A Dios
gracias, todavía quedan bares, tascas, mesones y ventas donde puedes pedir una
tortilla patatas o un revuelto de huevos con chorizo sin que te miren mal.
Porque hay que ver el tonterío creciente que se está adueñando de la
gastronomía patria por culpa de tanto realitys televisivos y tantos estrellas
michelín.
El pobre Arguiñano ya es una rara avis entre tanto
científico de la cocina. Yo soy de Arguiñano, que te enseña a hacer unos
filetes rusos como se los hacía su abuela mientras te cuenta con sonrisa pícara
que no puede decir a la audiencia lo que hacía con las fotos de Sofía Loren.
Para empezar,
los camareros de ahora no te recitan primorosamente como radiofónicos locutores
de partidos de fútbol el menú de la casa, exhibiendo una portentosa memoria que
me admiraba siempre. Ahora son poetas cansinos que te recitan como
Aserancetúrix, el bardo galo, con lira y todo si es necesario, en qué
consiste la carta …parece una laudatio de Juvenal como el que explica la obra
de Picasso.
Si no pruebas
el plácton, eres un cateto. Si no pides un minúsculo caparazón de crustáceo
relleno de bioluminiscencias con hierbas provenzales, eres un mastuerzo. Y del
vino, ni te cuento, con lo bonito que era antes pedir el vino de la casa y que
te sorprendieran. Como no demuestres un conocimiento enciclopédico de marcas y
cepas vinícolas , eres un ceporro. Al sommelier le temo como al examinador del
carnet de conducir.. Y si pides una coca-cola, directamente te denuncian al
Tribunal de Derechos Humanos por crímenes de guerra.
Así que entras
en un restaurante acojonaíto perdido, con complejo de culpa y rezando para que
tu incultura gastronómica no provoque el desprecio universal.
Qué alivio ,
el pasado fin de semana, entrar en la Venta El Paquete de mi pueblo, pedir una carne al
toro para llevar y que el camarero me preguntara:
.-
“ A usté la carne cómo le gusta?” …( ay, Dios, ahora me va a preguntar si braseada
al soplete nitrogénico, si la quiero con efervescencias de especias tibetanas, deconstruido vuelta y vuelta al imán electromagnético o natural de granja transgénica…)
.-“ …¿con
papas o sin papas? “
Qué alivio,
qué alivio…"Con papas,
con papas, gracias"
No pasará
mucho tiempo más para que comer fuera platos tradicionales sea una especialidad
muy solicitada reservada únicamente a los cocineros que hayan tenido la
precaución de guardar a buen recaudo las recetas de nuestras abuelas.
¿La
especialidad de la mía? Las albóndigas. Y la de mi madre, el cocido madrileño.
El esnobismo
gastronómico que nos quieren meter con fórceps se la tiene que ver con la
tortilla de patatas. A Bocouse le
preguntaron en cierta ocasión que qué entendía él por un buen plato de comida. Y
contestó sin pestañear: " buen plato de comida es todo aquél que se pueda comparar
con unos buenos huevos fritos con patatas"