Mr. Marshall, el Sheldon magnate de las Vegas ( curioso, con casi esas mismas sílabas se construye la palabra "mangante").., qué personaje, qué tipo más arquetípico, parece salido de los cómics de Miller o de las pelis sobre mafiosos de Coppola y Scorsese.
Al final, hemos descubierto que no es uno de los nuestros.
A cambio de un maná de dólares y puestos de trabajo en Alcorcón quería montar una sucursal de las Vegas por donde pasarse por el forro la fiscalidad del impuesto sobre el juego ( del 40% al 10%), poder edificar sin límites de altura, ¡un skyline en Alcorcón!, nada de competencia en el gremio durante al menos diez años y la ley nacional antitabaco dejarla en vigor únicamente para los que no se gasten el dinero en tragaperras y bingos. Bueno, eso me parecía coherente, porque la ruina económica y la ruina de la salud siempre van cogidas de la mano.
Pero qué pocos nos hemos enterado de la letra pequeña. Mr. Marshall quería, además por escrito, que su inversión estuviera garantizada. Es decir, que si Eurovegas resultaba ser un fiasco, el Gobierno español, es decir, nosotros los contribuyentes, estábamos comprometidos a revertirle toda la inversión realizada ( unos 17.000 millones de euros) MÁS las pérdidas e intereses.
Genial. Cornudos y apaleados.
Al final, menos mal que ha reinado el sentido común y hemos sacado a relucir el único reducto digno que nos queda en este país de nuestros pecados: la hidalguía del Quijote. No queremos Bucéfalos, ni Taurus, ni Ursus ni Tamerlanes de blanca crin. Preferimos seguir montando en nuestro escuálido Rocinante. Un poquito de dignidad no nos viene mal.
La primera vez que entré en un Bingo tuve la suerte de cantar el bingo estrella de la noche: 81.000 pts de las de 1978. Iba con cuatro compañeros más que me llevaron casi por la fuerza en plan amuleto, la suerte del novato. Y funcionó. Jugábamos en comandita. Iba tachando y tachando números hasta tachar los quince, pero como era muy vergonzoso, aún a la señorita de nasal y cantarina voz le dio tiempo de cantar dos o tres números más, el tiempo que tardé en decirle a Andrés Amat, mi compi mayor, .." psshh, Andrés...¿si tengo tachados todos los números es bingo?" Mi compañero miró de reojo mi cartón, lo cogió de un manotazo, se levantó de un brinco y gritó "¡ Bingoooooooo..., collons, collons..., bingoooooooooo!" y yo me llevé un susto de muerte, casi me caigo de la silla, y comenzaron a arderme las orejas, y no me dio un infarto porque Dios no quiso, y las miradas de la gente fueron un anticipo de las que me dedican cuando ponígo multas. Y la voz de Andrés...bufff , es que Andrés tenía un vozarrón de cíclope, cantó Bingo como Pavarotti el final de Nessun Dorma.... "al alba vincceráaaa.."
.- " ¡Me cagüen la mare qui t'a parit, si llegan a cantar otro bingo y tenemos que compartirlo, mañana te lamino como al hojaldre!" Creo que hablaba en serio. El resto de mis compis mayores me miraban con más simpatía que cuando se me olvidaba echar la levadura a los cincuenta kilos de masa para ensaimadas después de echas.
No nací para el juego, demasiado vergonzoso, aunque confieso que estuve un año bien enganchadito. Por eso me parece muy bien que el sr. Sheldon se vaya con su murga a otra parte, que aquí con los históricos bandoleros de Sierra Morena y los políticos, banqueros y sindicalistas de fabricación propia ya tenemos bastante. Y dice que se va a Corea o a Japón. Pues muy bien. En España todavía nos queda un poco de vergüenza.
Pdta al post: cuando llegué a casa, muy de madrugada, todo el mundo dormía. Me entretuve en pegar con tesafilm todos los billetitos como si fuera una orla en los azulejos de la cocina, en plan adorno navideño, para dar una sorpresa a mi madre cuando se levantara. ¡Y vaya que si se la dí! Cuando mamá entró en la cocina y la vio alicatada de billetes, fue a mi habitación, me despertó zarandeándome...." Ay, hijo, hijo...¿qué es lo que has hecho?". Le dí un buen susto a mami. Para ella o había atracado un banco o había puesto el culo en alguna rotonda.
O sea, que casi le da un infarto a mi madre y casi me da un infarto a mí por culpa de Polifemo. Nada.... nada bueno trae el juego.
Son mejores los de Sabina, los juegos de azahar