
Hace pocos días recibí un archivo pps que mostraba las asombrosas imágenes de una antiquísima ciudad subterránea excavada principalmente por una comunidad paleocristiana llamada DERINKUYU, localizada en el corazón de Turquía.
DERINKUYU se empezó a construir hace más de tres mil años en la región de Capadocia. Tiene ochenta metros de profundidad y tiene un montón de niveles ocupados por salones, graneros, habitaciones, pasillos, pozos de ventilación,almacenes, bodegas, escuelas, aljibes, incluso un gran templo, todo bajo tierra. Una auténtica maravilla. Teclear en el Google Derinkuyu en texto y luego en imágenes y veréis qué prodigio.
Este post no va de National Geographic, tranquis. Pero empezad a preocuparos, porque a cuenta de Derinkuyu me temo que necesito soltar una parrafada típicamente de bar a las dos de la madrugada y con pretensiones filosóficas que conseguirán, sin duda, dejar de nuevo mi culo al aire, porque son muchas cosas las que me gustaría poder entender y saber explicar.
Esa ciudad subterránea fue la respuesta del ingenio, la inteligencia, la creatividad y el mundo de las ideas al servicio de la protección de la especie. Esa parte del planeta siempre ha estado sometida a continuas invasiones y amenazas enemigas. Cuando más se activa eso que hemos convenido en llamar Inteligencia es cuando una necesidad es acuciante o sobre nuestras cabezas se cierne una amenaza.
La inteligencia nos ha servido en el terreno de las soluciones prácticas ideando objetos, máquinas y artilugios que nos hacen más cómoda la vida. Quizás la máxima expresión de las invenciones artificiales sea ésta que me permite compartir con vosotros casi en tiempo real mis pensamientos: los ordenadores. Ni más ni menos que una réplica artificial de nuestros propios cerebros, aunque yo prefiero darle más valor a la manilla de un grifo que me permite tener agua corriente cuando quiero y cuanta quiera.
También en el mundo de las ideas abstractas hemos sido capaces de insospechados hallazgos y entretenimientos que han servido, como mínimo, para adiestrarnos en el fascinante mundo del pensamiento, una especie de gimnasia espiritual tan necesaria como comer o dormir.
Qué pocos son conscientes de lo mucho que debemos a esa admirable troupe de excéntricos filósofos griegos que prefirieron perder el tiempo en conjeturas, adornando con lógica y poesía el poder de la observación, la intuición y la imaginación antes que dedicarse a arar el terruño o guerrear en Troya para mayor gloria de Héctor y Aquiles, aunque la verdadera gloria se la ha trincado Homero.
Desde que un mono que los científicos se empeñan en ponerle rarísimos nombres ( austrolopithecus, pitecántropo.., sus muertostós...con lo fácil que es llamarle Bubaloo), probó a erguirse y a andar a dos patas y, sobre todo, cuando ese mismo Bubaloo aprendió a dar coba al hijoputa tigre dientes de sable comemonos, desde ese justo instante se produjo un imparable progreso civilizador gracias a que aprendimos a usar un arma eficaz para contrarrestar que ni éramos tan fuertes como el tigre comemonos ni tan numerosos como las hormigas. Todos los etólogos saben que la supervivencia de una especie animal depende o bien de su fuerza o bien de su número.
Nosotros, en el momento más crítico, cuando éramos poquitos, debiluchos, ceporros, peludos y patizampos, dímos por casualidad con algo que nos salvó a tiempo como especie.
Aprendimos a ser inteligentes.
Entonces...., si como especie animal hemos logrado ser la caña de España, la repanocha y los guíarrdechampions....¿por qué tengo la sensación de que nuestro matrimonio con la señora inteligencia acabó en divorcio y que ya llevamos unos cuantos siglos siendo únicamente inteligentes para destruir la inteligencia y ningunear a los que sí lo son?
Seguro que no consigo explicarme. Ni siquiera sé dar forma a esa sensación que tengo tan negativa acerca de las posibilidades reales de supervivencia del ser humano si , como a través del tiempo se ha demostrado, dependemos tanto de la Inteligencia, una cualidad a la que veo cada vez más escasa y más acorralada.
Podría llenar varios posts poniendo ejemplos que ilustren la tremenda idiotez que se ha instalado en nuestra organización social. Hoy Simpulso se ha referido el caso del servicio de taxis únicamente para mujeres. Un ejemplo. Que cada uno ponga el suyo.
Yo pongo el de coger un avión para ahorrar tiempo y llegar antes a los sitios. Resulta que tienes que estar una hora antes, luego embarcar, otra hora, luego los registros, una más..., revisión minuciosa de tu equipaje, quédate en pelotas en una maquinita que te escanea los huevos, ház el viaje, llega a tu destino, espera la maletita, pasa otro control más...; al final haces el recuento y si el trayecto que has querido hacer es Jerez de la Frontera- Valencia, que dura cuarenta y cinco minutos, si en vez de coger el avión hubieses hecho el viaje montado en el borrico tío Eustasio o encima del parsimonioso roble andarín del Señor de los Anillos, resulta que hubieses llegado antes. Ya sé, ya sé.., motivos de seguridad..Pero es que esos motivos de seguridad son consecuencia de que alguien usa la inteligencia para limpiarse el culo o pensar que poniendo bombas y matando gente se hace feliz a su Dios. Una gilipollez como una catedral.
Cada vez veo más clara la deliberada conexión que existe entre el poder , político o religioso, me da igual, y la cantidad de inteligencia que es capaz de destruir para asegurar su dominio. Por esa razón no me extraña que en las estructuras jerárquicas se premie preferentemente al buscavidas pelota en vez de al trabajador inteligente. Estoy harto de comprobarlo una y otra vez.
Desde luego que el más listo de los Marx, Groucho ( el Carlos era un coñazo y un iluso, por no llamarle tonto), el gran bigotes de betún, tenía toda la razón del mundo:
" La Humanidad, partiendo de la nada y con sólo su esfuerzo, ha llegado a alcanzar las más altas cotas de imbecilidad y miseria"
Seguramente la verdad de ese aforismo sea la causa de nuestra extinción y de que hagamos compañía a los dinosaurios mucho antes de que otro meteorito errante de más de diez kilómetros de diámetro y que lleva acuse de recibo destino La Tierra juegue al billar interestelar con nuestro planeta.
Los dinosaurios duraron más.
Pero eso fue porque no tuvieron la desafortunada idea de ser inteligentes.