bien aguardar
con los barcos amarrados las semanas o meses necesarios hasta que el ventarrón
amainaba o cambiaba de dirección favorable ( para lo cual tenían que alojarse
forzosamente en la ciudad de Troya, que les cobraba un pack por persona y día
sin derecho a Spa igual que si se alojaran en un hotel de la cadena Barceló
)
Ese gran negocio acabó con la paciencia de los griegos, se les inflaron las
pelotas y decidieron que ya era hora de tumbarles el chiringuito. Arrasaron
Troya y les invitaron en lo sucesivo a cobrar aduana a su puñetero padre. Fue un
puro asunto de negocios, como casi todo en el devenir de la Humanidad.
Sólo money-money. Ni pizca de romantismo que valga. Lo siento.
Pero esta historia tan prosaica y repetida a lo largo de la Historia ( los
chipriotas son ahora los griegos aqueos de la época y Merkel una troyana que
está pidiendo a gritos que le prendamos fuego), esta historia, digo, sí que
tiene un salvavidas muy pero que muy romántico.
Nos encontramos con un enamorado de La Odisea y La Eliada, siempre con estos libros bajo el brazo, convencido
hasta el delirio de que Troya no fue una invención, una leyenda. A todo esto,
sus academicistas colegas arqueólogos cachondeándose de él a troche y moche,
rechifla que este hombre apasionado se pasaba por el forro. Le daba igual que se
rieran de él, e igual le daba que se estuviera arruinando con el costo de sus
excavaciones. Tenía un sueño por cumplir, una historia de amor desesperada, como la canción de Triana: encontrar Troya.
Y la encontró por fin más de tres mil años después en la colina de Hissarlik, desde donde se domina la
entrada al estrecho de los Dardanelos. No podía estar en otra parte. Digamos que
ese admirable soñador se creyó a medias las crónicas de Homero.
Si era una historia de amor fatal, Troya podría no existir o encontrarse
vaya usted a saber. Pero si era una ciudad-estado que floreció y se mantuvo de
forma pródiga durante tanto tiempo en medio del desierto improductivo, es que era gracias a los tributos que
cobraba a todo aquél que quisiera atravesar el estrecho. Y sólo podía estar ahí
donde el visionario y romántico Heinrich Schliemann supuso desde el principio
que podría estar.
Cuando le cuento mi versión a Marga, reconoce que el mérito romántico de la
historia de Troya pertenece por completo a este gran hombrecillo, que como un
topo no se cansó de excavar hasta hacer realidad su sueño, pero que a ella le
merece más la pena la versión de Homero sólo porque Aquiles acabó en el cuerpo
de Brad Pitt...¡!
Lo cual afianza mi creencia de que cada uno interpreta la Historia a la
medida de sus desmedidas fantasías. ¡Qué jodía ! Total, no sé qué pueda tener Aquiles o Brad Pitt que no tenga yo, así que me voy a excavar un poco a ver si encuentro la respuesta porque si me hago esa pregunta es señal de que también tengo un sueño o estoy soñando.