lunes, 30 de septiembre de 2013

LA MÚSICA NO SOLO LA PUSO UN VIOLÍN


Estas tres primeras fotos son mías. Este es el chaval que me puso los pelos de punta en Montmatre. Desconozco qué pieza estaba tocando. Estuve tentado de preguntárselo, pero este músico callejero no estaba en este mundo, no....  Tocó en todo momento con los ojos cerrados. En cualquier caso, muy pero que muy parecida a la que cuelgo en este post.


 Esta es la tarde que hacía


 Y así se rendían los monumentos de los hombres al otoño de París


No sé sí os vais a identificar mucho o no con lo que intento expresar. Trato, a través de una torpe literatura, reproducir un instante pleno. Pero si hay alguno de vosotros del que no me cabe la menor duda que es capaz de oír ese violín, sin duda es nuestro gran amigo Angel. Foto suya en El Cabo de Gata.


El color del otoño se vistió con notas de violín. Le contemplaba a cierta distancia. Nadie  había a su lado y me pregunté que por qué tocaba entonces sin la esperanza de una dádiva.

Hasta que lo comprendí. No tocaba solo:  el violinista de ojos cerrados, el rojo sol del atardecer parisino en Montmatre, la soledad de una callejuela desprovista  de turistas y, sobre los tejados irisdiscentes, una bandada de estorninos dibujando un  rítmico caleidoscopio, formaban un cuarteto de cuerda empeñados en el dificilísimo prodigio de interpretar el silencio de una tarde de octubre.

Esa alquimia me tocó con sus manos y me dí cuenta entonces de que yo ya había estado allí mucho antes de haber estado nunca.

jueves, 26 de septiembre de 2013

EL ROCK SATÁNICO DE JON ANDER



Oye, pues no está mal pensado que aquí, cada quién, confiese qué canción o canciones canta en la ducha. Mi madre es muy cantarina, y mientras hacía su quehacer diario, se recorría toda la discografía de Luis Mariano. Una vez, nuestra vecina de abajo, la señá Amparo, subió para pedirle por favor que bajara un poco el tocadiscos. "¿Qué tocadiscos, Amparo? Soy yo cantando"..., y desde entonces, la vecina señá Amparo le pedía desde su patinillo..."Sra. Conchita, cante, cante, que su voz me anima...."  Mamá ha evolucionado en sus gustos musicales y ahora te canta lo que quieras de Serrat y Sabina.

La foto pertenece a nuestro amigo pelotari Jon Ander, tomando una ducha en una época en la que, después de ver el vídeo que le mandó el lobito Javi enseñándole cómo se hacía el Keback, le dio por la canción rockera de corte satánico. Hasta la fecha, todavía no se ha desnucado.

¿Cantáis? ¿Qué cantáis? ¿Cantáis cuando os ducháis? ¿Os ducháis porque cantáis?

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ROMA



Esta es la verdadera Roma



Lo único que sucede en esta ciudad  es que es imposible darse un beso con tu amada sin que te fisgonee la Historia



Pero si de monumentos hablamos, el Panteón es lo que más llamó mi atención, rodeado de callejuelas hirvientes de humanidad. Por la noche descansa de tanto ajetreo, un ajetreo callejero creo que solo superado por los alrededores de la Fontana de Trevi, una esplendorosa fuente con la que te tropiezas de repente como si, doblando una esquina, te tropezaras con Scarlett Johansson pidiéndote fuego. Tan bella esa fuente, que te tiembla el pulso. ¡Grande Bernini!



Y rincones como éste es lo que garantiza que un viaje a Roma siempre sea un éxito, aunque te pierdas por sus calles o precisamente porque te pierdes por sus calles llevándote sorpresa tras sorpresa.

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ROMA es un sarpullido de HISTORIA tal que deja toda tu cultura sumergida en la indigencia. Vayas por donde vayas tropiezas con esas cicatrices en forma de ruinas parlantes y una refinería artística en tal grado de concentración que te permite callejear sin brújula por esa intensa ciudad sin la necesidad de ese hilo de Ariadna que proporcionan las guías turísticas. Vayas por donde vayas, la Historia bandolera te asalta. Y si no das con una plaza festoneada de renacimiento o barroco, descuida que por sus callejuelas con quien seguro te vas a topar es con Fellini y con las melodías de Nino Rota.

