lunes, 28 de febrero de 2011

BRAVO POR DIECIOCHO AÑOS BRAVOS

Que yo me acuerde, la primera vez que me desobedeció fue porque no quiso prepararse un examen de Filosofía. " Papá, no pienso perder mi precioso tiempo con unos tipos rarísimos que se tiran toda su vida preguntándose a qué huelen los pedos. Un cate en Filosofía no va a decidir si soy o no inteligente. Ya la aprobaré cuando mi profesor se aburra de suspender a una chica tan lista como yo". Eso, dicho con media sonrisa y una expresión irresistiblemente pícara, te arrebata toda tu autoridad paterna.¡Demonios, nunca había considerado un suspenso académico desde ese punto de vista! La aprobó a final de curso.
La putada más grande que me ha gastado fue, con cinco años, herirse en el ojo izquierdo durante los primeros cinco minutos de estancia en un Todo Incluído de Aguadulce, Almería. El resto de los siete días no pudimos ni meternos en la piscina cuidando de que no se metiera ella por culpa de su lesión. Nunca se lo perdonaré y la odio por eso.

-"Papá, ¿qué esperas de mí a partir de ahora? "
- Que no necesites de nadie nunca, que seas una mujer como mamá, una mujer brava que si está conmigo es porque le da la real gana y si mañana me da una patada en el culo ella va a seguir igual de brava. Que no me necesites para otra cosa que no sea querer estar conmigo, ni a mí ni a nadie y que nuncas tengas miedo a decir NO"

ELOGIO DE LA MUJER BRAVA

"Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc.

En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca.

Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros.

Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema.

Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios.

Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado.

Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas.

Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza.

Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

Por esas mujeres bravas, chín chín !!!!!!!!!!!!!
Héctor Abad "

miércoles, 23 de febrero de 2011

SALADINO ANACONDO

Lo único que pido a las cosas es que funcionen.

A un avión le pido que vuele; a un coche, que ande; a una grapadora, que haya grapas cuando la presionas ( sufro ataques de histeria cuando una grapa se atasca). Cuando las cosas fallan siento lo que se denomina " vértigo de la nada", que es una enfermedad mental que me acabo de inventar y como todavía no existe historial médico no os puedo decir en qué consiste exactamente. Es muy importante poner nombres a las cosas inexplicables, porque si no las psicologerías se declararían en quiebra y suspensión de pagos y aumentaría el paro juvenil, porque la Psicología es una ciencia joven, aunque menos joven que la Tendenciología, una ciencia moderna que estudia las tendencias, aunque mi jefe, que es Intendente-Jefe, no tiene ni puta idea de tendencias y ni siquiera sabe cuándo el Muíto va a volver a dar otro tirón o si se va a cambiar a la modalidad de robo de floristerías.

¿Y a un gato? A un gato le pido que maúlle.

Pero el gato de mi comunidad no maúlla. Ladra. Fisionómicamente hablando, este gato es un cruce cabezón entre gato persa sátrapa con unos rizos que parece un turbante y un perro salchicha. Es cabezudo y alargado y por eso le he bautizado con el nombre de Saladino Anacondo.

Nuestros destinos se cruzaron una noche que bajaba la basura mientras quitaba la envoltura a un caramelo sugus. Los caramelos sugus son mis favoritos porque cumplen a la perfección la función para la que han sido inventados: para tener la lengua a tope relamiendo el esmalte dental así como el cincel de Miguel Angel hacía con el mármol de Carrara. De repente, sentí el impulso de compartir mi provisión de caramelos sugus con ese gato tan feo. A veces siento impulsos irrefrenables. El último de ellos fue dar un beso a una cajera del Pryca porque me recordaba a mi hermana Marisa. Fueron cinco segundos terribles, con una cajera confusa debatiéndose entre llamar a Seguridad o sonreír. Tras unas atropelladas explicaciones por mi parte, optó por regalarme su sonrisa. Cierto, es una cruz padecer el "síndrome de Snoopy": soy el hombre más besucón del mundo y por culpa de ese instinto primitivo me casé a los cuatro meses de besar por primera vez a mi chica.

