viernes, 30 de noviembre de 2018

DRAMA



Viviré un drama personal sin daños colaterales este próximo día dos de urnas domingueras. Elecciones andaluzas.

Y es que, si viviera en....

.- Madrid, votaría a Podemos
.- en Valencia, a Compromís
.- en Galicia, al PP
.- en Cataluña, al PSOE
.- En Bilbao, al PNV, sin duda.
.- en Cáceres, al PSOE también

...y si viviera en ......; pero vivo en Cádiz, en Andalucía. Y por primera vez desde que se estrenó la democracia, pasaré de largo ante mi colegio electoral y engrosaré la lastimosa lista de abstencionistas, esa raza sin pedigrí político, los zombies invisibles.

Ningún partido político aquí, ningún líder andaluz, me merece la menor confianza. El engaño continuo desmotiva la fe. Me gusta Teresa, pero políticamente la veo demasiado incendiaria y como que se le ha ido un poquito la olla con algunas propuestas pintorescas.

Además, soy de los que creen que la mayor locura que padecemos a nivel político y económico es el mantenimiento inútil del Estado de las Autonomías ( 87.000 millones de euros al año).

Pero tranquilos, no por coincidir con esta postura, voy a votar a VOX.


jueves, 15 de noviembre de 2018

MUCHO STAN LEE



Contra la cutre, mezquina, mediocre, chanchullera, mentirosa, corrupta, paticorta e hipócrita clase política actual, contra el pesimismo, hartazgo y hasta repugnancia que provoca enterarse uno de las noticias que se suceden y que no deberían desembocar en el desengaño hacia el significado de la palabra democracia, contra toda esta maraña de insensatez humana: Stan Lee.

Mucho Stan Lee, mucho cómic, mucha buen libro, mucho viajar, mucho departir con amigos, mucho dejarse abrazar por quienes te quieren, mucha música transportadora, mucho rodearse de buenas personas, mucho disfrutar de la soledad escogida, mucho cine de calidad, mucho pasear para oxigenar el espíritu, mucha fantasía, mucho asombro del bueno.

Me imagino a Stan llegando a las puertas del cielo y siendo recibido por San Pedro. Stan parándose ante el santo cancerbero y mesándose la barbilla mientras examina de arriba a abajo a San Pedro. Abriendo a continuación su maleta y extrayendo de ella unos leggins, una camisieta estampada con vivos colores, un antifaz y una capa de superhéroe, y obligando a vestirse con todo esto a un sorprendido San Pedro.

.- " Mejor, mucho mejor, Capitán San Pedro"


jueves, 8 de noviembre de 2018

LA CULTURA Y LA LOCURA


Interior de la Biblioteca de Viena. Qué contraste entre la nobleza que desprende su arquitectura con la miseria moral que uno de sus más ávidos lectores estaba fraguando en su mente enferma.

Estoy en la lectura de la novela " Führer", de Allan Prior, un morlaco de 900 páginas que repasa noveladamente y con muy buena prosa la biografía de Hitler.

Se da la casualidad de que el padre del autor se enfrentó en las carniceras trincheras de la I G.M. contra el destacamento donde estaba enrolado el temerario cabo primero Adolf Hitler. No hay que olvidar un dato nada baladí: fue condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase, distinción reservada casi únicamente a los oficiales prusianos y que solo se concedía a un soldado o cabo raso si demostraba una valentía fuera de lo común. Una valentía fuera de lo común, trasladada a las penosas circunstancias de la guerra de trincheras, equivalía a demostrar que estabas como una regadera y que no te importaba la vida.

Hitler ya estaba ahí chiflado. Su chifladura fue amasada lentamente por años de palizas físicas que le propinaba un colérico y alcohólico padre, su soledad enfermiza, el hambre que le desgarró el estómago durante años porque se negaba a cualquier clase de trabajo físico para mantenerse y al odio patológico hacia los judíos desde que el director judío de la Academia de Bellas Artes de Viena no aceptó por dos veces su solicitud de ingreso, por considerar que sus merecimientos artísticos eran vulgares.

El plato estaba servido para cuando descubrió sus dotes oradoras y lo fácilmente manipulables que eran las descontentas masas alemanas.

Hitler, durante todos esos larguísimos años de precariedad absoluta, en la que vivió prácticamente como un mendigo, solo encontraba consuelo en su voluntad de no realizar trabajos serviles y en las horas y horas que pasaba en las bibliotecas, donde se resguardaba del frío intenso y se cultivaba con todo lo que caía en sus manos. Pero hasta de las bibliotecas le expulsaron cuando su aspecto andrajoso, cada vez más degenerado, no cumplía con unos mínimos requisitos de etiqueta.

No os voy a aburrir con sus peripecias y las razones de su ascenso fulgurante. Fue una especie de pleno al quince, un increíble golpe de suerte de mala muerte el que hizo posible que un tipo tan loco pudiera hacerse con las riendas de Alemania. Era un enfermo mental clínico de cajón que empeoraba progresivamente, y nada mejor que la política convulsa camufla esos síntomas bajo signos de respetabilidad, incluso de admiración. A su favor, su habilidades como orador y su férrea voluntad de tipo acostumbrado a dominar un hambre de perro salvaje.

De lo que quiero hablar a cuenta de él es de cultura. De la cultura. Cuando cerraban su refugio, las bibliotecas, con las pocas monedas que conseguía por vender sus acuarelas, prefería gastárselas en la ópera antes que en buena comida. Wagner, Verdi, Beethoven, siempre solitario, sin amigos ni familiares, cociéndose a fuego lento en sus delirios de destino y convencido de que le rodeaban enemigos por todas partes.

No parece que la cultura sea suficiente. No vacuna contra la locura ni los extremismos. Alemania..., la culta Alemania de los 20 y 30, en donde hasta  zarrapastrosos hambrientos locos devoraban libros con febril lectura.

Nada pudo la cultura contra la demagogia ni contra el resentimiento y el odio, ni contra una crisis brutal. Si la cultura ni la educación garantizan el freno al odio irracional...., ¿qué está por venir? Porque el clima de absoluta crispación que estamos viviendo a todos los niveles creo que está criando a locos muy peligrosos a los que se les da muy bien la oratoria.

Necesitamos querernos más.