Voces, gritos, gesticulaciones, ademanes, risas rotundas y palabrotas obscenas y divertidas que la lengua italiana convierte en un pequeño fragmento de ópera bufa. Palabrotas como las de Cádiz, que uno no sabe bien si son sinónimo de "te quiero mucho" o "véte a la mierda" ( elevado a la máxima potencia si te encuentras en Nápoles. Los napolitanos son los gitanos de Italia)

Tenemos motivos los españoles para sentirnos como en casa. No ocurre lo mismo en París, y ni mucho menos en Suiza. En París estás como invitado a una boda: hasta que no llega la hora de la barra libre, como que te portas bien; mientras que en Suiza en todo momento te sientes como uno de esos privilegiados asistentes al Concierto de Año Nuevo : como mucho te permites unas palmitas si es que suena la Marcha Radensky. El resto del tiempo, de estricta etiqueta y con cuidadín de no hacer ni decir nada estridente.

En Roma, sus olores...a cocina doméstica, a pizza , a pasta, a ropa tendida y sobre todo el rebosante olor a una humanidad que desciende por los siglos de sus siete colinas te convierte en cualquier cosa menos en un invitado de piedra, ..en Roma, donde la piedra es humana. De sus fuentes manan mujeres imponentes que te hacen correr el riesgo de convertirte de por vida en un Marcelo Mastroianni obsesivamente pajillero., una ciudad por donde sus glóbulos rojos corren a más velocidad que en otras ciudades, un conjunto de panorámicas irrepetibles, de calles bulliciosas y de gentes que aman el dolce far niente que en España llamamos el no hacer ni el huevo, como el Horatio de CSI Miami.

No supo con Barcelona. Ni con París. Pero acertó Woody Allen con Roma de pleno con su " A Roma con amor". Retrata muy bien todo lo que logramos sentir en esa gran ciudad.

El Coliseo. Olía a sangre. Todavía perdura ese inequívoco olor a sufrimiento y crueldad.

El Capitolio. Olía a vanidad y a la herencia que siempre deja, ruinas. El ombligo de una civiliación impresionante por sus ingenieros, arquitectos y artistas. Por lo demás, sus vicios decadentes y corruptos siguen tristemente en boga gracias a gobernantes de toda laya y partidos que de Roma solo aprendieron a imitar el ejemplo de Nerón y de Cómodo.

Plaza Navonna. Una plaza divertida gracias al donaire de sus fuentes y a sus pintores callejeros.

Plaza de España. Si hay algún lugar en el mundo en el que la mitomanía cinéfila te la juegue, ése es la Plaza de España. Más pendiente de la aparición en vespa de Audrey Hepburn y de Gregory Peck que de las piernas de las turistas sentadas en su escalinata, un verdadero paraíso voyeur.

Fontana de Trevi. Es tan espectacular que consigue el efecto mágico de sentirte tú solo en medio de la multitud. Su belleza suprema consigue aislarte del mundanal ruido a turista embobáo.

Circo Máximo. Apenas resuena el fragor de sus cuádrigas. Es solo un solar longitudinal que parece el camposanto donde reposan los restos de Judá Ben-Hur y Messala, abrazados en un postrer intento de reconciliación fraternal.

El Vaticano. ¡Ah, el Vaticano!...El ombligo de la Cristiandad es una somanta de hostias no consagradas que recibe en la cara tu inteligencia y tu sensibilidad al mismo tiempo. No sabes si sacar el látigo como hizo Jesús en el templo de Jerusalem convertido en mercado y arrear bien fuerte en los lomos de la curia por todo ese lujo desorbitante, o hincarte de rodillas deslumbrado por el impresionante talento de artistas geniales más cerca de la condición divina que de la humana. Ese conflicto interior dura hasta que entras en la Capilla Sixtina. Sin palabras me quedé entonces y sin palabras continúo ahora que me permitan describir lo que Miguel Angel dejó para los siglos de los siglos. Me temblaron las piernas y de rodillas con mucho gusto me hubiera gustado contemplar ese prodigio incomparable.

Y por no alargar mucho el post, que tampoco es cuestión de escribir una guía turística sin título que me faculte, casi casi lo que más me gustó e impresionó fue el Panteón, el Mausoleo de Agripa. Todavía se siguen reuniendo los más prestigiosos arquitectos del mundo para debatir cómo leches un anónimo arquitecto fue capaz de levantar la mayor cúpula de hormigón en masa de la historia jamás igualada...¡y con los medios de la época! Y ahí está el tío, como si lo hubieran terminado ayer mismo. Pues no, que tiene camino de veintitrés siglos y sigue igual de resplandeciente.
 