Otro síndrome que tengo es que me salgo por la tangente y ya no sé de qué estaba hablando. Se llama "síndrome peripatético" en honor a Sócrates y las brasas que daba a sus alumnos en los jardines del Ateneo. Tengo entendido que Sócrates comenzaba sus charlas hablando de la Idea del Bien y terminaba discutiendo con el jardinero hasta casi llegar a las manos. Acabaron los dos mal: Sócrates se envenenó con cicuta y el jardinero actualmente poda el césped del Nou Camp.

El caso es que Saladino Anacondo comenzó a romperme los esquemas desde el principio, porque según el Manual de Usos y Costumbres Gatunas de Planeta Agostini, a los gatos no les gusta el dulce. Pues éste se zampó el sugus de limón y se alejó....¡ladrando!

Romper los esquemas a un varón nacido bajo el signo de Virgo como yo es tanto como cambiar el eje de rotación del planeta Tierra. Los virgos somos meticulosos ( es decir, metemos el culo siempre en el mismo sitio) y sufrimos alucinaciones psicodélicas cuando algo no encaja. Cuando peor lo paso es cuando hay eclipses de sol. Durante el último eclipse de Sol estuve a punto de dar un golpe de Estado yo solo vestido de Braveheart.

Un gato que le gusta los sugus y que ladra es el equivalente a cuatro coca-colas, tres cafés bien cargados y una rueda de prensa de Mourinho: algo que te quita el sueño.

Así que todos los días le bajo su sugus y escucho su ladrido. Os juro que dice "guauu". Pero lo que hizo anoche excede a cualquier fenómeno paranormal.

Me explico.

La incontinencia urinaria es algo que sobreviene con la edad de forma natural, porque no quiero pensar que mi próstata se haya hecho apóstata tan pronto. Ya bajando la basura por el ascensor, cuando sentí el prurito de esas gotitas agolpadas que en vez de gotitas parecen sulfúricos polvos de pica-pica, planifiqué como buen virgo que soy dónde iba a aliviarme por el procedimiento de apremio. Crimen perfecto: entre el contenedor de plásticos y el de papel y cartones reciclables, con una anchura justa para mimitizarme con el entorno y poder mear a gusto. Sí, este agente de la autoridad ejerció su sacrosanto derecho a incumplir las normas y miccionó en la vía pública, con dos cojones.

En mi descargo, que me meaba vivo y no llevaba los dodotis puestos.

Cuando me retiro de mi escondite sanitario, a partir de ese momento declarado zona pantanosa y protegida como las Tablas de Daimiel, veo llegar a Saladino Anacondo, situarse en el borde de mi marca y soltar su chorrito gatuno encima del mío.

Y ya me terminé de rayar. Estoy seguro de que lo hizo porque quiere que no quede ni el menor rastro de mi existencia.

Yo amo a los animales, pero ese gato es directamente asesinable.

Me gustaría acompañar este post con su foto, pero el hijo de puta no se deja fotografiar. Todos los gatos posan, todos menos Saladino Anacondo. Yo creo que es un espectro.

viernes, 18 de febrero de 2011

CONTIGO EN EL CIELO

Te subo a las nubes
Y al aire fresco de la madrugada
Para que sea el alba quien te acaricie
En vez de las fieras manos
Que te atrapan

Antes de que la claridad del día
Se convierta en el parpadeo de un ciego
Antes de que por ser bestial y distinto
Me laceren con un odio letal de fuego
Déjame decirte que lo intenté todo
Antes de esta loca fuga
Contigo hasta el cielo

Todo:
Escondí mis rugidos en el fondo de la espesa selva
Destrocé todos los puentes por los que podías cruzar
Dejé sangrar mis heridas para volverme más salvaje
Apagué las luces de la luna llena
Y con puños apretados
Me cerré los ojos

Sé que mi lugar no está contigo en el cielo

Y
A pesar de todo
Tu amor
Me sigue
Entrando
Por
Todas
Partes

domingo, 13 de febrero de 2011

SE ALQUILA POETA


Antesdeayer, en el diario El País, he leído que Asunción Mateo, su viuda, ejerce tal control sobre el legado de Rafael Alberti ( a través de la sociedad mercantil "El Alba de Alhelí") , que está impidiendo que su figura tenga la presencia y relevancia que merece. Incluso un grupo de artistas quisieron homenajearle en la Plaza de Toros de El Puerto ( Kiko Veneno, Ana Belén, Jarabe de Palo, José Mercé, Joaquín Sabina, Manu Chao, Niña Pastori, Albert Plà, entre otros ) y tuvieron que desistir ante la desmesuradas contrapartidas económicas que exigía " El Alba de Alhelí" ( ¡ah, cuando la poesía es violada y mercaderes secuestran sus más felices voces !).

El exceso de celo de su viuda y su afán recaudador está sumiendo en las brumas del olvido a Rafael porque nadie puede estar interesado en divulgar su obra si tiene que ser a cambio de una millonada exagerada.

Supongo que si existen ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad, los grandes genios también deberían ser tratados con el mismo respeto y el mismo deseo de ser compartidos universalmente. El fue un hombre generoso y no creo que le hiciera ninguna gracia comprobar hoy que sus poesías se han convertido en un especulativo negocio en manos exclusivas de una sociedad mercantil.

Cuando mi hija tenía cuatro o cinco añitos, me la llevaba a hacer la ruta de las "chirristras", que es como en el País Vasco llaman a los parques infantiles. Me gustó el nombre cuando estuve en San Sebastián, y lo adopté desde entonces.
Recorríamos buena parte de los parques infantiles de la Bahía de Cádiz. Si uno era bueno, el siguiente era mejor. Margui se lo pasaba de fábula y yo también viéndola disfrutar.

En el parque de las Viñas, barrio de El Puerto de Santa María, coincidimos algunas veces con Rafael Alberti, vigilado muy de cerca por una pareja que, supongo, debían acompañarle para velar por su salud. El poeta tomaba el sol plácidamente y Margui se acercaba inocentemente a él atraída yo qué se por qué. Se debió figurar que ese viejecito con melenas largas y blancas como el rey Melchor formaba parte de las atracciones del parque.

Mi niña se acercaba a él como únicamente somos capaces de hacerlo sin pudor, con descaro infantil, y Rafael le acariciaba el cabello mientras le llamaba "rubia bonita, rubia bonita".., ya estaba muy mayor y apenas articulaba palabra, pero juraría que su mirada conservaba toda la lucidez del mundo.

-Papá, ¿Por qué tiene ese viejito el pelo blanco tan largo?
Le contesté que porque era una abuelito ye-yé. La siguiente media hora me tuvo explicándole qué era ye-yé , y me enredé en una explicación sobre el pelo alborotado y las medias de color.

- "Pero ese abuelito ye-yé no lleva medias".... Me harté de reír imaginándome a Rafael con medias. Los jodíos niños y sus jodías preguntas....

El día que supe que Alberti falleció se lo dije a Margui. Se me quedó mirando con sus grandes ojos redondos y dijo que si ya no iba a estar el abuelito ye-yé en ese parque que ya no quería volver.
Anda, Asunción. Deja que vuelva Rafael Alberti. Cobrar por sus poesías es como alquilar un columpio frente al Mar, la Mar, su Mar.

El viejo león poeta de melena blanca le escribió esto a mi hija:

"ESPARCIDO EL CABELLO POR LA ESPALDA
QUE FUE DEL SOL DESPRECIO Y MARAVILLA
MARGARITA COGIA POR LA AZUL ORILLA
DEL MAR DE CADIZ CONCHAS EN SU FALDA"

viernes, 11 de febrero de 2011

ELEGY


Ben es un galante profesor universitario sesentón alérgico al compromiso.

Galante porque imparte sus clases doctorales con ese embeleso que sólo dimana de los enamorados de su oficio y que -por obra y magia de una alquimia con muchos quilates de seducción personal- le permite convertir una aburrida clase de literatura en una montaña rusa de sensaciones. Ben es un artista de la comunicación, un brujo de la palabra y un pausado y distinguido emisario del Arte traducido en clave poética por su demiurgo.

Penélope es una estudiante veinteañera muy especial. Una rara avis bella, apasionante, un rostro de pastelería, inteligente, de mirada vivaz y ondas serenas, dueña de una incontenible irradiación erótica capaz de hacer saltar el contador géiser de un hombre acostumbrado a rastrear con éxito fugas radioactivas en busca de sexo.

No es la primera vez que intenta con éxito una relación con una alumna suya recurriendo exclusivamente a su poderoso atractivo intelectual y dejando al físico en un plano forzosamente secundario. Ya no es un jovencito, pero se complace en esa especie de relación socrática que inicia con ella al principio, una relación entre profesor y alumna con derecho a roce que le reporta un impagable soplo de aire fresco, y Penélope interpreta a un ser que es pura brisa. Una vez más se produce esa familiar transacción que consiste en sexo y cierto cariño edípico a cambio de ser instruida en disciplinas capaces de aplacar las hambres del alma: música, cine, teatro, literatura, experiencia...