Roma
No fueron Juegos que duraban seis meses con sus días y sus noches en un interminable baño de sangre y holocausto animal; ni fue Julio César ni su conquista de las Galias ; no fueron sus Escipiones derrotando a un casi invencible Aníbal; ni adoptar el Cristianismo por sus grandes ventajas de cara a gobernar mansos; ni el desfile de Cleopatra en su trono de oro por su Foro; ni sus templos levantados con orgullo imperialista.
 
Fueron sus catacumbas convertidas en clandestinos clubs de cristianos insurgentes y valientes. Fue un arquitecto anónimo empeñado en una cúpula imposible. Fue un pintor, escultor , arquitecto y poeta único que sacrificó su vista pintando un techo a cambio de dejarnos cegados ante su obra. Fue la primera rebelión de esclavos que ha registrado la Historia y que marcó el declive de un imperio que basaba su fuerza en el sometimiento...; pero sobre todo, fue y sigue siendo la ríada humana que llena de olores y ruidos cotidianos sus calles, son las vespas, son las pizzas, la pasta al dente y los riquísimos gelatos italianos los que de verdad han construido la grandeza de Roma y lo que verdaderamente consigue que quieras volver.
Roma vieja, pero no antigua, Roma profanada por aluviones de turistas que no perciben o ignoran el desdén de los romanos. Roma conservada sin pudor hasta en sus heridas, Roma y sus destellos de picardía y su tono de oro viejo.
Solo cuando la contemplas en directo y deja hecha añicos y minúscula tu cultura, la aprendida en el colegio, libros de texto, películas y novelas, solo entonces te das cuenta de que Roma tiene toda la historia por detrás, pero toda la vida por delante.

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Os digo yo que el niño grande y tocapelotas con más traumas infantiles del mundo ha captado la mar de bien el poder hipnótico de Roma. Os dejo con una escena de su peli " A Roma con amor", y si todavía no la habéis visto, os la recomiendo, incluso a los antiwoodys. Me gusta mucho cantar bajo la ducha, y no sé por qué, pero ópera no. Me inclino más por Camilo Sesto y su "siempre me voy a enamorar de quién de míiiiiiii no se enamoooraaaaaaa, y es por eso que mi alma llooooora..", me gusta a mí también sentirme desgrasiaíto bajo la ducha. Alma romana que tiene uno.


domingo, 15 de septiembre de 2013

TONTERIAS, LAS PRECISAS




JAJAJAJAJA... , me parece increíble, buenísimo, jajajajaja...

Con el tío Chuck, tonterías.... las precisas

lunes, 9 de septiembre de 2013

ULISEAR

 
 
Ulisear es un verbo que me he inventado...
Unido a ilusear es como un cóctel molotov
Ulisear : viajar a la buena de Dios, viajar con la mente abierta, con la serena aceptación de todo lo que te pueda ocurrir.
Viajar, para quien le guste, es un virus muy prolífico que convierte el no parar en una enfermedad puede que incurable. Secuelas maravillosas de esa patología: que estás conectado para siempre a un gotero inagotable de recuerdos.



Hay en los viajes un punzón que pincha la planta de los pies, un agujero por donde vernos soñar despiertos, por donde atravesar altos muros que creíamos paredones. En los ojos se instala un filtro vestido de hechicero que derrite los hielos de la rutina y un deseo de encontrarnos en los otros y en lugares que, no se sabe bien por qué, nos resultan a veces increíblemente familiares aunque los visitemos por primera vez. Yo parecía haber sido un Médici cuando estuve en Florencia. Ni mapa me hizo falta.
Viajamos con la inconsciente magia que derrota a la espera inútil y te invita al baile que decoran las sorpresas; sin embargo, existen riesgos...
He leído recientemente un librillo muy interesante. Se llama " EL PEOR VIAJE DE NUESTRAS VIDAS", y en su elaboración han contribuido impenitentes viajeros nuestros como Luis Pancorbo, Javier Reverte, Carmen Sarmiento, Jesús Torbado, Manuel Leguineche, Javier Nart, Rosa Regás, etc..., y he echado de menos en su compendio al cascarrabias Arturo P. Reverte y al precursor en tantas cosas Váquez Figueroa.