Pero..., el profesor alérgico al compromiso no cuenta con un pequeño detalle en el que no repara suficientemente. Ella termina amándole con todo su ser.

Se acaba de cruzar en su vida una obra de arte a la que le importa un pepino la diferencia de edad y el azar le regala al viejo profesor la oportunidad de su vida: una mujer casi angelical aún en sus aristas turbias se enamora sinceramente de él y le acepta con todas sus consecuencias. Pero esa aceptación se estrella contra unos sentimientos de inseguridad y un escepticismo con raíces egoístas que devoran como un cáncer el aplomo del profesor hasta derrumbar su estilo de vida.

El profesor experto en libros, poesías, música, cuadros, el experto en fascinar a sus auditorios hablando de obras maravillosas nacidas del ingenio humano, no es capaz de reconocer una obra de arte que camina, respira , ama y tiene sangre en las venas y que quiere colgarse de su vida como un cuadro quiere vivir en el Louvre.

Y se escabulle. Se esconde. Entra en pánico. No se siente capaz de admitir que algo tan extraordinario le esté sucediendo porque piensa que a los viejos no les puede ocurrir esas cosas sin que a cambio tengan que sufrir como cabrones cuando les abandone el vigor físico.

Penélope, en el día más importante de su vida, sufre la terrible decepción: el abandono de aquél a quien quería con toda su alma y la desagradable sorpresa de descubrir la dimensión de su cobardía.

No es hasta que el cáncer cambia de bando que la realidad se impone. El trueque es muy doloroso para ambas partes. El cáncer psicológico de Ben atormentado por su declive físico es arrinconado por el cáncer físico que sega en seco la belleza de Penélope. Hasta ese momento, no es consciente el viejo profesor del desperdicio vital, imperdonable, del que es culpable.

Apenas queda tiempo en la cabecera de la cama de su obra de arte enferma para sentir tanto amor y tanto remordimiento ......Un amor por fin despojado de dudas y abierto en canal, inmenso e incondional ya para lo que quede de tiempo, pero patéticamente llegando tarde a la cita.

"El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan... demasiado rápido para aquellos que temen.... demasiado largo para aquellos que sufren.... demasiado corto para aquellos que celebran... pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno."

"quiere que no midas cada paso
quiere que no des pasos de más
quiere que la quieras
y le enseñes dónde queda
la felicidad
quiere que la abraces y la calmes
quiere que la dejes descansar
quiere que sonrías
y le cures las heridas
de la soledad
quiere todo el tiempo
para respirar
y que respires
tiempo para dar
cuidar
cuidarte y que la cuides
tiempo
para amar tu amor
amar su amor
llamar armar
y amarte amor
quiere que le des espacio y tiempo
quiere que le cuentes tu dolor
quiere que la quieras
y encender como una hoguera
toda su pasión
quiere que la amarres a tus besos
en el paladar de tu sabor
quiere que sonrías
y sentirse protegida
de tu corazón
quiere todo el tiempo… "

viernes, 4 de febrero de 2011

CHÁN-CHÁN--CHÁN-CHÁN


- ¡Ya la tengo, Steve!
- Pues oigámosla. Méte la cinta, John
-No hace falta, me he traído el violín
- No pensarás que una película como la mía con un violín vas a apañar su banda sonora principal
- Escucha y luego me dices
- Bueno, pues cuando quieras

- Chán-chán---chán-chán---chán-chán--chán-chán....; bueno, ya está, Steve. ¿Qué te parece?

Los que estaban presentes relatan que a Spielberg le dio un ataque de risa, el primero después de un largo periplo de disgustos con la película Tiburón. El muñeco costó diez veces más de lo presupuestado, Richard Dreyffus (futuro dipsómano) andaba a la gresca todo el día con Robert Shaw, que llevaba desde el inicio del rodaje en estado de embriaguez total, aunque una embriaguez lúcida que le hizo participar brillantemente en el soliloquio del naufragio del Indianápolis y la consiguiente merendola opípara que se dieron los tiburones a costa de los marines náufragos. El escribió personalmente esa parte del guión. Nadie consiguió arrancarle cómo pudo describir con tanto realismo esa vivencia. Sólo se sabe que él sirvió en esa nave durante la II Guerra Mundial. Por otro lado, al gran protagonista, aparte del Tiburón, claro, al hasta entonces disciplinado Roy Scheider le dio un yu-yu , un ataque de ansiedad y desapareció en el bosque durante una temporada, teniéndose que suspender el rodaje.