¿El peor viaje de mi vida? He tenido suerte. No puedo catalogar así a ninguno de los que he tenido la suerte de emprender. Pero sí un capítulo de uno de los viajes a París.
París, octubre, el maravilloso otoño parisino. Muy otoñal y muy maravilloso, pero había huelga general y el Louvre estaba cerrado a cal y canto pese a las protestas de los numerosos visitantes que hacían cola en la pirámide con la vana esperanza de que los piquetes se disolvieran. Cambio de planes: vámonos al Museo D'Orsay, que ése sí estaba abierto. Se ve que las huelgas en los museos impresionistas no tienen éxito porque, generalmente, los pintores impresionistas han pasado tantas fatigas y tanta hambre que pasan de huelgas.
Ibamos con nuestros buenísimos amigos Caty y Anselmo y cuando Monet, Manet y Modigliani nos reventaron, nos dirigimos a la primera entrada de metro art decó que nos llevara de vuelta a nuestro hotel en Eurodisney.
 
Lo último que recuerdo es que nos adentramos en su boca sin sospechar que era la boca de la ballena de Jonás. Nos engulló de tal manera que una ríada de zombis locos y apresurados nos arrastró a los cuatro a esa clase de infierno que debió imaginarse Dante antes de inventarse los suburbanos. Literalmente aplastados en una compacta masa humana como el cemento, compresiva como una férula de escayola e insoportablemente sudorosa. Nos faltaba el oxígeno para respirar y me preocupaba mucho Marga, que soporta muy mal el calor sofocante y padece algo de agorafobia.
 
Jamás había visto una marea humana así, ni siquiera en Madrid en horas punta. Ni en las Fallas, ni en los Carnavales de Cádiz, ni en las colas del Inem...
 
Duró ese calvario más de una hora, hasta que en una estación llamada Marné la Vallée se vació milagrosamente el convoy humano. Anselmo, con delicioso sentido del humor, exclamó: " ¡cuando lleguemos a Puerto Real hay que poner el nombre de esta estación a una calle"!, jajaja..Fue una hora larga que puso nuestros nervios a prueba. Me agobié físicamente mucho , vigilando en todo momento que la dureza del maromo que estuviera detrás mía fuera la de la funda de sus gafas o su móvil o un paquete, pero de los de contrabando de Marlboro Light, o bien procurando no ofrecer demasiada resistencia si acaso era una maroma de buen ver.

Para la cosa del aseguramiento palpaba con la palma de la mano los objetos en contacto traseros no identificados y rezaba para que el que palpé a la altura de la hendidura del Cañón del Colorado fuera una linterna que debía ser, por sus aparentes proporciones, de ésas que funcionan con pilas de petaca. ¡Joder, qué dimensiones se gastaba el gachó! ¡Eso sí que era impresionista y no Van Gogh!
Me volví con cara de malas pulgas y quise decirle en francés pedestre al maromo que se fuera a tomar por culo con el Algodón Mágico y el frotar se va a acabar de d. Limpio, pero no tenía nivel de francés suficiente para construir esa frase en la lengua de Moliére y, además, era una redundancia. Opté por mi mirada magnun-asesina nº 4, una mirada mezcla entre Sargento de Hierro y Chanquete cuando vinieron a expropiarle la Dorada. Parece que captó el mensaje y el maromo se escabulló reptando entre la masa humana en busca de otros verdes valles. Le hubiese dado una hostia directamente, pero es que ni podía sacar los brazos.
 
Estábamos atrapados en medio de una inmensa presa hidráulica humana e íbamos a perecer aplastados por asfixia en un acto de suicidio colectivo, protagonizado por los cientos de miles de trabajadores de todas las razas ansiosos de volver al refugio de sus periféricos hogares, los mismos que hacían funcionar las calderas del París turístico al modo en que los esclavos mantenían caliente las Termas de Caracalla.. Como la naturaleza humana posee mecanismos salvadores, me sumí en una especie de anestesia psicológica que mantuve hasta que le ví...
 