Así que cuando el compositor John Williams terminó las cuatro notas de violín, Spielberg desató su histéricas carjacadas contenidas tras tantos problemas.

- Muy bien, John, eres un cachondo. No viene mal un poco de humor tal como están las cosas. Ahora enséñame la banda sonora de verdad.
- Steve, es la que acabas de oír.

Esa es la historia de las cuatro notas más terroríficas de la historia del cine junto con esas otras cuatro notas que salían del cuchillo de cocina de Norman Bates en Psicosis.

El efecto que causó esas cuatro notas en nosotros, pobrecitos espectadores aterrorizados por la cámara subjetiva que parecía llevar a lomos el aterrador Tiburón (invisible hasta mitad de la peli), es de todos conocido, con devastadores efectos secundarios a la hora de acostarse y soñar después de haberla visto.

Tiburón permanece como uno de los trabajos de montaje más impecablemente brillantes del cine de suspense, al combinar los planos bajo el agua desde el punto de vista del tiburón con la amedrantada angustia de los nadadores a punto de ser desmenuzados, una secuencia tras otra, de forma traumática y sin dar respiro al espectador pegado a la butaca. La ví con mi amigo Alfredo y me cagué en sus castas porque cuando salió la cabeza del pescador asomando de repente a través del oxidado casco de su barca de pesca, me tiró toda la coca-cola a unos pantalones vaqueros que acababa de estrenar. Y luego resulta que, con el tiempo, se me hizo cirujano neurólogo y opera cabezas. ¡Hay que joderse!

Ayer hablábamos de esas bandas sonoras que sin ellas no se entiende la existencia y el éxito de la vida en diminuto que es una película. Y acabamos hablando de las bandas sonoras de miedo, que dan miedoooooooooooo ! Unanimidad: todos nos cagamos con Tiburón y su chán-chán---chán-chán---chán-chán

Y me informaron también de un óbito que desconocía y sentí mucho. El compositor John Barry ( hay que ver qué bien se les da a los John componer bandas sonoras) había pasado a mejor vida. ¿Se entiende el vuelo en avioneta acompañando a Robert Redford y a la maravillosa Meryl Streep sin esa exquisita y sugerente música cargada de dulce nostalgia? Definitivamente,no. Imposible no enamorarse de la mujer que tengas a tu lado con una música así; pero claro, yo tenía al lado a Alfredo y no me iba a enamorar de un tipo que acababa de arruinarme los vaqueros recién estrenados.

Pues desde mi humilde blog, quiero dar las gracias al sr. Barry por sus inolvidables bandas sonoras, especialmente la que he citado, la de Bailando con Lobos y la de La Calle del Adiós

¿Y ahora quién va a ocupar su lugar?



miércoles, 2 de febrero de 2011

SENTIMIENTOS SEMENTALES


-¿ Tengo sangre de jeque árabe, de semental que reverdece el desierto con su semilla, atávico de cruel incontinencia en medio del júbilo de huríes que me rodea?
- Ejem, ... quizás existe cierto desarreglo hormonal
- ¿Por qué me atormenta esta polígama sed de caldo femenino, de agua densificada en un alambique de placer que desenfrena el instinto?
- Podemos intentar un tratamiento, no se preocupe
- Pero, doctor, me siento como un Salomón consciente de su caducidad, de su efímero reinado de lujuria que sólo canta salmos a las hoces de las mujeres bellas de Israel, devoto de todas ellas, todas bellas y ninguna favorita. Este afán perenne me liga a una esclavitud de apetitos insaciables y proscritos.
- !Mire usted, yo soy médico y no Licenciado en Literatura ni presidente del ateneo municipal de Amigos de las Flores! Lo que le pasa a usted es que está más salido que el pico una plancha. ¡Hále, tome tres cucharaditas al día de bromuro y tire a la chimenea todos sus libros de poesía!

¡¿Que tire a la chimenea los libros de poesía?! Mañana mismo muevo papeles para cambiar de médico de cabecera.