Con sus grandes ojos negros, su carita negra, sus rizos, chorreando sudor, sentado en su sillita y mirando hacia arriba aterrorizado en medio de un bosque de cuerpos, hombros y brazos que como una maleza impenetrable rodeaba su carrito de bebé. Y entonces, ocurrió. Me vinieron a la cabeza esas insufribles e inimaginables imágenes. Pensé.." ¡Dios mío, Dios mío..., qué criminales, pobrecillos, así de hacinados en vagones de ganado, durante varios días seguidos ..."
 
Que ese pensamiento se fijara en mi mente así en esas circunstancias convirtió ese trayecto en el peor viaje de mi vida. Cuando llegamos a nuestro destino y en vez de un campo de concentración me encontré con el Castillo de Blancanieves asomándose tras el rosado hotel que le precede, debería haberme sentido aliviado, muy aliviado. Pero no. Me sentí profundamente triste y avergonzado de mí mismo ,  de la condición humana.
 
El peor viaje de mi vida fue ése....¡seré capullo!
 
De las experiencias narradas en el librito que os he mencionado, con la que más he disfrutado y reído es con la que narra Javier Nart, " Ahmed y la sopa del legionario" . Cuenta que su nombre en árabe es algo así como Jabir Nar, que traducido significa "emisario del fuego", y que gracias a la trascendencia de su nombre en árabe se sentía como el Guerrero del Antifaz cuando se dirigían a él con el máximo respeto, jajaja..¿De dónde es Javier Nart?....De Laredo. No podía ser de otro lugar con esa retranca.
 

Pensándolo mejor, creo que el peor viaje de nuestras vidas no es otro que ese tan predecible, cómodo y soso que no deja huellas en tu memoria, y por eso siempre he pensado que el mejor abuelo del mundo para oírle contar batallitas fue y sigue siendo Ulises.

Ulisear es la segunda mejor cosa que se puede hacer en esta vida. La primera, ...doy a elegir entre amar y ...lo otro.





martes, 3 de septiembre de 2013

DE VERANOS AZULES Y CHANQUETE Y PAELLAS Y UN PILLASTRE

 
¡¡¡ ...de esta nube blanca, no me moverán, de esta nube blanca, no me moverán, lalalalá...!!!


No es una paella, sino una fideuá hecha por mi compiamigo de Marni Tomás Ponce, un artista haciendo paellas y fideuás y subiendo el Picayo a piñón fijo, jajaja...Un abrazo, Tomasín, y participa, que serás bienvenido, sobre todo si nos prometes hacernos una fideuá así, jajajaja..

¡Pero qué cabrito Antonio Mercero!

¡Qué manera de aplicar el método Stalivnasky que pusieron de moda De Niro engordando 20 kilos para interpretar a Joe la Mota o Melón Blando poniéndose algodones en los carrillos para dar empaque entre señorial e inquietante a d. Vito!

Cuenta Miguel Joven, el inolvidable y mellado Tito de Verano Azul, que Mercero le hizo creer de verdad que Chanquete había muerto, y que sus pucheros en esa desgarradora escena eran del todo reales. ¡Pero qué putada, pobre crío! Si nosotros, aún sabiendo que era ficción, el nudo marinero en la garganta de la sofoquina que nos entró casi nos ahoga, imaginaros el pobre Tito.

Ahora Tito se gana la vida ejerciendo de guía-anfitrión en Nerja, recorriendo los santos lugares de Verano Azul. Pues sí señor, un trabajo muy digno. Yo pagaría porque me dejaran en ese parque temático chanquetero gritar a pleno pulmón y con voz de gallineja eso de " ¡Chanquete ha muertooooo..!" . Lo haría con más sentimiento stalivnasky que Pancho.

La primera vez me acongojé, pero cuando habían repuesto ya más veces la serie Verano Azul que formateado el disco duro del ordenador de Bárcenas, empecé a sospechar que a lo mejor Chanquete no estaba muerto, sino que le pasaba lo mismo que a mi sr. Ghostbuster, que estaba mal enterrado.

Cuenta Tito que, tras esa estremecedora escena, se puso fin al rodaje por ese día, y que Chanquete resucitó, se enfundó un mandil y se puso a hacer una paella  riquísima para todo el equipo. Los muertos que hacen paellas se merecen un buen lugar en las cocinas celestiales.

Era un tío muy majo. Tengo la siguiente anécdota con él. Casi todas las semanas, el sábado por la mañana nos íbamos a jugar mi jefe-padre putativo y yo un partido de frontenis contra otra pareja, muy cerquita de Montcada. Pues Chanquete, siempre que podía el pobre, se ve que vivía cerca, se dejaba caer por ahí, se sentaba y contemplaba el juego.

Siempre se me han dado bien los juegos de raqueta: el pin-pón, el frontenis, y ahora el pádel ( el tenis no, apenas lo he practicado, aunque me defiendo la mar de bien). Si mi abuela me lo permite, me permito reconocer que soy muy bueno, pero no por la fuerza desplegada o la resistencia física, sino porque tengo más bicherío que una serpiente cascabel. Los primeros compases del juego me dedico a descrubrir los talones de Aquiles de mis contrincantes y nunca me importa perder el primer set. Luego, ya es otro cantar, porque me convierto en una especie de asesino deportivo en serie y no hago otra cosa que echar sal y vinagre sobre las heridas de mis rivales. ¿Qué se te da mal devolver de revés?..¡toma, dos tazas! ¿Qué el rebote de doble pared te arranca lamentos? ¡Pues toma Lorca y verde que te quiero verde!  ¿Qué las dejadiñas en la red o en la pared te dejan sin resuello?...¡tóma, coge el Expreso de Medianoche! ...y así, más malo que la Bruja Avería soy. Hasta que me coje alguien que juega mucho mejor que yo y me aplica una lavativa de las buenas.
Antonio Ferrandis se reía conmigo y con los puntos que hacía, y me decía " ¡qué pillastre estás hecho!"
 
 
Para aquél entonces Antonio Ferrandis ya gozaba del cáché hollywoodiense de haber sido distinguido con el óscar a la mejor película extranjera con su Volver a Empezar. Una peli que tengo prohibido ver por prescripción médica ahora mismo, porque de lo que va es de su reencuentro con la madre patria tras su exilio, con sus colegas de juventud y , sobre todo, con su primer amor ( Elena) , y como yo ahora mismo también me he reencontrado con mi primer amor ( la hija de Elena), es escuchar los primeros compases del Begin the beguin de Cole Porter y el Canon de Pachelbel, y ya estoy moqueando con las glándulas lacrimosas a toda máquina como cuando Franco salìa al balcón del Palacio Real a refrendar con pucheritos sus referéndums. De eso va la película, de exprimir tus recuerdos cuando ya tienes más recuerdos que años por delante. Es una película paciente que te espera a la vuelta del camino para que te emociones contigo mismo. No me hizo demasiado tilín cuando la vi con veintidós años, es más, me pareció un tostón, y encima su personaje era hincha del Sporting de Gijón. ¡Ningún personaje cinematográfico que sea del Sporting tiene la más mínima posibilidad de pasar a la historia del cine! Como mucho, a partir del Atlético de Madrid y liándola parda, como Torrente. Pero ahora, con cincuenta y cuatro velas en la tarta, que me hace falta movilizar a los bomberos por si se extiende el fuego, me hace tolón en toda la cúpula existencial. Garci siempre me ha parecido un director que jugaba con un as oculto bajo la manga, un poquillo tramposo a la hora de barajar sentimientos, pero funciona, vaya si funciona. El Canon de Pachelbel por sí solo es capaz de enterrarte bajo toneladas de esa droga que diseña la memoria a su antojo y que llamamos nostalgia.

 
Un día de buen tiempo sin ser verano me fui, en vez de al Instituto, a la playa de las Arenas. A leer y a tomar el solecito que era lo único que hacía aprovechable un día de pellas. En uno de sus terrazones vacíos de sillas y mesas se ponía el personal jartible de sol, y allí me encontré con Antonio, que a su vez estaba acompañado de otro actor llamado Luis Barbero, con sus gafas redonditas, no sé si os acordaréis de él. Siempre hacía de abuelillo entrañable. Me reconoció enseguida y llamó mi atención de la siguiente manera, no lo olvidaré: "¡pero mira a quién tenemos aquí, al pillastre...!", seguido de su apacible y cálida carcajada que todos recordamos. Nos saludamos afectuosamente, le confesé que había hecho novillos, y ahí quedó la cosa. A Luis Barbero le temblaba mucho la barbilla y me dio mal rollo.

Vaya mi recuerdo para el vivo que más veces murió en la historia sentimental de nuestra televisión y para el muerto que más ricas paellas hacía.

( a partir del minuto nueve del vídeo, podéis sacar los puñuelos)

 


Y una maravillosa versión del Canon